OPINIÓN | La impotencia luminosa, el cierre de Página Siete

Brújula Digital |01|07|23|

Guillermo Mariaca Iturri

Cómo no va a doler esta decisión. Cómo no le va a doler a la democracia. Cómo no le va a doler profundamente al pensamiento crítico. Cómo no le va a doler, como herida abierta en el ajayu político, al ciudadano común. Qué desgracia para la libertad, para la poca libertad que nos queda. Y qué alegría para la autocracia. Cómo va a respirar con un alivio inmenso.

Pero ante una tragedia de esta dimensión para el periodismo nacional no es suficiente rasgarse las vestiduras. O, como en esos antiguos entierros atenienses, darle un óbolo al muerto para que pueda pagar a Caronte un viaje seguro al Hades. Eso quisieran. Que enterremos esa magnífica tinta democrática. Que ese Prometeo que pudo soportar diariamente los picotazos del buitre estatal se diluya en el fango de la corruptela pandillera cuyas abominaciones supo denunciar. Que Aquiles muera sin pena ni gloria y Ulises no vuelva a Ítaca.

Cuando los asesinos de la dictadura destrozaron a Espinal lo enterramos, sí, pero sobre todo sembramos las semillas de su conciencia. Cuando los mercenarios de la dictadura asesinaron a Quiroga Santa Cruz y escondieron su cadáver para que no sembremos ese símbolo de libertad, peregrinábamos diciendo Marcelo vive, la lucha sigue.

Pero estos son peores. No asesinan. Te inundan de juicios y te encarcelan hasta que te mueras. Avasallan tu casa y tu tierra hasta que los hermanos ya no puedan acompañarte y te quedes solo. Te condenan a la más desgraciada informalidad para que te reduzcas a la sobrevivencia. Sí, saben lo que hacen, saben cómo doblar el espinazo. Para que el espectro de la libertad no retorne recordándole cada noche a la autocracia su infidelidad histórica y su cobardía política enmascaradas de votos.

La decisión de Página Siete nos debe avergonzar a todos porque, finalmente, revela nuestra impotencia. Nuestra impotencia política, intelectual, ética. Por eso, ahora es cuando todos juntos debemos levantar la memoria como homenaje a esos nuestros hermanos mayores caídos en la batalla. Para que no nos susurren al oído nuestra cobardía: ‘Mañana en la batalla piensa en mí, y caiga tu espada sin filo”.

Gracias, Página7, por hacer evidente la impotencia. Por desnudar el callejón sin salida. Por decirlo sin pelos en la lengua. Gracias, sobre todo, por recordarnos diariamente durante 13 años que, a pesar de nosotros mismos, somos un pueblo rebelde. Y que a pesar de los surcos de sangre y mutismos, supimos y pudimos levantar la roca que nos aplastaba porque, al final, somos Sísifo.

Ahora es cuando debemos encender nuevamente la tea de la libertad.