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Política | 08/09/2025   07:12

|OPINIÓN|El nuevo orden mundial en cuatro fotos|Andrés Guzmán Escobari|

Europa y Estados Unidos seguirán liderando el orden internacional liberal por muchos años más, como los principales referentes de la democracia y la libertad. Pero en paralelo, la emergencia de un mundo multipolar con rasgos de nueva bipolaridad obliga a repensar estrategias y posiciones.

Líderes europeos y Zelenski caminan junto a Trump en la Casa Blanca. Foto EFE
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Brújula Digital|08|09|25|

Andrés Guzmán Escobari

 El orden internacional vive un momento de transición o interregno (Sanahuja): una etapa marcada por el desgaste del liderazgo occidental y el ascenso de un bloque euroasiático con ambiciones globales. La teoría de la interdependencia compleja, desarrollada por Keohane y Nye, que sostenía que los lazos económicos reducen la probabilidad de conflicto, ha quedado en entredicho. 

Estados Unidos y China, pese a su profunda interdependencia comercial, financiera y tecnológica, no han reducido tensiones: las han multiplicado. El realismo estructural vuelve a imponerse sobre el idealismo institucional y sus lógicas de interdependencia.

Entender lo que está pasando es indispensable para que los países del Sur Global, incluidos los latinoamericanos, adopten políticas consecuentes e inteligentes. 

Cuatro fotos recientes ayudan a leer este momento histórico: (1) el encuentro de Trump y Putin en Alaska, (2) la escena de Trump y los líderes europeos en la Casa Blanca, (3) el apretón de manos tripartito entre Xi, Putin y Modi en la cumbre de la OCS en Taijín y (4) el desfile militar en Beijing por el 80 aniversario de la victoria de la República de China sobre Japón.

Foto 1: Alaska, Trump y Putin

La reunión entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska significó un acercamiento inédito después del aislamiento impuesto a Rusia por Occidente a causa de la invasión a Ucrania en 2022. En esa ocasión, los mandatarios conversaron sobre la guerra en Ucrania, el Ártico y posiblemente la definición de zonas de influencia. Aunque esto último no ha sido confirmado, poco después, 

Trump envió buques de guerra a las costas venezolanas, lo que sorpresivamente solo mereció un tímido pronunciamiento de parte de Moscú y también de Pekín, que repudiaron el despliegue militar. Esta situación refuerza la idea de un entendimiento tácito: Estados Unidos se reserva todo el continente americano –incluyendo Groenlandia– y Rusia consolida su control sobre Ucrania y el resto de Europa. Esta lógica de esferas de influencia, propia de la Conferencia de Yalta de 1945, al parecer, sigue viva en el siglo XXI.

Foto 2: Washington, Europa frente a Trump

La imagen de Trump en la Casa Blanca sentado tras su escritorio, con los líderes europeos frente a él, como si se tratase del director de la escuela reprendido a los alumnos indisciplinados, habla por sí sola. Europa aparece subordinada, forzada a sostener la guerra en Ucrania mientras Estados Unidos convierte el conflicto en un gran negocio de armas y gas licuado.

La foto retrata no solo la asimetría trasatlántica, sino la urgente necesidad de autonomía que tiene Europa respecto a Washington, algo que no se había evidenciado antes de Trump. La dependencia energética, militar y diplomática ha dejado al Viejo Continente en una posición de seguidismo que la desplaza de posición geopolítica tradicional, de tener al menos algo que decir cuando el mundo se rearticula.

Foto 3: Taijín, Xi, Putin y Modi

En la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, Xi Jinping, Vladimir Putin y Narendra Modi se dieron un apretón de manos cargado de simbolismo. Xi presentó su visión de un nuevo orden basado en soberanía, cooperación, un banco de desarrollo y la defensa del multilateralismo de la ONU. El mensaje fue nítido: mantener Naciones Unidas, pero desmantelar Bretton Woods, el andamiaje financiero que desde 1945 sostiene la hegemonía occidental.

China se muestra como un socio predecible y confiable para el Sur Global: un poder económico y militar que, además, ofrece un modelo alternativo de desarrollo –capitalista, no democrático, pero eficaz en términos de crecimiento e industrialización–.

La presencia de Modi también fue significativa. Difícilmente habría posado tan cercano a Xi y Putin sin los aranceles del 50% que Trump impuso a la India. Fue una señal hacia Washington: Nueva Delhi no depende exclusivamente de la anglosfera y puede estrechar lazos sinosfera, que es donde pertenece geográficamente.

Aun así, en un terreno decisivo, Estados Unidos conserva la ventaja incuestionable del dólar: sigue siendo, por mucho, la principal moneda de intercambio y reserva global. Allí China aún no ha hecho mella, y ese parece ser el muro más difícil de derribar en la disputa por la hegemonía mundial.

Foto 4: Beijing, Xi, Putin y Kim

El desfile en Beijing por el 80 aniversario de la victoria china sobre Japón fue una puesta en escena monumental. China mostró misiles hipersónicos, sistemas láser y tecnología de punta. Pero la foto clave fue la de Xi, caminando al frente de un grupo de líderes euroasiáticos, entre los que destacan Putin y Kim Jong Un. En esa imagen, no había tensiones ni gestos incómodos: sino más bien unidad y confianza.

La parada militar, calificada de “hermosa” por Trump, completó la serie de señales a Estados Unidos y el mundo: Xi se hace cada vez más fuerte y tiene cada vez más respaldo en el Sur Global, especialmente en Eurasia; Putin confirma que no está más aislado y Kim demuestra que está jugando en las grandes ligas de la geopolítica. El mensaje fue directo a la anglosfera –incluyendo Japón, Corea del Sur y Taiwán–. La sinosfera no es solo una alternativa económica, sino una fuerza capaz de disputar a Estados Unidos en todos los frentes.

Conclusión

Las cuatro fotos son instantáneas de un mundo en transición. Occidente pierde centralidad, mientras Eurasia gana protagonismo con un bloque cada vez más cohesionado. El Sur Global se convierte en terreno de disputa, pero también en posible beneficiario del reacomodo.

Para América Latina –y Bolivia en particular– el no alineamiento activo aparece como la mejor estrategia: negociar con ambos bloques, aprovechar los mecanismos de financiamiento alternativos al FMI – como los nuevos bancos de desarrollo de la OCS– sin descuidar los vínculos históricos, geográficos y culturales con la anglosfera. La clave es mantener una política pragmática que priorice intereses nacionales por encima de las ideologías.

Sería ingenuo pensar que el declive relativo de Occidente significa irrelevancia. Europa y Estados Unidos seguirán liderando el orden internacional liberal por muchos años más, como los principales referentes de la democracia y la libertad. Pero en paralelo, la emergencia de un mundo multipolar con rasgos de nueva bipolaridad – –anglosfera vs. sinosfera– obliga a repensar estrategias y posiciones.

Andrés Guzmán Escobari es analista de temas internacionales.





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