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Política | 26/02/2023

Evo y la cobardía (o el síndrome de la silla imperial)

Evo y la cobardía (o el síndrome de la silla imperial)

Imagen de Evo Morales junto a una silla Foto/Cabildeo Digital

Brújula Digital |26|02|23|

(Vía: Cabildeo Digital / Amalia Pando)

“Mátenlo, mátenlo”, se oía gritar al grupo de rufianes que acompañaba a Evo Morales, mientras los latigazos, puñetes y patadas sacudían el cuerpo de Martín Choque, funcionario de la alcaldía de Uncía y organizador de la festividad carnavalera de Qhonqhota.

Martín Choque relató a Erbol que tiene varias lesiones en el cuerpo, que su ojo derecho está cerrado y heridas en la cabeza que le han sangrando. Contó que autoridades originarias lo protegieron haciendo un cerco porque de lo contrario pudieron haberlo matado.

Esta agresión cobarde, de unos 20 contra uno, se produjo a vista y paciencia de Evo Morales, es más, a instancia de Evo Morales que se sintió agraviado por Martín Choque cuando le retiro la silla (azul de marca imperial) que Evo estaba a punto de ocupar en la testera de la festividad.

“Han llegado afines de Evo Morales con banderas del MAS, eso es la molestia que nos ha causado”, explicó Martín Choque quien le habría dicho: “señor Evo Morales usted ha dividido al departamento de Potosí y no nos has hecho caso a las organizaciones sociales. Te puedes bajar o te puedes sentar en otro lado”.

Cobardía a toda prueba 

Cuando el avión mexicano despegó aquella madrugada del 11 de noviembre de 2019, con un Evo Morales que huia de la evidencia de fraude, una marca imborrable apareció en su historial político: COBARDE.

Recordemos que ya traía antecedentes revestidos de prepotencia y abuso de poder.

Un albañil valiente 

Gracias a la Revolución de las Pititas y a la fuga de Evo Morales, el albañil potosino Rafael Chambi de 27 años pudo recuperar su libertad tras un año en prisión, UN AÑO, por haber gritado: “Bolivia dijo No” 

Por esas cosas del destino, Chambi se encontraba muy cerca de Evo Morales ese 9 de noviembre del año 2018, viendo cómo Evo abordaba su lujoso vehículo presidencial. Chambi no se aguantó y lanzó ese grito de guerra. Lo detuvieron de inmediato y ni el llanto de su madre conmovió a Morales que lo mantuvo en detención “preventiva” indefinida por ser un asunto personal.

Rodillazo en las bolas

Se trataba de un “amistoso” entre el equipo de Palacio de Gobierno y el de la Alcaldía de La Paz con motivo de la inauguración del césped sintético de la cancha Zapata, en octubre de 2010.

El juego se había paralizado por la expulsión de dos jugadores cuando a espaldas del árbitro Evo Morales que llevaba la casaca número 10 se dirigió con alevosía hacia Daniel Cartagena y le propinó un rodillazo en el bajo vientre, es decir, en las bolas, que lo hizo caer doblado por el dolor. 

El árbitro expulsó a Cartagena mientras Evo siguió en la cancha, como si nada. 

El rodillazo fue la venganza de Evo por una patada involuntaria que recibió durante el juego del funcionario municipal Cartagena quien no solo fue expulsado del partido sino que la policía entró a la cancha detenerlo, pero la intervención del entonces alcalde Luis Revilla, impidió que se lo llevaran enmanillado. 

Cartagena declaró que temía por su vida y para despistar a la guardia presidencial, pidió vacaciones.

La silla azul imperial y voladora

Esta silla, también imperial, hizo historia en diciembre de 2020, pues voló en dirección a la cabeza de Evo Morales, aunque estaba dirigida al dedazo del jefazo quien un mes antes había regresado al país tras un año de autoexilio en Argentina.

Un año de ausencia en el que corrió mucha agua bajo el puente. El jefazo indiscutido había huido y dejado a sus bases en desbande. Regresó y  pretendía actuar como si nada hubiera pasado. Quería nombrar candidatos a dedo para las subnacionales de marzo del 2021. En ese ampliado del Chapare surgieron los “renovadores” del MAS. 

Una silla voladora y la multitud gritando: “renovación, renovación”, partieron la historia del MAS en dos. 

Evo no descifró el mensaje de la silla azul imperial e impuso no más a sus candidatos que recibieron una paliza electoral y fraccionaron para siempre a su partido.  Tanto es así que en estos carnavales 2023 un funcionario de Uncía se lo recordó con otra silla similar.

A Evo Morales le queda menos de la mitad de su partido y aún así continúa sin darse cuenta que es un “jefazo emérito” que padece el síndrome de la silla azul imperial causado por tanta prepotencia y cobardía política. 



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