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Brújula Digital|27|10|24|
El documental “La Huida”, que incluye entre otras cosas el testimonio de Pedro Lima Salazar sobre su experiencia como novicio en la Compañía de Jesús en los años 90, fue proyectado ante un público en silencio y conmovido en la ciudad de Santa Cruz debido a los relatos que contiene sobre pedofilia y encubrimiento.
El documental muestra que, tras una condena judicial en España por abuso infantil, la Compañía de Jesús optó por enviar al sacerdote Tó Gonzalez a Bolivia, lejos del escándalo mediático, en lugar de sancionarlo o expulsarlo de la orden. Muestra también cómo representantes jesuitas encubrieron los crímenes sexuales cometidos por Tó Gonzalez y otros miembros de la Iglesia.
Francesc Jufresa, en una de las escenas más impactantes del documental, describe la política de silencio de los jesuitas como una práctica mafiosa de “omertá”, un código de silencio que busca mantener la impunidad de los abusadores en la orden.
El comunicador y docente Francisco Sosa escribió una crónica al respecto que se puede leer aquí.
Según Jufresa, al no “limpiar y depurar” a quienes cometieron crímenes, la Compañía de Jesús podría enfrentar cargos de “organización criminal”, afirmación que queda en el aire como un llamado a la justicia.
La Compañía de Jesús ha pedido perdón públicamente y se compromete a revisar sus archivos para determinar responsabilidades.
El testimonio de Lima Salazar, quien colaboraba sin saberlo con Tó en sus “entrevistas de acompañamiento” a niñas aymaras, se convierte en el eje de la historia que se despliega ante los espectadores.
Encubrimiento y redes de poder
Aunque las autoridades jesuitas han negado tener conocimiento de los delitos de Tó, el diario El País de Madrid publicó recientemente testimonios que contradicen esta postura y describen a Tó como “un depredador compulsivo”, dice la crónica de Sosa.
La producción de “La Huida” (“La Fugida”, en catalán), dirigida por Josep Morell, Guillem Sánchez y Marc M. Sarrado, indaga en las estrategias que implementaron los jesuitas para desviar la atención pública y proteger a sus miembros implicados en abusos.
Pau Vidal, delegado de los jesuitas en Barcelona, reconoce en el documental que la Compañía de Jesús optó por una “cultura del silencio” para preservar la imagen de la institución.
El impacto en Bolivia
Según señala Sosa, una vez en Bolivia, Tó Gonzalez fue asignado como vicario en la capilla Virgen Milagrosa de la Diócesis de El Alto. Su llegada fue enmarcada en términos de misión humanitaria, destacándose su “lucha” contra loteadores y su servicio en barrios pobres, lo que le permitió ganar la confianza de la comunidad.
Durante sus años en Bolivia, ocupó importantes cargos, incluyendo la dirección de Caritas El Alto y la coordinación del Departamento de Planificación de Fe y Alegría, instituciones que, irónicamente, lo pusieron en contacto frecuente con menores.
Las prácticas de Tó Gonzalez en Bolivia siguieron patrones similares a los que motivaron su condena en España. En el documental, una de las víctimas recuerda haber salido llorando de su “entrevista de acompañamiento” con él, mientras que Lima Salazar narra cómo Tó desestimaba las preocupaciones sobre el sufrimiento de las menores.
La Compañía de Jesús nunca alertó a las autoridades locales sobre los antecedentes de Tó, y durante años se mantuvo la imagen de él como un líder respetado de la comunidad.
La respuesta de los jesuitas y de las víctimas
“La Huida" muestra también la versión de otros afectados y familiares que, pese a la falta de apoyo institucional, denunciaron los abusos de Tó.
Alessandra Martín, una de las víctimas españolas que denunció a Tó en 1992, y su madre, Carmen Mesas, relatan la falta de apoyo y las trabas impuestas por la Compañía de Jesús en Barcelona cuando hicieron pública la denuncia.
La crónica de Sosa señala que la respuesta de los jesuitas incluyó presiones para cambiar de escuela a la niña en lugar de tomar medidas contra el sacerdote.
A pesar del dolor y la resistencia, Alessandra logró contar lo sucedido a su madre, quien encontró respaldo en el abogado penalista Francesc Jufresa. El documental muestra cómo, lejos de admitir la responsabilidad, la Compañía de Jesús atacó la credibilidad de la víctima y la desacreditó ante la comunidad escolar.
Bolivia, el país de los “destinos distantes”
El documental profundiza en la lógica de las transferencias de los jesuitas, revelando documentos internos de la orden que sugieren que “para evitar el escándalo” se opta por enviar a ciertos miembros a “lugares distantes”.
La tesis doctoral de la antropóloga Carmen Salcedo, citada en el documental, explica cómo los jesuitas profesos, aquellos que alcanzan los más altos votos en la orden, como Tó Gonzalez, ocupan puestos de poder y responsabilidad en sus misiones. Esta estructura contribuye a que se perpetúe el silencio ante abusos, aprovechando los rangos de sus miembros para mantener la jerarquía institucional.
En 2017, Tó Gonzalez falleció a los 82 años en Cochabamba, Bolivia, tras una vida de servicio que algunos observadores han interpretado como una estrategia de la Compañía de Jesús para proteger a un pederasta.
Aún hoy, la Comunidad Boliviana de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesial, una organización local de víctimas, continúa exigiendo justicia para quienes no lograron obtener reparación en vida y buscando responsables de la falta de acción frente a los abusos cometidos.
BD/RPU