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Cultura | 08/05/2022   15:34

Segundo largometraje de Kiro Russo, con los mismos rasgos del primero: El gran movimiento (Bolivia, 2021).

Poster promocional de El Gran Movimiento

Brújula Digital |08|05|22|

Al comentar El viejo calavera, primer largometraje de Kiro Russo, recuerdo haber destacado la impecable técnica empleada, la construcción diálogos en símil perfecto al lenguaje de la realidad retratada y un argumento que resulta una fracción de la vida de los protagonistas. Pues con esta segunda película casi debiera repetir los conceptos de ese comentario.

Russo, no cabe duda, domina las técnicas del lenguaje cinematográfico y yo esperaba con mucha expectativa una nueva propuesta de este director, que sólo tuviese de paralelo con la primera la exigencia en la técnica y lo novedoso de la historia; pero no es así, lo digo con cierta desilusión, el cineasta insiste en el uso de los mismos recursos audiovisuales de su primer filme, vuelve a emplear un tipo de edición de alto impacto en el espectador, incluye algunas escenas casi idénticas a las de El viejo calavera, que fueron de las más recordadas por los asistentes a las funciones de su película del 2016. En definitiva opta por una solución económica: hacer algo que probó que funciona muy bien. Probablemente, incluso, vuelva a conquistar los mismos varios galardones que ya consiguió con su primera obra.

Para mi gusto, este talentoso director, nos deja de nuevo con la expectativa de qué más es capaz de aportar a la cinematografía nacional. Sólo que para una siguiente oportunidad poner lente y micrófono a retratar, casi como si fuese un documental, con extremo realismo, la vida lamentable de algunas de las personas menos afortunadas que conforman la diversidad cultural paceña; ya no tendrá mucho mérito.

Me permito, a partir de El gran movimiento, formularme algunas preguntas para las que no tengo respuestas: ¿Será que los personajes de películas como ésta se reconocen a sí mismos como son llevados a la pantalla grande? ¿No es tiempo ya que ellos mismos se lleven al cine con sus grandezas y miserias y que no sean sólo estas últimas las que destaquen de ellos? ¿Qué tal interesante sería que la verticalidad de películas como ésta cambie de sentido y sea la mirada de los que hoy se analiza con lupa la que se detenga en los sectores socio económicos que además de las cámaras y los micrófonos tienen la autoridad de ser observadores?

En fin, está en salas aún El gran movimiento para quienes ya vieron El viejo calavera, del mismo director, o para quienes no la vieron. 





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