El complejo del templo de Palaspata mide aproximadamente 125 metros por 145 metros. Está compuesto por 15 recintos modulares dispuestos alrededor de un patio rectangular, o kancha, que posiblemente contenía una corte hundida cuadrangular.
Brújula Digital|25|06|25|
La naturaleza y el alcance de la expansión del Estado tiwanakota en los Andes durante la segunda mitad del primer milenio d.C. siguen siendo motivo de debate. Ahora, un equipo de arqueólogos ha reportado el descubrimiento de un complejo arqueológico ubicado a 215 kilómetros al sureste de Tiwanaku, donde ha sido hallado un gran templo modular.
El templo habría sido construido, según argumentan los autores, para controlar directamente el tráfico y el comercio interregional entre las tierras altas y los valles orientales de Cochabamba. El complejo representa un nodo de paso que materializaba el poder y la influencia del Estado de Tiwanaku, explica la revista Antiquity.
Las conclusiones del descubrimiento, liderado por investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania, EEUU, y colaboradores bolivianos, se han publicado en la revista Antiquity.
Los investigadores bolivianos son José M. Capriles, de la Universidad de Pensilvania, Sergio Calla, de la Universidad de Granada, España y Juan Pablo Calero, investigador independiente, además de Christophe Delaere, de la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica.
El complejo del templo de Palaspata mide aproximadamente 125 metros por 145 metros. Está compuesto por 15 recintos modulares dispuestos alrededor de un patio rectangular, o kancha, que posiblemente contenía una corte hundida cuadrangular.
La revista menciona que los módulos podrían haber albergado habitaciones o divisiones adicionales. La entrada principal del templo está orientada hacia el oeste, en alineación con el equinoccio solar. En la actualidad, un sendero local atraviesa la edificación, intersectando sus muros occidental y septentrional, dice la mencionada revista.
Los límites norte y sur de la estructura están definidos por el borde del espolón donde se encuentra el templo, que desciende abruptamente en ambas direcciones. Pequeñas variaciones en la elevación y en la vegetación del terreno permiten distinguir la estructura sobre el terreno. Las líneas de los muros son visibles como cambios sutiles en la densidad de rocas y la compactación del suelo. El muro perimetral, probablemente el elemento más visible, está delineado por losas de arenisca roja y cantos rodados de cuarcita blanca.
Se desconoce el origen exacto de estas piedras, pero muchas parecen talladas y pulidas. Según Antiquity, los investigadores de numerosas piedras han sido removidas para facilitar el arado agrícola y reutilizadas en construcciones cercanas, práctica común en otros sitios arqueológicos de la región.
Dos grandes acumulaciones de estas piedras, de unos cuatro metros de diámetro, se observan cerca de las esquinas noroeste y sureste del templo. Todos los muros se encuentran colapsados y se presume que combinaban mampostería de piedra con divisiones internas de adobe o tapia.
Los muros interiores son menos evidentes, aunque algunas alineaciones de rocas permanecen visibles. Por el tamaño de los recintos, es poco probable que hayan estado techados. La escala monumental del edificio se hace evidente en una reconstrucción hipotética con muros de tres metros de altura.
Se observaron artefactos en el interior del edificio, como fragmentos cerámicos de copas keru, tazones abiertos, jarras e incensarios elaborados con pastas de alta calidad y decorados con iconografía tiwanakota son comunes. También hay fragmentos de cerámica Yampara, Tupuraya, Mojocoya y otros estilos decorativos, lo que sugiere interacción con los valles interandinos.
También se observaron fragmentos de cerámica negra sobre rojo de Carangas, especialmente cerca de una posible torre funeraria post-Tiwanaku colapsada, situada en el extremo sur del espolón. Fragmentos de piedra turquesa y conchas marinas sugieren conexiones con el desierto de Atacama y el Océano Pacífico. La presencia de estos materiales confirma que el sitio está expuesto a procesos activos de erosión, agrega la revista.
Los investigadores descubrieron que hacia el este hay al menos tres terrazas adicionales con alta concentración de artefactos y elementos, incluyendo algunas tumbas de losa erosionadas. Actividades rituales y domésticas se llevaron a cabo en las terrazas orientales y las pendientes hacia el norte. La cerámica encontrada en estas áreas coincide con los estilos decorativos tiwanakotas hallados en la llanura aluvial.
La revista destaca que, en los Andes, la construcción de templos monumentales, plazas abiertas y complejos reticulares fue una forma efectiva de las sociedades en expansión para institucionalizar su control sobre territorios y poblaciones circundantes.
En el caso del Estado tiwanakota, los templos rectangulares en plataformas aterrazadas habrían sido una herramienta clave para expandir su hegemonía. Ejemplos similares existen a orillas del lago Titicaca, como en Lukurmata, Chucuperka y Chucaripupata, según la mencionada publicación.
Tiwanaku no solo fue un centro religioso poderoso, sino también un eje centrípeto para el comercio e interacción suprarregional. En las tierras altas del sur, sitios clave como Khonkho Wankane, Iruhito, Cerro Chijcha, Pajcha Pata y Jirappi Alto formaban parte de una red más amplia de conectividad política, económica y religiosa, facilitada por el uso de caravanas de llamas.
El patrón de distribución de estos sitios sigue las rutas del río Desaguadero y la vertiente occidental de la Cordillera Oriental, lo que facilitó el acceso a recursos específicos y al comercio interregional. No obstante, los templos en plataformas fuera de la cuenca del Titicaca son escasos, lo que limita la comprensión sobre el alcance real de la influencia tiwanakota.
Hacia los valles orientales de Cochabamba, la presencia tiwanakota se ha documentado principalmente en montículos habitacionales y cementerios. A pesar de que muchos de estos sitios han sido destruidos o alterados por el crecimiento urbano y la agricultura, excavaciones en lugares como Tupuraya, Piñami, Arani y Pirque Alto señalan una fuerte influencia tiwanakota.
La cerámica hallada en estos sitios suele ser una derivación local del estilo tiwanakota, con variantes decorativas y formas particulares. Algunos autores han planteado una influencia indirecta de Tiwanaku en la región, basada en patrones de asentamiento. Excavaciones en sitios residenciales como Sierra Mokho revelan que, durante el periodo de influencia tiwanakota, muchos asentamientos crecieron significativamente y se convirtieron en montículos que dominaban paisajes agrícolas extensos.
Evidencia paleoetnobotánica confirma que el maíz procedente de Cochabamba fue importado a Tiwanaku y empleado en ceremonias y banquetes. Otros bienes prestigiosos, como vasijas policromadas, sodalita e incluso plantas alucinógenas, también llegaron a Tiwanaku desde los Andes orientales, transportados por caravanas de llamas, concluye la revista Antiquity.
BD/RPU