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Cultura | 23/04/2020

Se fue Marcos Mundstock, el lutier de las palabras

Se fue Marcos Mundstock, el lutier de las palabras

Milton Condori

Brújula Digital |23|4|20|

De barba blanca corta. De ojos similares al cielo. De lenguaje inventivo, Marcos Mundstock, ha partido. No hay palabras que puedan convertir su despedida en un homenaje. Él era a quien las palabras buscaban para reinventarse en significado. Les Luthiers se quedó sin el hombre que escribía los guiones.

Un miembro de Les Luthiers, en palabras de Daniel Samper Pizano, significa: “señor de smoking que realiza espectáculos de música-humor valiéndose de instrumentos fabricados por él mismo. Por extensión: artesano que construye o repara instrumentos musicales”.

Marcos Mundstock era el hombre de la voz grave dentro de Les Luthiers, el grupo argentino formado en 1967. En cada presentación no olvidaba su carpeta roja y su humor genuino. En cada una de ellas comenzaba con algo sonante: “Johan Sebastian Mastropiero consideraba que el verbo tararear solo corresponde a usarse cuando se canta con el fonema tarara, tarara…”. Casi fue periodista porque siempre cautivaba en sus inicios y en sus finales.

Samper Pizano señala que Mundstock empezó como humorista a los cuatro años de edad, cuando le dijo a su mamá: “¡Mira, mamá, ahí llevan los cueros para hacer vacas!”. La frase contenía su futuro: esa picardía que lo acompañaría toda su vida.

Mundstock venía de a una familia de judíos y de… vampiros, según dijo en uno de sus actos: tío Nosferatu, primo Drácula y su sobrino John Donovan, que tenía una fábrica con 3.000 obreros, ¡era un chupasangre!

Nació el 25 de mayo de 1942, en Santa Fe, Argentina. Estudió ingeniera, pero abandonó la carrera y encontró su resquicio en la música y el humor.

En 2017, Les Luthiers fue con-decorado (chascarrillo de Mundstock) con el premio Princesa de Asturias en la categoría Comunicación y Humanidades. Es el premio más alto al que puede aspirar un comunicador.

Fue Aníbal, el insatisfecho, en el acto “Las majas del bergantín”, donde el propio Mundstock se describió: “Hay en sus ojos victoria y despecho, miedo provoca su imagen tan ruda. Hombre sin duda, de pelo en pecho, lo que se dice una bestia peluda”. Mundstock fue eso: un hombre que tenía los ojos como el mar cuando está en calma, pero también cuando se pone bravo. Y tenía una gran capacidad de reírse de sí mismo.

Se fue otro. Partió Mundstock. En Les Luthiers siempre hizo de Dios o psicoanalista. Cuando Dios lo reciba (lo hará con los brazos abiertos), lo llamará y lo juntará con Gerardo Masana (fallecido en 1973) y Daniel Rabinovich (partió en 2016). Los tres tienen su sitio en el cielo gracias a habernos hecho reír.

Si “lutier” significa “artesano que construye o repara instrumentos musicales”, Marcos Mundstock fue el artesano que construía y reparaba el lenguaje dentro de los guiones para las presentaciones de Les Luthiers. Paz en su tumba. O mejor, risa en su tumba.



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