Las mujeres de Zongo se alzan como defensoras del territorio en su lucha contra más de 500 cooperativas mineras. Con una rica herencia cultural y un compromiso con la justicia indígena, enfrentan la amenaza del extractivismo y el cambio climático.
Marcela Quisbert se funde en un abrazo con otro comunario de Zongo, luego de que un fallo del TCP saliera a favor de la defensa de su territorio. Foto: Adriana Gutiérrez
Brújula Digital|05|10|24|
Adriana Gutiérrez Ampuero
Reportaje realizado en el marco del Fondo de Apoyo periodístico “Crisis climática 2024”, que impulsan la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC) y Fundación Para el Periodismo (FPP).
Zongo es un remoto y hermoso valle enclavado en el corazón de la Cordillera Real, a solo 56 kilómetros de la bulliciosa ciudad de La Paz. Sin embargo, llegar allí es un verdadero desafío. El camino es serpenteante, a través de montañas imponentes, donde la niebla y la vegetación exuberante crean un paisaje casi mágico, reminiscentes de los Yungas.
La ruta es escarpada y, a menudo, intransitable, lo que requiere planificación y determinación para emprender el viaje.
A medida que una se adentra en Zongo, la sensación de aislamiento se intensifica: las miradas cautelosas de los lugareños y la desconfianza hacia los extraños son palpables, recordando que este es un territorio que han protegido celosamente frente a las amenazas externas, en particular la minería.
“La tierra es más que un recurso, es nuestra madre. Cada vez que un minero llega, sentimos que nos arrancan un pedazo de nuestra alma. Luchamos no solo por nuestro territorio, sino por nuestra identidad”, dice Marcela Quisbert, comunaria de Zongo y una de las defensoras ambientales, mientras muestra todos los papeles envueltos en un aguayo.
El impacto de la minería en Zongo
Zongo, un refugio de biodiversidad en el municipio de La Paz, oculta la expansión implacable de la minería de oro y de otros minerales. Las actividades mineras se han infiltrado en las zonas más inaccesibles, mientras las comunidades indígenas luchan por resistir la amenaza extractivista que pone en peligro su tierra y su vida.
Lo que alguna vez fue una región dedicada a la agricultura y al uso sostenible de los recursos naturales, ahora enfrenta una lucha desigual contra más de 500 cooperativas mineras, que operan con poca o ninguna regulación, según datos del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz.
En sus inicios, la localidad explotaba pequeños recursos, principalmente para cubrir el autoconsumo de las comunidades aymaras que habitan la región. Sin embargo, con el auge del extractivismo en Bolivia, la minería comenzó a expandirse utilizando métodos agresivos que no solo devastan el ecosistema, sino que también ponen en peligro la cultura y la vida de los habitantes.
La resistencia de la comunidad indígena de Zongo
En 2010, las 35 comunidades de la Central Agraria de Zongo tomaron una decisión histórica: expulsar al empresario minero Oscar Bellota. Este fue un paso crucial en su resistencia, aunque tuvo un alto costo: los líderes de la comunidad fueron perseguidos y encarcelados, pero lograron transferir los casos a la jurisdicción indígena, consolidando un precedente en su lucha. Esta historia forma parte del documento elaborado por el antropólogo especializado en sistemas de justicia indígena Pedro Pachaguaya, titulado La defensa territorial desde la jurisdicción indígena de Zongo.
El conflicto se remonta a los años 60, cuando Bellota se asentó en estas comunidades para explotar la mina y comenzó a extraer la scheelita, un mineral formado por wolframio y calcio.
Con el tiempo, el empresario fundó la mina Mauricio Alexander. La scheelita tenía una alta cotización en el mercado debido a su uso en la industria espacial, armamentística y electrónica, por su gran resistencia al calor.
Según los comunarios, la explotación minera provocó la contaminación del río Zongo, tráfico de tierras, deforestación y atropellos a los derechos laborales de sus trabajadores.
Posteriormente, Bellota creó la Cooperativa Minera 28 de Octubre, ubicada en la mina Alexander, que se encontraba en las comunidades de Cahua Grande y Cahua Chico.
La Resistencia de Zongo: Justicia indígena contra el poder extractivista
“La mayoría en la ciudad no sabe que gran parte del municipio de La Paz es rural, y que son las comunidades aimaras quienes han trabajado estas tierras desde tiempos ancestrales”, explica Pachaguaya.
Las cooperativas mineras que operan actualmente en Zongo están promoviendo un modelo extractivista que ignora tanto la naturaleza como las decisiones comunales.
La importancia de la justicia indígena en la defensa del territorio
Para proteger su territorio, las comunidades han recurrido a su sistema de justicia indígena. En este sistema, las autoridades rotan y participan activamente en procesos judiciales propios, reafirmando su derecho a decidir sobre su futuro.
Según los comunarios, ante la sistemática presencia de una cooperativa minera en su territorio decidieron organizarse para limpiar y recuperar sus tierras. Sin embargo, esta acción desencadenó un violento ataque por parte de los mineros. La Policía fue al lugar, pero solo detuvo a nueve campesinos y a ningún miembro de la cooperativa minera.
A pesar de que la jurisdicción originaria de Zongo tiene reconocimiento constitucional y, de acuerdo con la Constitución Política del Estado, goza de la misma jerarquía que la justicia ordinaria, las comunidades continúan enfrentándose a un sistema que frecuentemente favorece a los intereses mineros.
Mujeres líderes en la defensa del medio ambiente
Marcela Quisbert es una de las figuras clave en la defensa del territorio. Nacida y criada en Zongo, desde niña aprendió que la tierra es más que un recurso; es un ser vivo con una voz propia.
“Cada planta, cada animal, cada montaña tiene su espíritu”, afirma con convicción.
Además de ser una defensora incansable del territorio, Marcela es una partera experimentada, un rol que heredó de su madre y su abuela. Ha asistido en más de 100 nacimientos, y cada uno lo vive como un ritual sagrado.
“Cuando un niño nace sano, es como si la tierra nos bendijera con una nueva oportunidad”, reflexiona.
Sin embargo, la minería ha afectado su entorno natural. Las plantas medicinales que utiliza están desapareciendo, y esta amenaza pone en riesgo no solo a su comunidad, sino al 80% del pulmón de La Paz.
“Como madres, debemos luchar por el futuro de nuestras generaciones”, enfatiza, haciendo un llamado a otras mujeres para unirse a su causa.
Eusebia Zambrana y su rol en la lucha comunitaria
Junto a Marcela, destaca otra defensora: Eusebia Zambrana. Su conocimiento de la jurisdicción indígena ha sido fundamental para enfrentar los desafíos legales impuestos por las empresas mineras y el Estado.
A pesar de que el Tribunal Constitucional ha ignorado fallos favorables a su comunidad, Eusebia no ha dejado de luchar.
Hablar de su lucha le arranca lágrimas, recordando cómo su esposo la abandonó cuando comenzó a defender su territorio y cómo sus hijos le piden que no toque el tema en casa, tras haber tenido que abandonar la comunidad por las constantes amenazas de los mineros.
Zambrana, jueza indígena, organiza talleres para educar a las mujeres sobre sus derechos y el impacto devastador de la minería. Aunque muchos han abandonado el lugar por temor a represalias, ella se mantiene firme.
“Nos persiguen porque no les conviene que sepamos defendernos, nadie de la comunidad quiere hablar y menos con la prensa por eso nosotras estamos decididas a defender lo que nuestros ancestros nos dejaron”, dice.
Edwin Limachi, juez indígena de Zongo, ha sido testigo directo de la larga y ardua lucha de las comunidades por la defensa de su territorio frente a las invasiones mineras. Desde su rol en la jurisdicción indígena, él ha observado de primera mano cómo la justicia ordinaria ha sido constantemente influenciada por intereses externos.
“La justicia ordinaria está empapada de corrupción”, lamenta, señalando cómo, a pesar de las evidencias y los fallos a favor de las comunidades, muchas decisiones judiciales han sido ignoradas o manipuladas en favor de los mineros.
Este sesgo institucional ha generado una profunda desconfianza hacia el sistema estatal y ha reforzado la importancia de la justicia indígena como mecanismo de defensa territorial.
Limachi resalta, además, el rol fundamental que las mujeres de Zongo han jugado en esta resistencia. A su juicio, ellas no solo son el corazón de la comunidad, sino también las líderes más decididas en la defensa de su territorio.
“Decir que son grandes luchadoras queda pequeño”, afirma, reconociendo que su valentía y perseverancia son el motor de la resistencia.
Estas mujeres han enfrentado amenazas, violencia y la indiferencia del Estado, pero siguen al frente, organizando a la comunidad y defendiendo los derechos ancestrales. La lucha de las mujeres no solo es por la tierra, sino también por la vida, el futuro de sus hijos y la preservación de su cultura.
BD/
Para leer la primera nota de apoyo ingrese aquí
https://brujuladigital.net/sociedad/-los-derechos-de-las-mujeres-indigenas-y-la-lucha-contra-la-crisis-climatica
Para leer la segunda nota de apoyo ingrese aquí
https://brujuladigital.net/sociedad/la-pausa-ecologica-una-solucion-propuesta-ante-la-crisis-ambiental
Para leer la tercera nota de apoyo ingrese aquí
https://brujuladigital.net/sociedad/mujeres-en-pie-de-lucha-fallo-historico-respaldando-a-zongo-y-su-defensa-del-territorio