A pesar de la intención política del MAS de dejar atrás la República de Bolivia y establecer un Estado plurinacional, en la práctica la República sigue vigente en la estructura política, legal y social del país.
Brújula Digital|06|08|25|
Omar Chávez y Susana Peñaranda|
El presidente Luis Arce, al presentar el libro “Historia de Bolivia en su Bicentenario”, dijo que ahora recién se sentía representado, lo que quiere decir que los libros de historia existentes no lo representan, porque son libros de la historia de la República de Bolivia. Este arrebato de sinceridad nos muestra el oxímoron que carga el MAS. En la Asamblea Constituyente de 2006-2007, este partido estampó su “decisión política fundamental” de dejar “en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal”, como se lee en el Preámbulo de la Constitución. Después de que las baterías iliberales del masismo han disparado contra la institucionalidad democrática y habiendo los gobiernos del régimen político del MAS celebrado 15 aniversarios del Estado plurinacional, la República ya no tendría que existir, debería estar en el fondo del pasado, olvidado, superado, extinto, de un modo similar a lo que ocurrió con el zarismo que fue sepultado por el Estado soviético.
Pero, ¡la República sigue existiendo, medio destrozada, pero está de pie! Y hoy estamos celebrando su Bicentenario, aunque con muchos polizontes festivos que no tienen, al parecer, una festividad de patria propia.
La decisión política fundamental de “pasar de la República al Estado plurinacional”, es decir, de dejar “en el pasado al Estado colonial, republicano y neoliberal”, no se ha realizado. La República de Bolivia está vigente, no solo en el texto de la Constitución Política, sino, en la materialidad política. Está viva en los símbolos republicanos, como la silla presidencial, donde se han sentado los presidentes antirrepublicanos, en la medalla presidencial que lucieron varias veces los enemigos de la República, en el bastón de mando e incluso en el mensaje presidencial. La Republica está vigente en toda la institucionalidad política (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, el Sistema Electoral) donde se han acomodado para disfrutar de las mieles del poder político los políticos plurinacionales.
Además, la República esta enraizada en la vida cotidiana de la gente, a través de la tradición del Derecho Civil que establece las normas que rigen las interacciones entre personas, tanto físicas como jurídicas, involucradas en procesos referidos a los contratos, la propiedad, la familia las sucesiones, etc. Esta tradición legal se ha desarrollado como parte esencial de la República del mismo modo que todo el Derecho codificado. El constitucionalismo es intrínsicamente republicano ya que su núcleo está conformado por la soberanía popular, la participación ciudadana, la protección de derechos, la limitación del poder, la separación de poderes. Bolivia continúa organizándose sobre la base de una Constitución, y pese a que ésta es frecuentemente ultrajada, sigue siendo una República porque tiene una Constitución.
El MAS y sus ideólogos han trazado una ruta que solo existe en sus cabezas: el paso de la República al Estado plurinacional. No hay hechos ni una sólida teoría que sustente esta idea. Con todo lo que se ha hecho: autonomías indígenas originaria campesinas, elección de diputados por circunscripciones especiales, y reconocimientos de pueblos indígenas, no ha sido superada la República, el único fuste recto de Bolivia. Los masistas saben la futilidad de las otras medidas que supuestamente hacen al Estado plurinacional: la obligación de hablar un idioma nativo que no la cumplen, sus principales figuras que no pueden aprender a hablar uno de estos idiomas; la plurinacionalidad de los órganos del poder público, burlada ya que cualquiera puede aparecer como indígena con solo disfrazarse y autoidentificarse como tal, y los valores y principios de los pueblos indígenas como la rotación en el mando, que no son seguidos.
La idea del Estado plurinacional fue instalada en el seno del movimiento campesino independiente que emergió a finales de la década del 70 del siglo pasado, por un sacerdote jesuita español que cargaba en las maletas la diversidad territorial y cultural de su país. El MAS y los seguidores de lo abigarrado la han convertido en la han convertido en un instrumento de dominio y un mito sin una contrapartida historiográfica y sociológica. Es su becerro de oro, adorado solo por ellos, por eso, en cada concentración gubernamental, gritan: “!Viva nuestro Estado Plurinacional!”, como una idea de subgrupo.
Nuestros abuelos y padres celebraron el Centenario de la República, nosotros celebramos el Sesquicentenario de la República y celebramos el Bicentenario ¿Qué están celebrando quienes estamparon en la Constitución Política de 2009, la “decisión fundamental de “dejar en el pasado al Estado colonial, republicano y neoliberal” ¿Qué efemérides festejan los que difundieron la idea del tránsito de “la Republica al Estado plurinacional”?
El MAS al ponerse de la fila de la celebración del Bicentenario está mostrando un estado psicológico extremo de “ división de cohabitación del Cielo y el infierno, la felicidad en el filo de la navaja”. Están heridos porque saben que no han dejado atrás a la República. “El oxímoron revela el contraste de aquel que, al recibir un gran golpe, se adapta dividiéndose (…) reúne, en la desesperación, todo lo que puede seguir dando un poco de felicidad y sentido a su vida". La algarabía que muestran estos días de la celebración del Bicentenario expresa este estado psicológico.
Los masistas experimentan un conflicto interno al sostener creencias que se contradicen entre sí: por un lado, abogan por la ruptura con un pasado opresor y, por otro, participan en la celebración del sistema que han criticado. El MAS, en 20 años de dominio político, ha intentado hacer todo lo que Kundera señala en el epígrafe de esta nota, pero no ha conseguido que los bolivianos olvidemos que somos la República de Bolivia.