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Política | 04/11/2024   05:01

|OPINIÓN|El no estadista|José María Paz|

Brújula Digital|04|11|24|

José María Paz

Evo Morales fue el presidente que más años gobernó en la historia de Bolivia. De los 42 años que llevamos de democracia ininterrumpida, estuvo muy cerca de cumplir 14 años en el poder y su partido gobernará por poco menos de 20, es decir, que casi la mitad de esos 42 años de democracia estuvimos en manos de una sola fuerza política, lo que explica en parte la baja calidad de nuestra democracia; un principio importante, la alternancia en el poder, no se cumplió debidamente y eso tuvo consecuencias negativas.  

Durante gran parte de esos 14 años, el no estadista tuvo 2/3 de miembros de la Asamblea Legislativa a su servicio y con eso, pudo torcer y manipular la Constitución de 2009 que el mismo promovió y consiguió aprobar con previos y graves hechos de violencia. Destruyó las instituciones mediante la cooptación partidaria y mediocre de todas las que existen. Uno de los ejemplos más graves fue la preselección por 2/3 de candidatos leales para las elecciones judiciales en 2011 y 2017, aniquilando la credibilidad y eficacia del poder judicial. Gracias a esto, Legislativo, Ejecutivo y Judicatura, la división clásica de funciones o poderes del Estado, fueron uno solo, suficiente para considerar al régimen como una tiranía.  

No conforme con esto, la cooptación abarcó todo lo que pudo, quitando credibilidad y fuerza a instituciones cuyo trabajo debería ser exclusivamente técnico. Aquí el ejemplo es el Instituto Nacional de Estadísticas; nadie cree en el censo, no necesariamente porque no esté bien hecho, es que la gente siente que el partido manipula todo a su favor. Así podríamos hablar del Defensor del Pueblo, la Contraloría General, el Banco Central y un largo etc., que incluye algunos medios de comunicación que fueron comprados o cooptados. 

A muy poca gente le importaban estas cosas mientras duró el auge económico heredado por el no estadista gracias a los contratos y gaseoductos construidos por sus antecesores. Con ello, hizo creer al pueblo que la economía era una maravilla debido al “modelo” inventado por su genial ministro y delfín: Comprar gasolina cara, venderla al público barata y mantener el tipo de cambio fijo por muchos años, hasta que se acabe el gas y por tanto la plata para seguir comprando gasolina y diésel. 

Todo esto demuestra que el no estadista nunca fue una persona con gran saber en los asuntos del Estado, que es como define el diccionario de la Real Academia a un estadista. Por el contrario, ejerció el gobierno con autoritarismo, sin respetar las leyes, los derechos de sus opositores o de quien se atreviera a denunciar corrupción, como el caso de Marco Antonio Aramayo, quien murió en la cárcel agobiado por un sinfín de procesos. José María Bakovic fue perseguido hasta causarle la muerte.

Tampoco le importaron los derechos reconocidos a los pueblos indígenas, se vio cuando en el año 2011 reprimió cruelmente la marcha indígena en Chaparina; es que como les gusta decir en el MAS, su forma de gobernar fue “orgánica”, esta es la forma autoritaria de organización política que utilizan y que se basa en favorecer a los gremios, organizaciones y sindicatos que le son fieles, principalmente la corporación sindical cocalera del Chapare, ligada a actividades ilícitas y que constituye su principal base social. Los otros, los que no son leales, no importan. 

Su discurso pachamamista de respeto a la madre tierra fue eso, puro discurso, el no estadista y el MAS fueron partícipes y cómplices de la quema de 11 millones de hectáreas solo en el año 2024. El no estadista puso el grito al cielo por el decreto sobre pausa ambiental y defendió los chaqueos. Ni que se diga de la contaminación de los ríos con mercurio por la explotación aurífera favorecida por fuertes intereses económicos. 

Si bien el no estadista fue un líder carismático que tuvo la habilidad política para manipular seguidores y conseguir una fuerte autoidentificación hacía él de gran parte de los ciudadanos de origen indígena del país, me niego a considerarlo un “animal político” como algunos lo califican. Las acusaciones que pesan sobre él demuestran que se trata de otra clase de animal, uno depredador y que comete estupro. El animal político en el sentido aristotélico de la palabra es el que se da cuenta que se vive en sociedad para lograr la felicidad de todos los ciudadanos y alcanzar el bien común. 

El no estadista privilegió siempre el bien particular sobre el interés general, transitó de líder carismático a autoritario y luego a creerse un líder mesiánico con derecho a reelección indefinida y está terminando su vida política como un líder desquiciado y delincuencial que ordena bloquear carreteras hasta que le permitan ser candidato y perdonen sus crimines. Ordena que no ingresen alimentos a las ciudades, prefiere que transportistas, viajeros, animales y productos agrícolas queden varados en las carreteras hasta que se pudran, agravando una crisis económica y de abastecimiento de carburantes ocasionada por él y su sucesor. Dice que disparó y luego se desdice, ordena atacar a la policía con dinamita y tomar cuarteles para luego camuflarse cobardemente, pidiendo cuarto intermedio en los bloqueos y hacer huelga de hambre. No, no es un estadista, nunca lo fue, es un criminal peligroso, procesado en Argentina y que debe ser procesado en Bolivia.



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