Brújula Digital|26|10|24|
Gary Prado Araúz
Cualquiera que conozca nuestra historia e instituciones dirá que el autor está loco, porque el Servicio de Reencausamiento de Aguas y Regularización del Río Piraí no tiene ninguna vinculación con la situación de nuestros bosques arrasados por los incendios provocados.
Pero no es locura, es provocación. Desde el turbión de 1983 que dio origen al SEARPI nuestro departamento no había sufrido un desastre de tanta magnitud e impacto hasta la ocurrencia de los incendios de los bosques y praderas cruceños.
La respuesta institucional al desastre de 1983 fue la creación de este servicio de la entonces Corporación de Desarrollo que fue encomendado a diagnosticar e implementar los trabajos técnicos de control de la cuenca del río Piraí y evitar que se repitan los turbiones con su secuela de muerte y devastación. Más de ochocientas personas murieron entonces y miles se vieron afectadas, además de las pérdidas en infraestructura y emprendimientos.
Hoy, no sólo Santa Cruz, sino Bolivia toda, ha perdido más de 10 millones de hectáreas por el fuego a manos de los ecocidas. La tardía, endeble y penosa respuesta del Estado tiene que ser contrastada con la prospección, estrategia y audacia que nos ha caracterizado en Santa Cruz.
Llegó el momento de pensar en la creación de un servicio departamental encomendado a la recuperación de los bosques devastados. Urge hacerlo. Primero para diagnosticar la situación científicamente; luego, para planificar cómo y con qué se debe actuar en el futuro inmediato para evitar que estos hechos se repitan.
Adicionalmente, debe crearse una brigada o varios batallones de bomberos que desde ya hasta el próximo año estén capacitados para atacar los incendios y evitar su propagación. Ese es un servicio que de modo concurrente deben pagar la gobernación y los municipios de zonas afectadas. Ninguna excusa presupuestaria es válida para dejar de aportar.
En cuanto a la recuperación de los bosques, los expertos dicen que son procesos largos y, en algunos casos, se producen de manera natural. Sin embargo, los mismos estudiosos dicen que es posible cooperar con la naturaleza e intervenir en determinados aspectos que aceleren el proceso.
Controlar la erosión; restaurar el suelo; revegetar las zonas con plantas nativas; monitorear y mantener el proceso de recuperación; recuperar y reinsertar fauna. Son algunos de los pasos que se deben seguir.
Está en manos de los profesionales del área y de la academia, el diseño puntual de las actividades, los programas y los planes. En los gobiernos departamental y municipales el financiamiento y la gestión internacional de recursos de ayuda y cooperación, que siempre está dispuesta a contribuir en estas causas de efecto planetario.
Mucho no podemos esperar de los órganos de nivel nacional, pero quizá nuestros parlamentarios podrían generar una Ley como la que dio origen institucional al SEARPI.
Seamos claros. Perdimos una inmensa cantidad de patrimonio natural que no podemos dejarlo en manos de los avasalladores y traficantes de tierra. Al menos, que no les sea fácil.
Gary Prado Araúz es abogado diplomado en Altos Estudios Nacionales.