La investigadora colombiana de 38 años, mencionó que las mujeres en los Estado islámicos están sometidas a las condiciones impuestas por el Estado y hombre y la religión.
Clara RIveros, autora del libro Sexo, pudor y poder. Debates del siglo XXI en el norte de África Foto/Clara Riveros
Milton Condori / Brújula Digital |19|03|22|
La escritora y periodista colombiana Clara Riveros, una de las mayores especialistas de la región sobre el Magreb, acaba de publicar su tercer libro, Sexo, pudor y poder. Debates del siglo XXI en el norte de África, en el que sobre todo aborda un tema muy sensible: las limitaciones que enfrentan las mujeres para lograr la igualdad en esas sociedades, especialmente en el plano sexual.
El Magreb es la parte occidental del norte de África y del mundo árabe. Se suele incluir en esta región a Argelia, Libia, Mauritania, Marruecos y Túnez. El Magreb también incluye los territorios en disputa del Sáhara Occidental (controlados en su mayor parte por Marruecos y en parte por la República Árabe Saharaui Democrática). Dos ciudades españolas del norte de África, Ceuta y Melilla, también son magrebíes. La región tiene una población aproximada de unos 100 millones de habitantes y su religión dominante es el Islam.
En ese mundo complejo es que Clara Riveros se ha sumergido desde hace años para estudiarlo y, ahora, escribir su texto, un libro ambicioso de casi 600 páginas, que aborda temas como la sexualidad, la religión, la política y las relaciones internacionales. Ha sido editado por Alhuila, una activa editorial española especializada en ensayo y literatura. El libro puede ser hallado en https://www.alhulia.es/es/producto/sexo-pudor-y-poder/
Riveros encara con agudeza y conocimiento de causa los espinosos temas de ausencia de libertad sexual y de libertades individuales en las sociedades musulmanas, el uso del velo, el control que ejerce el Estado y los varones sobre el cuerpo de las mujeres y la situación general de las mujeres en esos Estados (ya sean regímenes híbridos, populistas o autoritarios). Marruecos es el centro del estudio de Riveros, el país en el que ha vivido por largas temporadas.
En el plano de las relaciones internacionales, el libro analiza las tensiones políticas y diplomáticas entre Marruecos y España, la normalización diplomática entre Marruecos e Israel y el reconocimiento de EEUU a la soberanía marroquí sobre el territorio disputado del Sáhara Occidental.
Riveros fue entrevistada por Brújula Digital. Este es un resumen de lo más importante de esa conversación:
El mundo árabe norafricano parece estar muy lejos, no solo geográficamente sino conceptualmente, de América Latina. ¿Por qué estudiarlo?
Existe esa percepción, es verdad. El libro abarca diferentes temas. Quise dar visibilidad a las voces magrebíes sobre cuestiones relevantes y actuales en esos países de confesionalidad islámica. Pero estos temas no nos son ajenos, al contrario, también son importantes para América Latina. Estoy hablando de la modernidad, la separación de política y religión, la democracia, las libertades individuales, la posición y la condición de las mujeres y las restricciones que enfrentan los ciudadanos en materia de libertades sexuales. También hay diferencias, obviamente: la libertad sexual en el Magreb virtualmente no existe, los ciudadanos enfrentan legislaciones obsoletas y restrictivas que violan y vulneran sus libertades, son tratados como eternos menores de edad. Ello puede darnos luces sobre las complicaciones y conflictos que esa falta de libertades genera en la cotidianidad de esas sociedades.
O sea que sí se pueden hacer paralelos entre ambas sociedades.
Sí. Cuando fui a vivir a Buenos Aires hace unos años, encontré una sociedad vibrante, más moderna y liberal respecto de la sociedad bogotana en la que yo me desenvuelvo como colombiana que soy. He pasado varias temporadas en Marruecos y mi última estancia fue la más prolongada, una experiencia de grandes aprendizajes, pero también agotadora y agobiante en muchos sentidos.
Estando allá, le pregunté a un profesor marroquí que vivió muchos años en un país nórdico, qué era lo que más extrañaba, dijo: la democracia, la justicia y la libertad. También dijo que amaba su país y que entendía que era diferente y que incluso defendía sus valores.
Mi investigación sobre el norte de África me permitió comprender mejor cómo y cuánto ha cambiado América Latina. En Colombia, con la Constitución de 1991, se produce separación entre Estado y religión, aunque las cuestiones religiosas siguen siendo instrumentalizadas por los políticos; la sociedad colombiana se ha secularizado tardíamente y ahora la ciudadanía, la prensa, las universidades, los intelectuales y las instituciones son muy activos en la defensa de la laicidad del Estado y de su importancia fundamental para la convivencia en una sociedad moderna, democrática y plural. Colombia ha avanzado en el reconocimiento de los derechos y las libertades individuales. Estos son avances importantes a pesar de que la cultura mafiosa y la propensión a la ilegalidad atraviesan a gran parte de la sociedad y, desde luego, a la política.
Con todo, es evidente que en América Latina existe mucha más libertad, en todos los planos, que en el mundo árabe del norte de África.
Totalmente. En América Latina, con sus enormes problemas, tenemos sociedades más libres y modernas que en el norte de África, allí los individuos no tienen la libertad de elección y de decisión sobre aspectos fundamentales de sus vidas, no son libres, están expuestos a la sanción estatal y a la censura social de su comunidad. En esos países existen comunidades orgánicas, sociedades vigilantes donde incluso hay quienes acuden a la barbarie para ajusticiar y sentar precedentes con aquellos que se apartan de las prescripciones religiosas.
Parecería que las sociedades y regímenes norafricanos buscan alcanzar una suerte de “modernidad inauténtica”, limitada o enmarcada en sus tradiciones y valores religiosos, sin alterar la relación o vínculo entre política y religión. Pero aquí y allá tenemos populismo, autoritarismo, patrioterismo, democracias deficitarias, corrupción, falta de transparencia. En eso, estamos igual…
¿En qué sentido limitan los derechos de la mujer en los territorios musulmanes?
Los limitan de distintas maneras. La cuestión de la virginidad, una auténtica obsesión en esas sociedades, determina el valor de una mujer. Es una forma de violencia muy arraigada social y culturalmente y facilita situaciones y prácticas que denigran a las mujeres y que no debieran ocurrir de ninguna manera.
Hablando de Marruecos, por ejemplo, ese país consagra constitucionalmente que las mujeres tienen iguales derechos que los hombres, pero mantiene normas de base religiosa que impiden que una mujer herede lo mismo que un hombre, ella hereda menos por el hecho de ser mujer, incluso puede que se benefician parientes lejanos y extraños en razón de su sexo.
En cuanto a la violencia de género, Marruecos aprobó en años recientes la legislación para sancionar las distintas formas de violencia contra las mujeres, pero acepta la violación sexual dentro del matrimonio. Existe la firme convicción de que una mujer debe estar dispuesta para cuando su esposo así lo estime.
Eso en el tema de la vida en el hogar. ¿Y en el espacio público?
El uso del espacio público en las sociedades magrebíes muestra de manera cruda las asimetrías con base en el sexo. No hay leyes que indiquen que una mujer no puede hacer uso del espacio público o que debe ir vestida de una manera particular, pero las leyes de la calle restringen a las mujeres. Una realidad cotidiana y atemorizante, a menudo un hombre o varios hombres acosan y persiguen a una mujer que va sola. Hubo hombres que llegaron a decirme que es razonable que si una mujer no quiere ser acosada, entonces que lleve el velo.
La superioridad masculina está arraigada en la vida pública del norte de África. Los derechos de las mujeres están limitados y condicionados por su sexo. Muchas veces son vigiladas, expuestas al escarnio, por sus familias y entorno social, en relación con su apariencia, comportamiento en público, etc. Pretenden mantener las desfasadas imposiciones de modestia y pudor o castigarlas mediante la vergüenza y la humillación.
¿Analizas el tema de poligamia dentro de tu texto?
Hay algunas referencias a la poligamia, una práctica permitida en beneficio de los hombres, los islamistas la defienden. Es un auténtico desequilibrio en términos de derecho e igualdad entre hombres y mujeres.
Este tema, en el caso de Marruecos, a pesar de que hubo una
reforma del código de la familia que la limitó y condicionó, no la eliminó,
entonces la poligamia sigue estando permitida y se ampara en interpretaciones
religiosas. Las feministas magrebíes piden la abolición de la poligamia, pero
los islamistas se oponen.
¿Por qué una colombiana se interesó por estudiar el norte de África?
Me interesan los individuos y las libertades, los populismos, las dictaduras, los totalitarismos, los regímenes confesionales, la instrumentalización de los discursos religiosos con fines políticos y electorales.
MC / BD