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28/01/2019
Tinku Verbal

Primarias: el día que los bolivianos se dejaron mamar

Andrés Gómez V.
Andrés Gómez V.

Hoy, domingo 27 de enero (27E), pasará a la historia como el día más ridículo de la historia democrática de Bolivia porque, por primera vez en 37 años, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) organizará unas elecciones que no elegirán a nadie ni nada. También pasará a la posteridad como el día que se impuso la chatura de un político sobre el bienestar y sentido común de todo un país.

En teoría, miles de militantes de partidos asistirán hoy a E-LE-GIR a sus candidatos a la presidencia y vicepresidencia para profundizar la democracia interna de sus organizaciones políticas. En la práctica, irán a votar –en su mayoría– sólo los masistas para reproducir el poder de la cúpula de su partido, lo que se supone que la Ley de Organizaciones Políticas debía romper.

Dicho de otro modo, sucederá una paradoja: la ley formulada para otorgar el poder de elegir a los militantes, les negará ese derecho para mantener el poder de las élites sobre las masas.

Sin embargo, la cúpula masista confía en que hoy creará entre sus militantes la sensación de haber participado en las decisiones del partido, cuando en realidad, los masistas de base no habrán decidido nada, sólo habrán votado para dar por bien hecho lo que ya fue decidido por la oligarquía azul que rota en los cargos de decisión del Estado desde hace 13 años. 

Hoy también se verá el poder de Evo Morales en su máxima desfachatez, pues, habrá impuesto su ambición personal sobre la voluntad de millones de bolivianos y bolivianas que expresaron su desacuerdo con su repostulación. Y poder, en términos dictatoriales, quiere decir: yo impongo lo que me da la gana y no me interesa lo que diga el pueblo. En cambio, poder, en términos democráticos, quiere decir: yo tengo límites: la Constitución y la voluntad de la sociedad. 

Pero, no es tan culpable quien impone, sino quien se deja imponer. Pero es más culpable cuando sabe que la imposición contiene una mentira del tamaño del universo y no dice ni siquiera con un hilillo de voz: no me mames tanto, ten piedad.

Que un capricho sea gratis, pasa; pero que cueste 27 millones de bolivianos y que ese dinero no sea del caprichoso, sino de las víctimas del engaño, en este caso, el pueblo boliviano, es inaceptable y execrable. Viene a ser como quitarle el pan de la boca a un niño famélico para ponérselo en la boca de un grasiento vicioso de la gula.

Las “primarias” de hoy serán, además, una prueba de que los gobernantes masistas consideran a los bolivianos y bolivianas una tropa de cojudos que se van a tragar el cuento de que las elecciones que no elegirán nada servirán para mostrar su “musculatura”, como si la democracia fuese una pasarela de egos físicos.  

Este 27E es un día de desprecio a tu inteligencia, una burla a tu capacidad de razonamiento y una epifanía extrema de la oligofrenia del MAS, cuya élite se da el lujo de mirarte por encima del hombro cual si fueras un pobre idiota que necesitas de su jefe como las ovejas de su pastor.

No había habido, desde los tiempos del tirano ignorante Mariano Melgarejo, tanto sinsentido en la política boliviana. Hoy será algo así como un homenaje de Morales a aquel caudillo que imponía su ambición de borrico en contra del bienestar de sus gobernados. 

A tal extremo llega la estupidez del poder que asegura que las “primarias” de este domingo sepultarán la decisión popular asumida en el referendo del 21 de febrero de 2016. 

En otras palabras, nuestro empleado number one nos está diciendo: Oigan, imbéciles, los votos de la tribu masista valen más que los votos de ustedes. 

¡Vaya! La democracia indirecta (liberal) vale más que la democracia directa (socialista). Por favor, al menos un poco de coherencia en el discurso que repiten mecánicamente respecto a la “democracia participativa” y “democracia representativa”.  

En suma, las primarias serán un acto de zaherimiento de un pueblo por parte de un político que cree que sin él tú no puedes existir porque te considera un desvalido que necesita de un gobernante protector, de un guía cuasidivino, de un benefactor como él que se alimenta del culto cuasimístico de una tropa de lacayos.

Morales competirá solo, pero terminará perdiendo porque su ego lenguaraz le ganará y porque tú no te dejarás engatusar.

Andrés Gómez Vela es periodista.



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