En América del Sur, casi la mitad son niños inmigrantes venezolanos. Sin embargo, hay grupos más pequeños que se desplazan desde Cuba y Nicaragua, otros que se mueven dentro y fuera de Bolivia, Chile, Ecuador y Perú, y otros que llegan desde África y Asia
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Washington | Voz de América |07|09|23|
La migración infantil en América Latina y el Caribe se ha convertido en una de las crisis mundiales más grandes y complejas, con números récord de menores que se desplazan a través del continente en búsqueda de una mejor vida, con o sin sus familias, según una alerta infantil emitida el miércoles por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
El reporte detalla que en la actualidad existe más diversidad en las nacionalidades y trasfondo de los niños migrantes en América Latina “de lo que se había visto en décadas”.
“De manera alarmante, la violencia de las pandillas, la inestabilidad, la pobreza y los acontecimientos relacionados con el clima se están apoderando de la región y empujando a más niños a abandonar sus hogares”, dijo el director de UNICEF para América Latina y el Caribe, Garry Conille.
“Cada vez hay más niños en movimiento, de edades cada vez más tempranas, a menudo solos y de diversos países de origen", afirmó.
La selva del Darién entre Colombia y Panamá, la migración saliente desde Venezuela y los puntos de tránsito clave en el norte de Centroamérica y México, son los tres puntos clave de desplazamiento en los que se encuentran los niños, según UNICEF.
En los primeros seis meses de 2023, más de 40.000 niños cruzaron la selva del Darién, lo que hace este el año con más cruces infantiles registrados.
Un informe previo publicado por la oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas (ACNUDH), detalla que más de 330.000 personas han cruzado la peligrosa selva del Darién este año, y de ellos, uno de cada cinco eran niños.
Un 91 por ciento de los niños que se desplazan por estos puntos de tránsito clave, según UNICEF, tienen menos de 11 años. Sólo el año pasado, al menos 92 niños migrantes murieron o desaparecieron mientras transitaban por América Latina y el Caribe, “más que cualquier otro año desde 2014”.
“Cada vez más, los gobiernos y los socios humanitarios deben priorizar la unidad familiar, el interés superior del niño, la identidad legal y el acceso a servicios que salvan vidas al desarrollar e implementar respuestas políticas”, expuso la agencia.
Los riesgos que acechan a estos menores durante su viaje al norte abarcan desde la explotación sexual hasta diferentes formas de trabajo infantil para pagar a coyotes los sobornos.
Aunque en todo el mundo los niños representan menos del 15 por ciento de la población migrante, en América Latina y el Caribe los menores son un 25 por ciento de las personas en movimiento, apuntó el reporte.
En América del Sur, por ejemplo, casi la mitad son niños inmigrantes venezolanos. Sin embargo, hay grupos más pequeños que se desplazan desde Cuba y Nicaragua, otros que se mueven dentro y fuera de Bolivia, Chile, Ecuador y Perú, y otros que llegan desde África y Asia.
El movimiento de niños hacia el norte ha tenido su reflejo en el número de detenciones de menores en la frontera sur de EEUU. Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), en el año fiscal 2021 detuvieron a más de 149.000 niños. Al año siguiente, el número aumentó a más de 155.000.
En lo que va del año fiscal 2023, las autoridades fronterizas han detenido a más de 83.000 niños migrantes en la frontera.
“Cuando los niños y las familias son devueltos por la fuerza a sus países de origen sin la protección adecuada, pueden enfrentar alguna combinación de estigmatización y exclusión social y económica”, detalló UNICEF. Aseguró que estas detenciones y remociones de niños los exponen a reencontrarse con “la misma o peor” situación de la que intentaban escapar en sus países, como pobreza y violencia.
La agencia aseguró que esto lleva a que muchas de las personas que son removidas intenten volver a viajar para escapar del empeoramiento de sus circunstancias.
Necesidad humanitaria en Venezuela
En Venezuela, por ejemplo, UNICEF estima que hay más de 3,8 millones de niños en necesidad de asistencia humanitaria.
El informe también hace referencia a “ciclos de desventaja” que han perpetuado la migración en los países de América Latina. En Centroamérica, por ejemplo, la violencia y falta de acceso a educación de calidad; en Venezuela, el acceso irregular a agua potable y electricidad, así como la contracción de la economía, fenómeno que se repite en Haití.
Los desastres climáticos como las inundaciones, sequías, huracanes y terremotos, además de la pandemia, también han sido factores de movilidad.
Además de los riesgos derivados de la violencia, los niños migrantes también se enfrentan a tener que caminar durante días o incluso semanas mientras cruzan diferentes países, en muchos casos “hacen este viaje con cantidades insuficientes de alimentos y acceso limitado a agua potable, alojamiento y saneamiento”, resaltó UNICEF.
Ante esto, los niños corren riesgos de sufrir diarrea, enfermedades respiratorias, deshidratación por la falta total de agua potable, enfermedades transmitidas por insectos y ataques de animales salvajes, advirtió.
Una población adicional en riesgo son los niños indígenas, quienes “no tienen acceso adecuado a servicios de protección tanto en los países de tránsito como de acogida”. Niños indígenas de Guatemala, por ejemplo, han tenido que realizar trabajo infantil mientras migraban a través de México.
UNICEF urgió a los países miembro de las Naciones Unidas a invertir en los países de origen de la migración para mejorar el acceso a servicios y prevenir las violencias o faltas de oportunidades que llevan a este fenómeno, así como expandir vías legales de migración para niños y familias, fortalecer servicios fronterizos dedicados a los niños y combatir la xenofobia.
BD/AGT