Con cuatro años en el poder, Arce enfrenta una economía en crisis, baja popularidad y crecientes tensiones con el evismo, mientras Bolivia sufre escasez de combustibles y dólares, sin soluciones concretas a la vista.
David Choquehuanca (izq.) y Luis Arce/APG
Brújula Digital|08|11|24|
Raúl Peñaranda U.
Con su popularidad en picada, Arce cumple cuatro años en el poder, mientras los próximos 12 meses serán aún más difíciles que lo que lleva como presidente, considerando una situación económica cercana a una crisis terminal.
Algunas encuestas le dan al presidente un apoyo de menos del 5%, con un respaldo electoral ante una eventual postulación que bordea esa cifra, o menos, lo que lo descarta casi por completo que pueda presentarse como candidato.
Arce, que ha demostrado ser un líder que no toma decisiones y que está encapsulado en su despacho de la Casa Grande del Pueblo, no ha asumido ninguna decisión que ayude a reducir la elevada subvención a los hidrocarburos, que bordea los 3.000 millones de dólares al año, ni ha enfrentado la crónica falta de dólares, que ha generado una devaluación del 50% respecto del dólar oficial. Hoy el dólar se cotiza en 10, 50 en el mercado negro.
La iliquidez del Estado ha provocado el principal problema económico: la falta de combustibles. Ella se debe a que el fisco no tiene los recursos suficientes para importarlos, lo que genera una permanente escasez de carburantes, ocasionando graves dificultades para la economía, ya que ello afecta al transporte y, con eso, se resiente el resto de las actividades económicas.
Discurso presidencial
De nada de eso habló Arce en su discurso hoy que marcaba precisamente el cuarto año de mandato, en una jornada marcada por la violencia y las agresiones de parte del evismo, que lograron que se suspenda la sesión en el Legislativo antes de que el vicepresidente David Choquehuanca pudiera hacer uso de la palabra y que fue objeto de agresiones.
Arce, visiblemente molesto, calificó el incidente como un acto de “vandalismo” que, según él, revela una falta de voluntad de diálogo por parte del evismo. Además, se disculpó ante el país y la comunidad internacional, lamentando lo que describió como una de las páginas “más vergonzosas” en la historia de la Asamblea Legislativa.
Pero de autocríticas no dijo nada y durante su alocución, que se dio en una testera especial instalada en la plaza Murillo, se limitó a hacer reflexiones líricas sobre “la unidad”, “el futuro” y “el desarrollo” de Bolivia, sin nada concreto.
Sí hizo énfasis en que la Asamblea Legislativa, bajo influencia del evismo, ha rechazado múltiples propuestas de ley, bloqueando créditos internacionales y otros asuntos económicos.
Estas acciones, comentó, benefician a intereses específicos que buscan frenar el progreso del país y que, en sus palabras, han llevado a Bolivia a un “estado de sabotaje constante”.
También se refirió a que el Legislativo votó contra mantener sin prescripción los delitos sexuales en menores, en una durísima referencia a Morales, acusado de estupro por un tribunal de Tarija.
Los problemas económicos
Haber pasado de ser un país exportador de energéticos a haberse convertido en un importador neto se debe a las políticas erradas de los 14 años de gobierno de Evo Morales y Arce, que fue ministro de Economía durante más de 12 años.
Esas políticas privilegiaron solamente la explotación de hidrocarburos, sobre todo gas natural, y no alentaron la inversión en exploración. Además, el aumento de impuestos a las petroleras, que el MAS llama “nacionalización”, y la retórica anticapitalista ahuyentó a los posibles inversionistas, quebrando virtualmente la industria del sector en Bolivia.
Al quedarse la economía boliviana sin los ingresos del gas, el fisco no tiene los recursos necesarios para importar combustibles que, además, tiene subsidio, por lo que el litro de gasolina se vende a alrededor de un tercio de los países vecinos, lo que también provoca contrabando.
Como Arce no desea tomar la decisión de subir el precio de los combustibles ni devaluar el boliviano, se teme que la situación económica en el país se agrave. Tampoco ha aceptado la sugerencia de que el FMI preste al país entre 3.000 y 4.000 millones de dólares para estabilizar la economía y poder devaluar el boliviano de manera más o menos controlada.
Por otro lado, la obsesión de Arce respecto de los empresarios privados, a los que considera adversarios, le ha impedido hacer acuerdos reales con ese sector; su visión estatista propia de los años 60 explica también parte de la crisis actual.
Por ello, según creen analistas económicos, durante su último año de gobierno implicará mayores penurias para los bolivianos, especialmente por la falta de gasolina y dólares, lo que encarece los productos de primera necesidad. También ello hace prever que será el próximo gobierno el que asuma esas difíciles medidas.
La única buena noticia para el presidente es la debilidad de Morales, derrotado tras su errada estrategia de bloqueos en el país. Ello hace que los ímpetus del evismo de intentar el acortamiento de mandato tengan pocas posibilidades de cumplirse.
BD/RPU
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