Datos de dos censos demuestran que los
indígenas ya no son mayoría en Bolivia. Dicho de otro modo, pasaron a ser
minoría. En el censo de 2001, el 62% de 8,3 millones de personas censadas se
autoidentificó perteneciente a algún pueblo indígena. Vale decir, 6 de cada 10.
En el censo de 2012, bajó a 41,7% de 10 millones de personas censadas. Es
decir, 4 de cada 10.
La tendencia proyecta que en el censo de marzo de 2024 bajará aún más el número de gente que se autoidentifica con algún pueblo indígena, salvo que el gobierno central haga alguna manipulación. Lo paradójico es que la reducción sucede en casi 18 años de un gobierno indígena que aplicó una sostenida propaganda y (re)presión para indigenizar a la sociedad boliviana. Los datos demuestran que fracasó, al menos hasta el momento.
El decrecimiento afecta incluso a los pueblos quechua y aymara:
La caída también se produce entre los pueblos de tierras bajas:
¿Cuál es la razón o las razones para esta disminución? Una de las razones puede ser el proceso de mestización que experimenta la población por la migración del campo a la ciudad. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) demuestran que 74 de cada 100 personas vivían en 1950 en el área rural. Esta cifra bajó a 42 en 1991; a 37 en 2001; y a 32 en 2012. Es casi seguro que bajará más en el censo de marzo de 2023.
Otra causa puede ser el cambio de percepción de uno mismo, pues la identidad muta de forma constante porque responde a realidades socioeconómicas e interacciones que terminan generando procesos interculturales (cultura 1 + cultura 2 = cultura 3 – mestizaje). La vida demuestra que uno nace con una identidad, crece con otra y muere con una distinta a la que nació.
Una tercera causa puede ser la vergüenza de sentir que ser indígena es sinónimo de ser masista y todos los defectos y virtudes que esta militancia trae consigo.
Sea cual fuere la causa, hoy la mayoría de la población boliviana se autoidentifica como mestiza. Ya en el último censo, seis de cada 10 bolivianos se autoidentificaron como mestizos, pero fueron invisibilizados por el Estado Plurinacional por razones ideológicas como sucedió en otros momentos de la historia de Bolivia cuando fueron vilipendiados.
Por ejemplo, en casi todo el primer siglo de la República el mestizo era rechazado porque era definido como una raza que había nacido de otras dos: la española y la indígena. Como tenía genes del conquistador, los unos lo consideraban malo. Como también tenía genes de los originarios, los otros también lo consideraban malo cuando en realidad era un mezcla de lo mejor de ambos.
Tatiana Elizabeth Santos, docente investigadora de la UMSA, describe que durante las décadas de 1826-1950 el mestizo se vio amedrentado por las otras manifestaciones culturales que no lograban incluirse al igual que el mestizo. “Una de las razones fue que el mestizaje incluía a todas las diversidades sin importar la definición de originario, esa fue la característica del mestizaje, lo que lo llevó a imponerse sobre toda manifestación cultural”.
Pese a todo, durante la construcción de la República, el mestizo fue ganando espacio en silencio. Sin embargo, hoy es invisibilizado por el gobierno indígena que borró de la boleta del censo de 2012 la autoidentificación mestiza para mantener la apariencia de que la mayoría de la población boliviana es indígena. Ya anunció que volverá a ningunear a los mestizos en el censo de 2024, pero será imposible que lo invisibilice en las elecciones de 2025.
Ha llegado el tiempo abierto de los mestizos no para contrastar con los indígenas, que se erigió como sujeto histórico sobre la creencia de considerarse “raza pura” (cuando la ciencia ya estableció que la raza humana es una sola), sobre el espejo retrovisor de resentimiento contra el invasor español, sobre el discurso de dueño legítimo de estas tierras y excluido de la vida pública del país.
Un mestizo no odia a su madre indígena tampoco a su padre español. Por naturaleza ama a ambos porque en sus genes no existe “pureza”, sino una mezcla que no data sólo de la invasión española, sino de mucho más antes.
Un caso real para graficar esta conclusión: En lo que hoy es Norte de Potosí vivía el pueblo Charca, que fue sometido por los quechuas antes de la conquista. De esa invasión, nacieron los primeros mestizos: Charca-Quechua. Estos mestizos conocieron a otros mestizos: los españoles (mezcla de romanos, árabes, etc.). Por ello, en esa región hay gente con rasgos ibéricos y quechuas. Lo propio en diferentes partes de Bolivia.
En mi caso, me autoidentifico como quechua, pero no como indígena (lo escribí hace años, lo recuerdo ahora). No me considero puro porque la pureza genera discursos de odio que terminan en limpiezas étnicas. Me considero mestizo porque mi lengua madre fue el quechua y mi lengua padre, el castellano.
No guardo ningún resentimiento a los primeros invasores de mi tierra, Pocoata, los incas, que me legaron lo suyo; tampoco contra los españoles, que también me dejaron su cultura. En aquel entonces sucedieron los hechos como sucedieron en otras latitudes del mundo donde hubo invasiones, conquistas e imposiciones. El pasado ya no se puede cambiar, el futuro sí. Hay que revisar el pasado para confirmar la identidad de nacimiento, pero no para volver al pasado porque es imposible.
En consecuencia, el mestizo es el nuevo y legítimo sujeto histórico. No sólo porque es mayoría numérica, sino porque es neutralizadora, integradora e inclusiva de los sujetos que polarizan en este momento Bolivia: indígenas vs k’jaras. No sólo porque es mayoría numérica, sino porque es el eje del ser boliviano.