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Política | 22/09/2025   02:33

OPINIÓN|El rostro autoritario del populismo que amenaza a la democracia|Eduardo Salamanca|

Hoy, Bolivia tiene que elegir entre el miedo y la libertad. Entre un país con prensa libre o un país con periodistas sometidos y perseguidos. Entre el respeto al otro o la imposición del “yo”. Entre un demócrata… y Edman Lara, asociado a Rodrigo Paz.

Edman Lara, candidato a la Vicepresidencia de Bolivia por el PDC. Foto APG. Archivo.
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Brújula Digital|22|09|25|

Eduardo Salamanca Chulver

Hay momentos en la historia de los pueblos donde una elección no es solo entre partidos, sino entre dos modelos de país: uno democrático y otro autoritario. Bolivia se aproxima a un punto de quiebre si permite que Edman Lara, candidato a la Vicepresidencia por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), ascienda a uno de los más altos cargos del Estado.

No se trata de diferencias ideológicas ni de ataques electorales: es el tono, el discurso y el contenido de sus propuestas lo que enciende alarmas rojas de una amenaza grave.

Un patrón de autoritarismo: amenazas, insultos y desprecio a la prensa

El país ha sido testigo, en apenas unas semanas, de un repertorio que parece salido de las páginas más oscuras del manual del populismo autoritario: ataques a la prensa, promesas falsas e inviables, amenazas públicas a los críticos, construcción de enemigos imaginarios, exaltación del “pueblo” como una masa homogénea a la que solo él –Lara– cree representar.

Todo ello aderezado con una retórica incendiaria, despectiva, emocional, grotesca y peligrosa.

“En la mañana lo primero que hace uno es prender la tele para llenarse de caca”, afirmó ante sus seguidores, en referencia a los medios de comunicación.

“Van a pagar todo lo que han hecho”, amenazó sin ambages, en otro acto público, dirigiéndose a periodistas que –según él– lo atacan “sin pruebas”.

Antes, había amenazado públicamente a quienes lo critican: “Los que me quieran hacer daño piénsenla bien, porque si fallan en el intento, yo no les voy a perdonar”. “Si me van a hacer algo a mí, piénsenlo bien, planifiquen bien, porque me dan la oportunidad de sobrevivir y los voy a buscar y les voy a enseñar a respetar los derechos de la gente”. “Así es que todos los que me quieran hacer daño, piénsenla bien porque si se equivocan, yo no les voy a perdonar. Así les digo, de claro”.

Prensa libre: blanco predilecto del autoritarismo

Lara no solo ataca a los medios: les niega su legitimidad. Pide a la gente que deje de leerles, de verlos, que no confíe en ellos, que les ignore. Como si la verdad solo pudiera salir de su boca. Esa actitud tiene ecos siniestros.

Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, decía: “Piensa en la prensa como un gran teclado sobre el que el gobierno puede tocar”.

Benito Mussolini afirmaba: “La prensa en Italia es libre, siempre que apoye al régimen”.

Evo Morales Ayma, apuntó que “de manera general yo soy víctima permanente de la prensa, hay exagerada libertad de expresión”.

¿Ese es el camino que quiere Bolivia? ¿Uno donde la prensa es acallada, ridiculizada, criminalizada por ejercer su deber constitucional de informar, de opinar, de denunciar?

Populismo desbordado: promesas imposibles, correcciones convenientes

Lara, como buen populista, hace promesas que sabe que no podrá cumplir. Ofreció una Renta Dignidad de Bs 2.000, sabiendo que es fiscalmente insostenible. Cuando su propio asesor económico le advirtió que el Estado no tiene liquidez ni fuentes de financiamiento para semejante gasto, se retractó: dijo que sería “progresivo”.

¿Un error de cálculo o una estrategia? ¿Un desliz económico? No, una manipulación emocional para ganar votos.

A esto se suman otras propuestas igualmente peligrosas o inviables: viviendas supuestamente “gratuitas”; créditos bancarios al 3% con años de gracia; ingreso y titulación universitaria sin costo; legalización de autos chutos; supresión de ciertos pagos en el sistema educativo y de salud. Todo sin respaldo técnico, sin plan económico viable. Solo titulares emocionales que buscan captar desesperación y transformar la esperanza en votos.

Burla a los acuerdos democráticos: “Cuando me mande un Yango”

Son tan inquietantes sus ideas populistas, como su discurso autoritario. Ante la propuesta de su contrincante, Juan Pablo Velasco, de firmar el pacto contra la guerra sucia propiciado por el TSE, Lara respondió con desprecio:

“Cuando su candidato del Tuto me mande un Yango”.

Más que una negativa política, fue una burla infantil, cargada de desprecio. ¿Es ese el nivel de un aspirante a la Vicepresidencia? ¿Un hombre incapaz de dialogar, de respetar acuerdos básicos de convivencia democrática, negándose con pretextos pueriles a firmar el acuerdo ante el TSE?

Lo paradójico es que Lara es quien más se queja de “guerra sucia”, quien más se presenta como víctima de ataques mediáticos, políticos y personales. Pero es él –con sus insultos, amenazas, burlas y teorías conspirativas– quien más ha ensuciado esta campaña electoral. Y lo ha hecho no solo en sentido simbólico: en su propio discurso grotesco, acusó a la prensa de llenar al país de “caca”. Pero al final, es él quien más abiertamente defeca en la campaña, en el debate democrático y en las reglas básicas de respeto.

Acusa de suciedad mientras chapotea en la “caca” que él mismo ha producido. Lara no limpia el escenario político: lo convierte en un circo vulgar, donde la burla sustituye al argumento y la amenaza reemplaza al diálogo.

Nosotros contra ellos: el manual del fascismo

Hay un patrón claro: quien no se alinea con Lara es un enemigo. Quien lo critica es corrupto. Quien lo desafía merece castigo.

Este tipo de liderazgo no es nuevo. Lo hemos visto antes:

•    Hitler, en los años 30, construyó su ascenso señalando a enemigos internos: comunistas, judíos, intelectuales, prensa. Los deshumanizó. Los silenció. Los eliminó.

•    Mussolini hizo lo mismo con los liberales y socialistas.

•    Chávez y Maduro, en Venezuela, dividieron a su nación entre “patriotas” y “escuálidos”.

•    Bolsonaro llamó a los periodistas “basura” y a los jueces “corruptos comunistas”. 

•     Evo Morales también construyó su poder dividiendo al país entre “patriotas” y “traidores”. Señaló a la prensa como su “enemigo número uno”, acusó a los críticos de ser “vendepatrias” y deslegitimó a sus propios exaliados como “enemigos internos”. En su discurso, quien no se alinea con él es cómplice de la derecha golpista y del imperio.

Hoy, Lara acusa a universidades de corrupción sin pruebas. Habla de “burocracia podrida”, de “analistas vendidos”, de “persecución mediática”. Si mañana llega al poder, ¿hará con esas instituciones y los ciudadanos que disienten lo que ya ha dicho que merecen? ¿Será otro Hitler? ¿otro Mussolini? ¿otro Chávez?, ¿otro Maduro?, ¿otro Morales Ayma?

Las democracias no mueren de golpe: mueren con aplausos

Los bolivianos no podemos mirar a otro lado. La historia está llena de naciones que votaron por líderes que se presentaron como “valientes”, “antisistema”, y terminaron atrapadas en regímenes represivos, sin libertad de prensa, sin justicia independiente, sin derechos civiles y sumidos en la más alta corrupción.

Lara no es un demócrata que se equivoca; es un populista autoritario que está mostrando exactamente quién es. Y si llega a la Vicepresidencia tendrá poder institucional, presupuesto, influencia sobre ministerios, posibilidad de cooptar cargos y una plataforma desde la cual cumplir sus gravísimas amenazas.

Bolivia debe elegir con memoria

La democracia boliviana, con todas sus imperfecciones, aún está de pie, pese a los golpes, fraudes, autoritarismos. Pero no es invulnerable. Necesita que sus ciudadanos la defiendan, no que la entreguen al primero que grita más fuerte, promete más bonito, amenaza con más fobia y odia con más entusiasmo.

Hoy, Bolivia tiene que elegir entre el miedo y la libertad. Entre un país con prensa libre o un país con periodistas sometidos y perseguidos. Entre el respeto al otro o la imposición del “yo”. Entre un demócrata… y Edman Lara, asociado a Rodrigo Paz.

Este es un llamado a la conciencia cívica. No podemos decir mañana que no lo vimos venir.

Eduardo Salamanca Chulver es abogado y afiliado a la Federación de Trabajadores de la Prensa de Cochabamba.



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