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Política | 08/03/2025   04:23

|OPINION|Bolivia ya tiene la madurez para elegir como presidente a una mujer|Amparo Ballivián|

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Brújula Digital|08|02|25|

Amparo Ballivián

Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es un llamado urgente para que las mujeres bolivianas asumamos un rol protagónico en la política. No podemos seguir siendo espectadoras de las decisiones que afectan nuestras vidas y las de nuestros hijos. Bolivia atraviesa un momento crucial de su historia. Estamos cerca de un antes y un después y por eso debemos estar al frente.

Han pasado cerca de 20 años de un saqueo sistemático del Movimiento Al Socialismo (MAS) en el poder. El país necesita un viraje antes de que caigamos al precipicio. Pero, no se puede hablar de cambio si la mitad de la población sigue siendo relegada en los espacios de toma de decisiones. Y las mujeres somos más de la mitad de este país. 

En los ámbitos políticos y económicos pocas mujeres ocupan los cargos de jerarquía y decisión, como debiera ser y hemos crecido por años que esa es la normalidad. Con diferente intensidad, las mujeres que han incursionado en las arenas políticas y económicas siempre han tenido un camino cuesta arriba. 

Aunque la Ley 243 contra el Acoso y Violencia Política hacia las mujeres debía regular esta situación, los casos de violencia y discriminación contra mujeres en política persisten. Prueba, por si faltara alguna, de que las leyes en nuestro país no valen si no hay mecanismos para hacerlas cumplir. Piensen en Juana Quispe, concejala de Ancoraimes asesinada por cumplir con su tarea de fiscalizar.

En más de 200 años de historia republicana, Bolivia sólo ha tenido dos presidentes mujeres: Lidia Gueiler Tejada en 1979-1980 y Jeanine Áñez en 2019-2020, ambas por sucesión constitucional, no por elección popular. Ambas jugaron un rol excepcional en contextos de crisis y transitoriedad. Pero Bolivia nunca ha tenido en su Presidencia a una mujer elegida por el voto popular. No se puede hacer país sin nosotras. No se puede hablar de desarrollo, justicia o democracia si las mujeres seguimos ausentes o limitadas a roles secundarios.

En 2021, sólo el 28% de las alcaldías en Bolivia estaban ocupadas por mujeres, a pesar de que la paridad está establecida en la Constitución Política del Estado. Pero, para no abundar en el pesimismo, veo con gran alegría la participación de mujeres en el Poder Legislativo. En todos los partidos, varias de ellas mujeres de pollera. Y muchas de ellas son mujeres jóvenes. 

Como dije el año pasado y ahora lo reitero por su importancia, el trabajo de cuidado no remunerado que realizan las mujeres equivale al 22% del Producto Interno Bruto (PIB), según datos de Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, lo que refleja su enorme aporte a la economía sin reconocimiento ni retribución. Y, según datos del Banco Mundial, que expliqué el 8 de marzo de 2024, el PIB de los países del globo podría aumentar hasta un 10% si se permitiera la participación plena de las mujeres en la economía. ¡Diez por ciento! Eso es mucho más que el litio o el gas.

Sin mujeres en política, la agenda de género queda relegada y las agendas de desarrollo quedan cojas. Las políticas públicas carecen de una mirada inclusiva y las decisiones siguen respondiendo a lógicas que no representan la realidad de la mayoría, ni la realidad de nuestro país. 

La impunidad sigue siendo la norma. ¿Cómo podemos esperar cambios estructurales si quienes han dirigido el país en las últimas dos décadas han sido hombres con, en general, no siempre, las prácticas consuetudinarias? 

Nos enfrentamos a desafíos enormes: la crisis económica, la falta de empleo, la inseguridad y la violencia de género que sigue cobrando vidas. El 60% de las mujeres en Bolivia trabajan en el sector informal, sin acceso a derechos laborales ni estabilidad económica. Como dije hace un año atrás, toda política pública para reducir la informalidad en Bolivia es una política de género. En el ámbito de la salud, las mujeres representan el 70% del personal sanitario, un sector fundamental pero precarizado. Y un porcentaje similar se verifica en el sector educativo.

Ser la única mujer abiertamente en contienda por la Presidencia en 2025 no es sólo un dato. Es una señal de cuánto nos falta por avanzar. Pero también es una oportunidad histórica para demostrar que Bolivia puede y debe ser gobernada con una mirada diferente, con una política que incluya, que escuche, que construya desde la diversidad. Me he sumado porque no tengo miedo a enfrentarme al sistema, porque tengo convicción y porque cultivo la esperanza. 

La historia nos ha enseñado que los derechos de las mujeres se conquistan con presencia, con participación, con lucha y con determinación. Este 8 de marzo, mi llamado es claro: las mujeres bolivianas no podemos seguir al margen. La política es también nuestro espacio. El país nos necesita. Es hora de que las mujeres participemos en el poder. Es momento de que el liderazgo de las mujeres se traduzca en poder político real.

Amparo Ballivián es precandidata presidencial.





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