Muchas veces Hollywood ha hecho lo contrario de ahora con la Sirenita, es decir colocado a actores blancos en papeles que correspondían a personajes morenos o negros.
Brújula Digital |117|19|
Jerussa Pozo
Halle Bailey es la nueva “sirenita” de Disney. Esto ha generado gran polémica, sobre todo en redes sociales. La nueva sirenita de la versión con actores es afrodescendiente, y para muchos esto es “imperdonable” ya que, en la película de 1989, Ariel es blanca, pelirroja y de ojos azules.
Los que han salido a defender la película, entre ellos la actriz Jodi Benson, quien dio la voz original a Ariel en la versión en inglés, argumentan que lo importante fue capturar el “espíritu” del personaje y que Bailey fue la mejor opción en representarlo.
La pregunta es si nos convierte en racistas desaprobar a Halle Bailey como Ariel en esta nueva versión sin haber visto siquiera la película. La respuesta es sí, pero eso es porque Disney y Hollywood nos han lavado cerebro. Han “blanqueado” nuestras expectativas en cuanto a protagonistas en una película. En otras palabras, hemos sido víctimas del “whitewashing” hollywoodense.
Las películas de Hollywood debieron tener castings más diversos. Recordemos algunas de las veces que Hollywood ha hecho lo contrario de ahora, es decir colocado a actores blancos en papeles que correspondían a personajes morenos o negros:
Una de las películas más recientes que se me vienen a la mente es “Argo”, en la cual Ben Affleck interpreta a Tony Méndez, un funcionario de la CIA que era moreno, por su ascendencia latina. Tenemos también a “Dragon Ball Evolution”, en la cual Justin Chadwin, otro actor blanco, interpreta a Goku, un personaje japonés de animé.
Hay mucho otros ejemplos: en 1960, Sir Laurence Olivier interpretó al moro Otelo en la película del mismo nombre. Esta película se basó en esa ópera (basada a su vez en una obra de Shakespeare); el argumento gira en torno a un general de piel oscura. Se hubiera esperado a un actor de piel morena para interpretarlo.
Sigamos: en 1962 Alec Guinness interpretó al príncipe Faisal y Anthony Quinn fue Auda Abu Tayi en Lawrence of Arabia (1962). Para una película como ésta se pensaría que habría actores de ascendencia árabe para esos roles, pero no fue así. Pero la película que se lleva el premio del “whitewashing” es “El Conquistador” de 1956. John Wayne interpreta al general mongol Gengis Kan (con eso se dice todo).
Entre decenas de ejemplos finalizamos con Elizabeth Taylor, que interpretó a la muy árabe Cleopatra, la reina egipcia. Sin embargo, el “whitewashing” más grande de la historia, pero que Hollywood sólo la ratificó, es el de cómo imaginamos a Jesús: de tez blanca, barba rubia y ojos claros. Bueno, Jesús ha debido ser de piel morena, ojos negros y barba oscura, como son los originarios del medio oriente.
Estos son solamente unos cuantos ejemplos de cómo Hollywood invisibilizó en el pasado a las diferentes etnias y culturas en los castings y en las historias de sus películas. Hollywood nos ha enseñado a ser racistas y excluyentes e identificarnos más con personajes blancos cuando esto no forma parte de nuestra realidad. Pero pareciera ser que ahora Hollywood aboga por la inclusión en su agenda política y para los productores tener una sirenita afrodescendiente es hacer “justicia social”.
Jerussa Pozo escribe notas de cine y de artes para Brújula Digital.