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Sociedad | 12/04/2024

|CRÓNICA|Repaso a dos accidentes aéreos erróneamente considerados como atentados|Alberto Echalar|

|CRÓNICA|Repaso a dos accidentes aéreos erróneamente considerados como atentados|Alberto Echalar|

Accidente de Viloco (izq.) y de Laja.

Brújula Digital|12|04|24|

Alberto Echalar Ascarrunz

Podemos clasificar como accidente un hecho que, aun debiéndose a negligencia, falta de conocimiento o capacidad para lidiar con una situación de emergencia, o una conjunción de hechos fortuitos, derive en un evento catastrófico, pero sin mediar una intencionalidad de provocar este desenlace.

En cambio, un atentado es una acción que alguien planifica y realiza con el fin de crear una situación que produzca un daño a personas u objetos.

En nuestro país, dos accidentes han ganado el récord de versiones fantasiosas: el que llevaba al equipo de fútbol The Strongest y cayó en Viloco, y el que transportaba a un grupo de políticos, entre ellos el futuro presidente Jaime Paz Zamora. En ambos casos se habla, erradamente, de atentados con explosivos.

Se ha especulado muchísimo sobre el accidente de Viloco, ocurrido en 1969, y hasta circula el nombre de quien puso la supuesta bomba en el aparato.

Si analizamos a priori los datos conocidos de este evento coinciden perfectamente con un accidente que en la jerga aeronáutica se denomina CFIT por sus siglas en inglés (Controlled Flight Into Terrain) o en español Vuelo Controlado contra el Terreno.

En primer lugar, era un día a finales de septiembre conocido por ser el mes del humo (como se puede ver, los problemas del humo datan de mucho tiempo atrás en el país), y ese día en particular, la visibilidad horizontal (hacia adelante) estaba muy limitada.

En segundo lugar, la ruta de vuelo de Santa Cruz a La Paz no pasa sobre Viloco, el avión estaba desviado unas cuantas millas hacia el sur de su ruta, algo que una bomba no puede provocar.

En tercer lugar, cuando una bomba explota en un avión como para derribarlo, los restos de la aeronave caen desperdigados en muchos kilómetros, no contra una montaña y concentrados. En caso de sospecha de atentado es fácil encontrar los residuos del explosivo entre los restos.

A finales de los 60, la aviación comercial en Bolivia todavía no estaba completamente normalizada, tanto es así que el vuelo en cuestión volaba bajo reglas de vuelo visuales VFR (esto significa que no mantenía una aerovía determinada entre fijos de radionavegación y tampoco mantenía mínimos de nivel de vuelo de área ni niveles asignados por el control de tránsito aéreo, navegando solo por referencias visuales del piloto), y "reportó lateral" (cerca a) Cochabamba a solo 16.500 pies (algo más de 5.000 metros).

Ligeramente desviado a la izquierda de la ruta, se dirigió a una zona montañosa que tiene unos cerros aislados al noreste del macizo del Quimsa Cruz y que fácilmente, con poca visibilidad, baja altitud y ausencia de señales de radionavegación, pueden dar provocar que el piloto confunda su posición y lo incite a iniciar un descenso prematuro; ello provocó que impactara contra el Viloco.

Accidente de 1980

El segundo accidente con gran especulación es el que ocurrió el año 1980, de una avioneta Piper Aztec luego de su despegue del aeropuerto de El Alto y que tenía como pasajeros a un grupo de políticos, entre ellos, Paz Zamora.

En el caso del avión, el evento fue a todas luces un aterrizaje de emergencia, no un atentado, ya que fue realizado sobre una pista, la de Laja. Indudablemente tuvo el piloto algún problema con el desempeño de la aeronave que lo decidió a realizar este aterrizaje.

En la época del accidente se informó que personal del SEI (Servicio de Extinción de Incendios) del aeropuerto de La Paz, que tenía una torreta de observación muy cerca de la pista, reportó en la frecuencia de torre que humo negro salía de uno de los motores de la aeronave.

Este humo negro es consistente con un motor turboalimentado "ahogado", es decir que la inyección de combustible en el motor fue mayor a la presión de aire del “múltiple de admisión”, falla probable en motores que están siendo operados a grandes altitudes como es el aeropuerto de El Alto, fuera del rango de regulación automática de la inyección, y que por tanto se lo debe hacer manualmente. Aparte de la humareda, la desincronización de la mezcla aire-combustible provoca una considerable pérdida de potencia, motivo suficiente para que el piloto hubiera intentado buscar un lugar para realizar un aterrizaje de emergencia, pues a la altitud de El Alto, un Piper Aztec difícilmente puede continuar vuelo con potencia parcial.

La pista de Laja estaba situada a pocos kilómetros de la cabecera de la de El Alto, pero no en el mismo eje, por lo cual el piloto tiene que haber dirigido el avión, a propósito, hacia allí; tras ubicarla estando a baja altura y con la tremenda presión de la falla de potencia, el piloto realizó un aterrizaje no programado.

Hay que tomar en cuenta que la pequeña aeronave estaba con todo el peso bruto máximo de despegue (seis ocupantes, que era la capacidad completa del avión, aunque típicamente algunas personas aseguraron que ellas también deberían haber estado a bordo y que salvaron su vida de milagro), mucho combustible y con un motor sin potencia. Inclusive habiendo el piloto llegado a la pista de emergencia, el complicado aterrizaje fue tan brusco que rompió la aeronave al impactar con el suelo. 

Con mucho combustible, un motor “ahogado” y los escapes incandescentes, el fuego tuvo que haberse producido de manera instantánea. Solo pudo escapar de las llamas el pasajero sentado al lado de la única puerta (Paz Zamora) y gracias a que estaban en una pista, el instructor de un avioncito de escuela que sobrevolaba la zona aterrizó en la misma y llevó al pasajero a bordo de su aeronave al aeropuerto de El Alto, y así posiblemente le salvó la vida.

La figura política de los pasajeros alimentó entonces la hipótesis de que se trató de un atentado, pero si una bomba hubiera estallado a poco del despegue, el avión no se hubiera dirigido a la pista de Laja y los restos de la aeronave hubieran estado diseminados en el altiplano. A veces el cálculo político de una victimización de un líder puede interferir en una interpretación más apropiada de un accidente aéreo.

Alberto Echalar Ascarrunz es piloto TLA.



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