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Política | 13/11/2025   09:06

|ANÁLISIS|Boric en La Paz: lo bueno, lo malo y lo feo|Gabriel Gaspar|

Es obvio, pero no por eso deja de ser muy importante: Bolivia y Chile demuestran que están abiertos a construir una nueva etapa en sus relaciones diplomáticas, con todo lo que ello significa

Gabriel Boric (izq.) y Rodrigo Paz en la visita del primero a Bolivia/APG
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Brújula Digital|13|11|25|

Gabriel Gaspar 

Chile acudió a la trasmisión del mando en Bolivia con una delegación encabezada por el presidente Boric, es decir, al más alto nivel. Se dio así una señal de la voluntad política de ambos países por avanzar en una normalización de sus relaciones, reducidas a nivel consular desde fines de la década de los setenta del siglo pasado. Como todo hecho, tuvo luces y sombras, veamos.

Lo bueno

Es obvio, pero no por eso deja de ser muy importante. Bolivia y Chile demuestran que están abiertos a construir una nueva etapa en sus relaciones diplomáticas, con todo lo que ello significa. Aspirar a construir una vecindad colaborativa, sobre cuyas bases podamos edificar una “prosperidad compartida”. Reconozcamos que en Bolivia esta aspiración ha sido expresamente apoyada por importantes y diversos personeros, incluyendo su flamante presidente Rodrigo Paz. 

Por cierto, este nuevo cuadro es la resultante de un proceso previo, un hito del cual es la agenda consular construida el 2022 y que se ha cumplido paso a paso en los años posteriores. El presidente Boric estaba decidido también a participar en las ceremonias del Bicentenario boliviano en agosto pasado, pero el trágico accidente de los mineros de El Teniente impidió su participación. Sin embargo, Chile se preocupó de enviar a su segunda autoridad de Estado, el senador Ossandón, en su calidad de presidente del Senado (protocolarmente es quien sucede al presidente). 

Estos gestos no pasaron inadvertidos en Bolivia y en sus círculos dirigentes, prueba de ello es que varios de sus candidatos presidenciales se pronunciaron durante la campaña sobre las relaciones entre nuestros países. En suma, en ambos países existe voluntad para construir una agenda bilateral de respeto y cooperación. Ya lo he dicho anteriormente, esto constituye el éxito político y diplomático más importante de nuestra historia bilateral, y también de nuestra diplomacia en los últimos años. Felicitaciones a todos quienes, a ambos lados de la frontera, hicieron posible esto.

Lo malo

Si asumimos la importancia de lo anterior, es de lamentar el escaso eco que ha tenido en nuestro debate. Salvo un par de columnas de opinión y un editorial de un importante medio escrito, el hecho ha quedado en a lo menos un segundo plano. Llama la atención además que todo esto ha ocurrido en medio de la campaña, donde han abundado los adjetivos, pero escasean las opiniones sobre los temas de Estado (política exterior y defensa). Siempre será necesario reiterar que somos un país mediano, sino chico, donde nuestros principales desafíos están en nuestra región. A ratos las prioridades parecen pertenecer a lejanas regiones más que a nuestro entorno más inmediato. 

Peor aún, a veces ese vacío se llena con opiniones cargadas de racismo y de ignorancia como las que escuchamos a una honorable parlamentaria. Lo peor, soy testigo que esas mismas opiniones las he escuchado de otros importantes personeros. Digo que además de racistas, develan ignorancia, porque quien conozca Bolivia atenderá que además de su tradicional región andina, también está formada por zonas selváticas, tropicales o subtropicales como el pujante mundo cruceño. Más empatía, más conocimiento, menos racismo y mayor cooperación serán necesarias para avanzar.

Lo feo

Si la invitación a participar en la toma de posesión del nuevo presidente es un buen gesto que se valora, entendemos que la presencia de su Excelencia cumple con lo esperado por el anfitrión. Hasta allí todo perfecto, más aún por el impacto que ha provocado en Bolivia que nuestra delegación se alojó en un hostal sencillo y cargado de historia cultural boliviana y latinoamericana. Por cierto, los escasos momentos no protocolarios fueron aprovechados por el presidente Boric, que caminó con sencillez por las calles paceñas derrochando empatía y horizontalidad. Pero nadie invita a su casa para incomodar u ofender a los invitados. 

Porque para sorpresa, la ceremonia de toma de posesión del presidente Paz concluyó con la entonación de la llamada “Marcha Naval”, cuya letra tiene un contenido lo menos amable para nuestro país. Mal. Muy mal. Quizás esto pueda explicarse porque el protocolo boliviano era nuevo, cambio de equipos, etc. A lo mejor se entona con frecuencia, quizás. Pero tratándose de una ceremonia a la cual se nos ha invitado y a la que Chile acude con la mejor voluntad y con su más alta investidura, merece nuestro reparo. Por cierto, también la crítica es a quienes en Chile velaron por la planificación de la visita. Me consta que los equipos profesionales y de carrera de nuestra Cancillería revisan con rigor cada detalle de toda visita, especialmente si concurre el presidente. Y si hay riesgos de cualquier tipo lo anticipan. No estoy seguro de que entre los asesores “civiles” de Palacio exista el mismo rigor. Si así fue, peor aún.

Balance

Regularizar las relaciones diplomáticas con Bolivia es necesario y conveniente para ambos países, no solo por lo bilateral sino asumiendo los difíciles momentos que vive la paz y el derecho internacional hoy en día, las armas están reemplazando al derecho y la convivencia pacífica, no sólo en las estepas europeas o en Asia Central, sino en nuestra propia Sudamérica. Profundicemos lo bueno y corrijamos lo malo y lo feo, y que nuestros dirigentes estatales o aspirantes a ello asuman que los intereses permanentes del Estado chileno no se agotan en portonazos, y que el quehacer de los representantes de la ciudadanía (léase parlamentarios) no sea conseguir minutos en la televisión al precio del escándalo. Chile merece más que todo eso de sus dirigentes.

Gabriel Gaspar es diplomático chileno.





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