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Cultura y farándula | 28/05/2025   06:00

|CRÍTICA|El cuarto mosquetero|Alfonso Gumucio Dagron|

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Una experiencia reciente en Colombia me hizo llegar a la conclusión de que la vida me ha regalado más satisfacciones fuera de Bolivia, que en mi propio país. Es una constatación, no una queja (además a quién le importa). Una constatación alentadora, puesto que el mundo es ancho y ajeno y he podido recorrerlo bastante y trabajar en desafíos que mi propio país no me hubiera permitido abordar, porque el rango de oportunidades es mucho más estrecho y está cruzado por intereses político o personales, y mezquindades de pueblo chico. 

Escribo lo anterior como exordio para hablar del trabajo formidable que realiza en Colombia el colectivo de comunicación popular El Cuarto Mosquetero, que adoptó ese nombre a partir de un texto mío del mismo nombre publicado en agosto de 2004 en la revista académica Investigación & Desarrollo, que edita la Universidad del Norte en Barranquilla. 

Por algún motivo que no logro entender a cabalidad, ese texto tuvo un mayor impacto que otros que he publicado sobre comunicación y cambio social. Se estudia en las universidades como texto de referencia e indujo a un grupo de jóvenes mujeres de Villavicencio, la capital del departamento del Meta, a crear en febrero de 2015 el “Colectivo de Comunicaciones Gumucio Dagron”, aunque luego optaron por conservar el nombre del texto y no del autor. Hicieron bien, lo que importa es el texto. Según me contaron cuando estuve con ellas en Villavicencio, a principios de mayo, no alcanzaban a pronunciar correctamente mi segundo apellido, lo cual no me extraña, me ha pasado muchas veces. 

Tuve la oportunidad, gracias a una invitación de la Universidad Javeriana de Bogotá para presentar mi libro El cuarto mosquetero (Plural, 2024), de viajar a Villavicencio y conocer de cerca el trabajo del colectivo de comunicación a los diez años de su creación. Aunque no pude visitar sus proyectos, quedé impresionado por la cantidad y calidad de las actividades realizadas en una década. 

El Cuarto Mosquetero tiene líneas de trabajo marcadas: paz, género, territorio, medio ambiente y cultura, y ha florecido hasta tener presencia en 28 de los 32 departamentos de Colombia, multiplicando sus procesos de comunicación popular al punto de que cuenta ahora con más de 200 voluntarios en diferentes municipios. Uno de sus proyectos importantes, con el que comenzaron su trabajo las fundadoras, es la capacitación de más de 920 “Reporteritos y reporteritas populares”, es decir, niñas y adolescentes que se convierten en comunicadores en sus comunidades. Otro proyecto significativo es la “Escuela itinerante de comunicación para la paz”, que ha llegado a más de 675 personas. Su papel fue muy importante durante el proceso de paz colombiano, difundiendo a nivel comunitario los ideales de la convivencia pacífica aún antes de la firma de los Acuerdos de Paz en 2016. 

Los principios que guían su trabajo están expresados en su misión: “Amplificar las voces de la pluriculturalidad, de quienes habitan en la periferia y ruralidad y en general de quienes tienen dificultad para acceder a medios de comunicación, desde el periodismo y la comunicación alternativa y popular”. Su visión hacia el 2030 es “tener presencia permanente en 5 de los 10 departamentos de la Amazorinoquía, que es la mitad del país y en donde más importancia tiene el trabajo de El Cuarto Mosquetero y su rol de amplificar las voces de la pluriculturalidad de quienes habitan en la periferia y ruralidad, para aportar a procesos de defensa de los derechos humanos y de transformación social”. 

Una parte importante del trabajo que realizan es audiovisual. Cuentan con una nutrida programación en radio, video y presencia permanente en las plataformas virtuales más importantes: Instagram, Facebook, Twitter (ahora X), YouTube, etc. aunque también publican impresos, por ejemplo, la serie de cuadernos de cuentos sobre temas ambientales escritos por las reporteritas y reporteritos, y la revista “Tinta violeta”, con breves textos sobre violencia de género, que es otro tema central en su actividad. Otras publicaciones se producen en los proyectos de formación que apoyan en diferentes municipios, como “Al día con Inedju” de la Institución Educativa La Julia del municipio de Uribe, o “El colectivo”, una producción de Medellín que ya llegó a su número 107, “periodismo para la utopía” producido por El Colectivo Comunicación Popular, otro grupo muy activo y comprometido.

En su desarrollo ha sido fundamental su vinculación con organizaciones sociales departamentales y nacionales, en particular aquellas que lucha por los derechos humanos y el medio ambiente, como ACER Agua Viva, Red Prodepaz, Comisión de la Verdad, Fundación Gabo, entre muchas otras. 

La política editorial del colectivo es explícita: “Como organización que hace comunicación y periodismo alternativa y popular de manera independiente, tenemos unos principios éticos y editoriales que deben cumplirse a cabalidad en cada una de las áreas de trabajo de El Cuarto Mosquetero. Es deber de la dirección, el equipo editorial, pero en general de cada uno de las y los integrantes de nuestro equipo, velar por su cumplimiento, pero también de nuestras audiencias y las comunidades con las que trabajamos, ayudarnos a garantizar siempre que vayamos por el camino trazado”. 

En la práctica destaca su compromiso con un periodismo con enfoque de género que rechaza contenidos homofóbicos, que perpetúen estereotipos, o justifiquen el machismo o las violencias basadas en género: “No solo hacemos comunicación, periodismo e investigación, sino también pedagogía para aportar a la erradicación de violencias basadas en género en nuestro país”. 

La rigurosidad y el compromiso con comunidades y poblaciones históricamente vulneradas son ejes de trabajo de ese periodismo que piensa en el territorio, con un decidido enfoque de DDHH: “La comunicación y el periodismo no pueden ser indolentes ni justificar las violaciones de derechos humanos, los hechos de desigualdad e incluso el beneficio de unos pocos a costa de las comunidades o los bienes comunes”. 

A ocho años de su fundación, en 2023, El Cuarto Mosquetero condujo una sistematización con el apoyo de entidades financiadoras cuyo acompañamiento fue fundamental para el crecimiento de la experiencia. Una batería de 46 preguntas, divididas en cinco categorías, fueron planteadas a aliados, líderes sociales, participantes en procesos formativos y a las propias protagonistas, un total de 67 entrevistas en profundidad y 14 encuestas y grupos focales que contribuyeron a construir un informe de sistematización que ha permitido a la organización plantearse objetivos y actividades hasta el año 2030. 

A lo largo de esos primeros ocho años de actividad el colectivo ha recibido varios reconocimientos y becas que han permitido consolidar su trabajo. La Fundación Gabo, el Premio de Periodismo SUMA, varios festivales de cine, el ministerio de Cultura y la propia Presidencia de la República figuran en la lista de instituciones que han otorgado premios. En noviembre de 2024, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, su 49 versión, entregó su galardón en la categoría Multimedia a El Cuarto Mosquetero por la investigación “Crisis, desarraigo y hambre: en el Guayabero nadie compra coca”. 

Al cumplir su primera década en 2025, El Cuarto Mosquetero recibió la certificación del Journalism Trust Initiative (JTI), desarrollada por el Comité Europeo de Normalización (CEN) y promovida por Reporteros Sin Fronteras (RSF), consolidándose como “una fuente informativa confiable y alineada con los más altos estándares de ética y transparencia periodística”.

“Transformando el territorio desde la comunicación popular” es una de las frases con la que se autodefine el trabajo del colectivo El Cuarto Mosquetero. Ello significa procesos que abarcan un conjunto de temas que están entrelazados a nivel comunitario, incluyendo el medio ambiente, la paz y la convivencia, el respeto por los derechos humanos y la dignidad de cada persona, la lucha de género, las diversidades, entre otros, a partir de la democratización de la palabra. 

Han pasado diez años desde que Lina Álvarez y Melissa Quiroga, dos estudiantes del último semestre de la carrera de Comunicación Social y Periodismo de la Corporación Universitaria del Meta (Unimeta), iniciaron procesos de comunicación participativa en las comunidades Villa Lorena y La Nohora en Villavicencio. Diez años de crecimiento continuo y expansión por el territorio de Colombia sin haber cedido en ningún momento en los principios que animan al colectivo. Esa consecuencia, por el contrario, ha permitido posicionarse y obtener apoyo de muchos organismos de cooperación, tanto de Colombia (por ejemplo, el Fondo Lunaria Mujer), como de otros países (la cooperación alemana) que confían en la pertinencia y en la seriedad de su trabajo. 

La huella que deja El Cuarto Mosquetero en centenares de adolescentes y adultos ahora involucrados en procesos de comunicación participativa y comunitaria, es un signo alentador para el próximo futuro de Colombia, y su ejemplo debería conocerse en otros países de la región. 

@AlfonsoGumucio es escritor y cineasta 





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