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Política | 15/07/2024

|OPINIÓN|26 de junio: del dilema al trilema|

Brújula Digital|15|07|24|

José Luis Contreras

“Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos". (Utopía de un hombre que está cansado). Jorge Luis Borges

En literatura, utilizar la mentira para encubrir o exponer la verdad es un artificio reconocido y, dependiendo de la sutileza del relato, celebrado: Edgar Allan Poe, Jorge Luis Borges, et. al. La bipolaridad entre la mentira y verdad es amplificada en telenovelas y culebrones, provocando en el público gozo e indignación al reconocer como la mentira encubre la verdad que, al final, es derrotada.

En la arquitectura básica del culebrón se necesitan mínimamente dos ejes sobre los cuáles se desarrolla la trama. Por su medio se lleva a cabo la acción, se arman y exponen alianzas, seguro que algunas engañosas, hasta que, por lo general, una se impone, mejor si es a último momento para el deleite de la audiencia, no sin antes dejarnos unas migas que nos hacen un guiño para la próxima temporada.

Lo que nos lleva al tema del golpe, si fue una mentira, ¿qué verdad quiso esconder?

En una esquina, el presidente Arce que unos días antes nos indicaba que “no sólo prometemos, nosotros lo hacemos, trabajamos calladitos… no queremos los aplausos, lo que queremos es que la calidad de vida de los bolivianos mejore cada día”.

En la otra esquina, un sinnumero de demandas sectoriales desgarbadas alrededor de la crisis económica que se amontonaban hacia un mes de julio complejo con una oposición política tímida que solo hacía eco de la situación sin pronunciarse explícitamente sobre la crisis y/o alternativas políticas válidas y creíbles. Esta inacción (mal) justificada en la falacia que “sobra el tiempo” para las alianzas, definiciones y elecciones del 2025: entrevistas de Cabildeo Digital a Carlos de Mesa y Juan del Granado en junio, antes de los eventos del 26.

Inmediatamente el general Juan José Zúñiga se retira del Palacio Quemado, el presidente recibe no solo el aplauso de los que concurrieron a plaza Murillo sino vivas cuando denuncia la derrota del accionar de Zúñiga y su atentado al bien común (la democracia). La oposición, sin narrativa propia, hace la misma denuncia.

Los días posteriores nos trajeron la ya clásica exposición de los elementos de juicio y entramados (incluyendo una patética lección del ministro de Gobierno de lo que es un golpe) que lleva al Gobierno a calificar el accionar de Zúñiga como un golpe orquestado por la clásica “derecha” con referencias circulares a noviembre 2019 y al llamado de estar en “permanente alerta por la democracia.”

¿Qué verdad quiso esconderse?; sin duda, la frustrada narrativa que no hay crisis, y/o que el modelo económico funciona y/o que el gobierno goza del respaldo popular desinteresado del poder, etc., etc.

Como indican los manuales, la erosión de la legitimidad de origen (casi 4 años de arcismo) debería ir compensándose con la legitimidad del ejercicio del poder. Es decir, con éxitos de gestión. En ausencia de resultados entonces, se genera legitimidad, apropiándose del bien común, la democracia, indicándose que todos que dudan de la versión oficial del 26/6, son antidemocráticos y como bono adicional les salió que Evo Morales estaba alineado con Javier Milei al coincidir ambos que fue autogolpe.

¿Qué queda? En lo económico un peor escenario. En lo político, en ausencia de un cuestionamiento explícito y efectivo de la oposición a la narrativa gubernamental de los eventos del 26 de junio, el relato oficial pasa por verdad en el imaginario colectivo.

Volviendo a las telenovelas, para provocar una reacción y/o demostrar una posición, hay que sacudir el entorno para ver si es que el otro reacciona y, si lo hace, como y en base a ello (re) posicionarse.

Si antes el país vivía un dilema de las realidades económicas contra las posibilidades políticas de intentar resolverlas, ahora, Bolivia, sacudida, se ha posicionado frente a un trilema añadiéndose la institucionalización del autoritarismo de un autoproclamado defensor de la democracia, lo cual pone, en mi opinión, en serias dudas la legitimidad de las elecciones del 2025.

Por el momento, nos quedamos sin saber si habrá una próxima temporada de esta telenovela, suponiendo que, si la hubiera, pasaremos a analizar como llegamos del trilema a la cuadratura del círculo, sin saber o querer recordar a estas alturas que, en 1882, el matemático alemán Ferdinand von Lindemann demostró que, por el hecho que Pi es un número irracional, es imposible construir un cuadrado con la misma área que un círculo.

Así, me remito a la utopía del epígrafe de esta nota, escrita en 1975 por un hombre que era ciego.

José Luis Contreras es economista.





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