ABI
Brújula Digital|11|10|24|
Waldo Albarracín S.
Respecto al régimen democrático en Bolivia y porque no puede consolidarse actualmente:
El título de este artículo me recuerda al libro escrito por ese gran luchador social e importante referente intelectual de la izquierda boliviana, Ramiro Velasco Romero, fallecido hacen poco más de dos décadas. Resolví utilizar esta frase para conmemorar este 10 de octubre el nuevo aniversario de la instauración de un régimen democrático en el país, intentando identificar las causas por las que hasta el momento no puede consolidarse en Bolivia un Estado que transpire democracia hasta por los poros y su gente haya elegido como opción de vida individual y colectiva, un sistema político que tenga como referente axiológico la convivencia entre iguales, pacífica y justa, a la luz de los principios consagrados en la Constitución Política del Estado y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH), cuyas normas forman parte del Bloque de Constitucionalidad que debe imperar en la prelación normativa del país.
Cuando el último gobernante militar en 1982, obedeciendo el mandato del Alto Mando, de alejar a las Fuerzas Armadas del poder político, convocó al Congreso que se consolidó fruto de las elecciones de 1980, sobrevino una esperanza colectiva de que, un nuevo horizonte se pintaba para el Estado boliviano, motivo por el que, se forjaba la aspiración de que definitivamente se extingan las dictaduras, e inicie un proceso de construcción democrática, entendiendo que sólo a través de este sistema se alcanzaría un desarrollo pleno.
Dicho proceso comenzó cuando el 10 de octubre de 1982 el Congreso eligió a Hernán Siles Zuazo presidente de la República por haber obtenido la mayoría de los votos en las elecciones de 1980. Sin embargo, este positivo paso inicial no tuvo un correlato completo, pese al alejamiento del poder de los militares, la sociedad política asumió esa responsabilidad histórica con notorias muestras de mediocridad, por ejemplo los diferentes gobiernos post dictadura militar, nunca renunciaron a la posibilidad fáctica de controlar los otros poderes del Estado, no sanearon el ya deteriorado sistema de administración de justicia y lo coparon con sus militantes partidarios, incluido el Ministerio Público, es así que, estas instancias de poder fueron controladas políticamente a su turno por abogados del MNR, MIR, ADN y posteriormente el funesto MAS, hasta nuestros días. Fueron escasas las muestras de desprendimiento de las entidades políticas para consolidar esa construcción democrática, Veamos: Acuerdo para dar lugar a una Corte Electoral integrada por notables que sustituya a la que fue bautizada como la “banda de los cuatro”, creación de la Defensoría del Pueblo y subsecuente nombramiento de la primera defensora, nacimiento del Tribunal Constitucional y funcionamiento inicial de éste con el concurso de abogados de prestigio, hoy ambas entidades están destruidas y copadas por el poder político. Es decir, siendo objetivos en el balance, esa sociedad política fue muy mezquina con el país y mantuvo vigente la vieja costumbre de controlar desde el gobierno los otros órganos de poder.
Las elecciones de 2005 y sus resultados, dieron una señal, la victoria del MAS con Evo Morales, si bien fue incuestionable, no se puede interpretar como un respaldo absoluto al candidato, sino como un castigo al poco aporte que hicieron los partidos tradicionales, pues si los militares manejaron con autoritarismo y corrupción el Estado, los civiles no estuvieron alejados de esa conducta. Lo doloroso y frustrante del caso, es que, cuando se esperaba que, con el nuevo gobierno posesionado en enero de 2006 se vaya consolidando progresivamente las legítimas aspiraciones democráticas de nuestro pueblo, acontezca una dolorosa involución, al extremo que, lo poco que se había avanzado desde entonces, con el MAS se extinga y por el contrario se sienten las bases para la instalación de uno de los regímenes MÁS corruptos desde la fundación de la república, MÁS autoritarios, de violación sistemática de los derechos humanos, a consecuencia del carácter primitivo y cavernario de los gobernantes, llámese Evo Morales o Luís Arce, que construyeron lo que Platón tipificó como TIMOCRACIA (Gobierno de los Corruptos).
Pero la democracia no se doblega frente a esta ostensible muestra de mediocridad humana, mantiene vigente su aspiración de existir y no acepta que la sustituyan por imposturas, se revela frente a los nuevos dictadores, porque su afinidad no es con los políticos timadores, sino con el pueblo, por ello la democracia se torna subversiva, frente al narcotráfico encaramado en el poder, es subversiva frente al fraude electoral, es subversiva ante a la presencia de delincuentes de cuello blanco en la Fiscalía y el Órgano Judicial, es subversiva ante un Órgano Electoral integrado por individuos genuflexos que sólo quieren contentar a los poderosos, sean éstos indígenas o criollos. La democracia no quiere que la prostituyan y seguirá rebelde y subversiva, es tarea de los nuevos protagonistas políticos ponerse a la altura de la noble democracia.