El poder económico de la derecha rivalizará con la presencia territorial del oficialismo, que controla numerosos municipios, y buscará movilizar a los indecisos para cambiar la aritmética electoral.
Brújula Digital|15|11|25|
José Luis Harb
En América Latina persiste una polarización algo artificial entre izquierda y derecha, y Chile no escapa a ello.
Este domingo, ocho candidatos disputan la Presidencia, aunque todo indica que será necesaria una segunda vuelta para definir al ganador.
La candidata oficialista Jeannette Jara, del Partido Comunista, lidera las encuestas con un rango estimado entre el 30 y el 32%, lo que le aseguraría el paso al balotaje. En contraste, la derecha presenta cuatro candidatos que van desde posiciones moderadas hasta posturas ultra radicales.
José Antonio Kast, un rostro conocido vinculado al pinochetismo, se perfila como el principal referente del conservadurismo chileno con un 23 % de intención de voto. Se estima que de llegar a segunda vuelta podría convertirse en Presidente si se suman aritméticamente los votos de sus potenciales aliados.
Pero la política no siempre responde a cálculos simples; suele ser más algebraica que aritmética.
Un nuevo actor, Johannes Kaiser, autodenominado libertario y aún más radical que Kast, podría dar la sorpresa, según las tendencias actuales. Sin embargo, su extremismo podría convertirse en un obstáculo en segunda vuelta, donde el electorado busca certezas y rechaza los extremos. En ese escenario, Jara podría imponerse como una opción más estable para un votante chileno que habita mayoritariamente en el “centro político”.
Por ello, Jara se esfuerza por posicionarse como una figura de equilibrio, capaz de atraer al electorado moderado, poco dado a aventuras ideológicas. Kast, por su parte, intenta mostrarse como negociable, pero aún debe convencer a sectores liberales que desconfían de él por sus derrotas pasadas.
Los demás candidatos no representan opciones viables: sus porcentajes son marginales y su rol parece limitado a negociar alianzas y ejercer contrapesos en el balotaje, y la previa adjudicación de escaños parlamentarios
¿Cuál será la narrativa dominante este domingo?
Las campañas se han movido más por pasiones que por propuestas técnicas.
Las acusaciones cruzadas abundan: comunistas Vs seudofascistas; provenezolanos Vs Trumpistas; keynesianos Vs hayekianos; abortistas Vs antiabortistas; homofóbicos Vs pro–LGBT; migrantes vs. antiinmigrantes.
Pero los verdaderos problemas de Chile son más concretos:
1. Falta de crecimiento sostenido y encarecimiento de productos.
2. Inseguridad pública y crimen organizado.
3. Informalización laboral y corrupción.
4. Gasto público excesivo y deterioro fiscal.
Quien proponga soluciones claras y viables a estos temas tendrá mayor adhesión en segunda vuelta.
Las sobreideologizaciones no suman votos en una elección que se perfila más pragmática y centrada en certezas.
Un dato revelador: el 13% de los votantes aún está indeciso, según el promedio de encuestas. Esto sugiere que las epistemes electorales pasarán por el pragmatismo, no por el adoctrinamiento en temas alejados de las condiciones materiales.
La derecha deberá responder por su falta de propuestas en protección social; mientras que la izquierda oficialista deberá ofrecer una visión más dinámica de movilidad económica. El ciudadano común espera soluciones, no estigmas.
Jara podría ganar en segunda vuelta si abandona cierta ortodoxia conceptual Marxista.
Kast o Kaiser, en cambio, tendrían que dejar atrás la idolatría por dictaduras y la “revisión histórica”, que ya no resuenan entre los jóvenes, mayoría electoral
El poder económico de la derecha rivalizará con la presencia territorial del oficialismo, que controla numerosos municipios, y buscará movilizar a los indecisos para cambiar la aritmética electoral.
José Luis Harb estratega y analista electoral miembro internacional de Política Global (PG).