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Sociedad | 21/04/2025   10:48

A 10 años de Laudato si': El llamado urgente del Papa Francisco por la preservación del planeta

Laudato si’ (2015) marcó un hito al vincular ecología, justicia social y fe. Francisco denunció el deterioro ambiental como un fracaso moral y llama a una 'conversión ecológica', exigiendo cambios sistémicos. La encíclica, trascendiendo lo religioso, influyó en debates globales sobre el futuro del planeta, dice el columnista Puka Reyesvilla.

Papa Francisco/EFE
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Brújula Digital|21|04|25|

Puka Reyesvilla

Publicada en 2015, Laudato si’ es una encíclica en la que el Papa Francisco reflexiona sobre el cuidado de la “casa común” y denuncia los efectos devastadores del deterioro ambiental. Con un enfoque integral, el texto articula la crisis ecológica con la pobreza, la justicia social y la responsabilidad intergeneracional. Francisco convoca a una conversión ecológica que no solo implica cambios individuales, sino también transformaciones estructurales en los modelos de producción y consumo. La encíclica fue reconocida por su lenguaje claro, su profundidad teológica y su llamado urgente a actuar frente a la emergencia climática.

El columnista y analista Puka Reyesvilla escribió este texto el año pasado:

Las encíclicas son los documentos más importantes, en términos de doctrina, que los papas elaboran durante el ejercicio pontificio. Aun siendo muy extendido el tiempo en el que tienen a su cargo el destino de la Iglesia, generalmente emiten una sola, misma que llega a ser una suerte de sello de su administración del Vaticano.

Concebidas, en principio, como cartas pastorales dirigidas a la feligresía sobre temas de la fe, exclusivamente –y, por tanto, de alcance limitado a los fieles católicos-, a partir del siglo XIX dieron un giro hacia “asuntos varios”, como se dice en el orden del día de una reunión. Desde entonces, las encíclicas, si bien se producen dentro del ámbito eclesiástico, suelen abordar, también, temas que van más allá del mismo abarcando un campo de influencia mucho mayor.

Antes de ocuparme de la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, mencionaré, a manera de antecedente, a dos de sus predecesoras, enmarcadas en la Doctrina Social de la Iglesia, correspondientes a los siglos XIX y XX.

Se trata de las célebres “Rerum Novarum” (León XIII, 1891) y “Laborem Exersens” (Juan Pablo II, 1981). La pongo juntas porque ambas se ocupan, en general, de “lo social” y, en particular, del trabajo, abordando asuntos de carácter económico y político. La primera sirvió, inclusive, como inspiradora de corrientes políticas (socialcristianismo, democracia cristiana). Podría decirse que la segunda recoge, en buena medida, preceptos de aquella como la dignidad del trabajo y ambas coinciden en su crítica tanto a los excesos del capitalismo como al marxismo.

Para referirnos a Laudato si’ (Alabado seas), hay que tener el cuidado de, si acaso uno tuviese reparos respecto al rol que el pontífice dio al Vaticano, de separar una de otro. Independientemente de la persona, el documento es un texto de enorme valía para la humanidad. Una vez más, la carta papal excede el ámbito de lo confesional para tratar asuntos terrenales –en este caso, nunca mejor dicho– apoyada, por supuesto, en la doctrina eclesiástica. Por tanto, su influencia y sus prescripciones son de alcance general al género humano.

Laudato si’ da la línea para repensar la relación seres humanos –madre tierra y actuar en consecuencia–. Tal es su importancia que ha permeado las discusiones medioambientales en todo foro, no siempre acompañadas de la voluntad política para adoptar sus orientaciones.

Así pues, se constituye en un llamado casi desesperado a las personas, instituciones y Estados (a través de sus respectivos gobiernos) a involucrarse en el cuidado y la preservación del planeta como la casa de todos –la Creación, en términos de la fe–; en el mejor sentido de sostenibilidad, integra lo social, lo económico y lo propiamente ambiental.

Aspectos como la contaminación, la deforestación y, fundamentalmente, la explotación irracional e incontrolada de los recursos naturales, tienen preponderancia en “la laudato”. Dicho de manera amplia, todo aquello que ahora es parte de la causa medioambientalista, y su correspondiente “plan de acción”, se encuentra en ella.

Más allá de la reflexión, siempre importante, esta encíclica es un llamado a la acción a los fieles, en primera instancia, y a la humanidad en su conjunto, sin distinción alguna. En este sentido, en más de un análisis de la misma, se la ha calificado como “poderosa”.

Adentrándonos en los fundamentos filosófico-confesionales de la carta, vemos que la misma vuelca la balanza en favor del ecologismo integral en oposición al antropocentrismo –quien piense que las Escrituras contienen un discurso unitario al respecto, está completamente errado–. 

En los textos bíblicos se puede encontrar un sinnúmero de contradicciones, entre la que se encuentra, justamente, la mencionada, repartida en varios libros y versículos, unos más inclinados al antropocentrismo y otros, a lo que llamamos ecología. Cuestiona, asimismo, con el dualismo cartesiano al ser considerado éste como el causante de la poca consideración que el ser humano para con su entorno.

Laudato si’ cumplirá pronto 10 años, goza de plena vigencia y señala un camino, arduo pero generoso, para conciliar los intereses personales con la preservación de la casa grande.

BD/RED





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