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Política | 15/10/2025   02:30

|OPINIÓN|De Caracas a La Paz, el peligro de la réplica populista|Eduardo Salamanca|

No es momento de emotividad fácil ni de promesas insostenibles. Es hora de votar con conciencia y con la firme convicción de no permitir que nunca más el Socialismo del Siglo XXI –o su réplica disfrazada– condene el futuro de Bolivia.

Nicolas Maduro, presidente de Venezuela. Foto EFE. Archivo.
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Brújula Digital|15|10|25|  

Eduardo Salamanca 

La decisión del régimen de Nicolás Maduro de clausurar su embajada en Noruega, días después de que el Premio Nobel de la Paz fuera concedido a la líder opositora María Corina Machado, no es un simple ajuste diplomático. Es una bofetada al rostro de la democracia y una manifestación petulante del autoritarismo que estrangula a Venezuela, un síntoma ominoso del fracaso inherente al llamado Socialismo del Siglo XXI (SSXXI).

El gesto de Maduro, que tilda a Machado de "bruja demoníaca" –mientras su gobierno es acusado de crímenes de lesa humanidad, perseguir y encarcelar a cientos de opositores, y que lo mantiene a él bajo una recompensa por narcotráfico ofrecida por EEUU– es el manual de la dictadura. Se mantiene en el poder por la fuerza, desmantelando toda institucionalidad y sometiendo a los órganos del Estado a su régimen de terror. La clausura diplomática es la reacción instintiva de un régimen que no tolera que se reconozca la dignidad de la resistencia democrática.

Bolivia: el espejo roto del populismo

Esta misma matriz populista devastó a Bolivia durante casi 20 años bajo la figura de Evo Morales Ayma.

Morales, hoy acorralado por acusaciones de narcotráfico, corrupción a gran escala, trata y estupro, y escondido en El Chapare, personifica la traición a la confianza popular. Al igual que en Venezuela, su era se caracterizó por la desinstitucionalización sistemática de los órganos del Estado. Pero su cruel legado, hoy se muestra con caracteres dramáticos, pues ha condenado el futuro de los bolivianos.

Dilapidó una cifra astronómica de recursos provenientes principalmente de la venta de gas, estimados en más de $us 40 mil millones de dólares en un periodo de bonanza.

Las consecuencias de ese despilfarro y el vaciamiento institucional se viven hoy bajo la gestión de su sucesor, Luis Arce Catacora. Con las arcas quebradas y sin reservas, el actual gobierno del MAS ha conducido a Bolivia a una gravísima crisis económica. La falta de dólares en circulación, la escasez crítica de gasolina y diésel y la elevación al doble de los precios de artículos de primera necesidad no son accidentes, sino la herencia directa del modelo populista. 

Hoy, Bolivia se enfrenta al fantasma de una severa estanflación, confirmando que los gobiernos ligados al populismo son una fórmula probada para el desastre económico, social y moral.

La réplica amenazante: Paz y Lara

La historia, sin embargo, amenaza con repetirse. La candidatura de Rodrigo Paz Pereira y Edman Lara, aunque embozada en un falso ropaje de renovación, constituye una peligrosa continuidad de este modelo fallido.

El respaldo de sectores masistas y del propio Evo Morales –abierto o solapado– los convierte en la garantía de impunidad que el exmandatario y su entorno buscan desesperadamente. Más allá de las alianzas, la propia conducta del binomio refleja los peores rasgos del autoritarismo y la demagogia populista que hundieron a Venezuela y a la Bolivia de Morales.

Lara ha mostrado un peligroso autoritarismo, amenazando explícitamente: “Los que me quieran hacer daño piénsenla bien, porque si fallan en el intento, yo no les voy a perdonar”; “si me van a hacer algo a mí, piénsenlo bien, planifiquen bien, porque me dan la oportunidad de sobrevivir y los voy a buscar y les voy a enseñar a respetar los derechos de la gente”.

Además, arremetió contra la prensa y desató una “guerra sucia” que lo desnuda y lo exhibe como es. Igual o peor es su corte demagógico y populista, con ofertas electorales que se han desmoronado por ser manifiestamente incumplibles, destinadas solamente a ganar la primera vuelta: nacionalización de autos “chutos”, una Renta Dignidad de Bs 2.000 (fiscalmente imposible, tanto que su propio asesor económico lo desmintió); ingreso y titulación gratuitas para todos los universitarios, lo que ocasionó total repulsa en la comunidad universitaria de todo el país. Ofreció un bono para todas las mujeres y otra cadena de ofertas demagógicas y –valga la obviedad– imposibles de cumplir.

Estas promesas vacías, que se dirigen a un electorado ingenuo que ignora la realidad de una economía en colapso, son una réplica exacta de la demagogia e irresponsabilidad populista que condujo a la ruina a la nación.

Un grito de alerta

Ciudadanos bolivianos, miren a Caracas. Miren la crisis que hoy desangra a Bolivia y que mantiene a nuestro pueblo en vilo, aguardando con esperanza que el próximo gobierno solucione tamaña crisis. El populismo, vestido con cualquier color y representado por cualquier cara, es un ciclo de despilfarro, desinstitucionalización y autoritarismo. Paz y Lara no son una alternativa, sino la peligrosa mímica de un modelo que ha demostrado ser un rotundo y trágico fracaso.

No es momento de emotividad fácil ni de promesas insostenibles. Es hora de votar con conciencia y con la firme convicción de no permitir nunca más que el Socialismo del Siglo XXI –o su réplica disfrazada– condene el futuro de Bolivia a la miseria, a la ignorancia encumbrada en el autoritarismo y a la pérdida de la democracia. ¡El destino de la nación está en nuestras manos, en nuestro voto libre y responsable con nuestras generaciones venideras! 

Eduardo Salamanca Chulver es abogado y afiliado a la Federación de la Prensa de Cochabamba.nicola



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