El 1 de octubre de 2018, causó honda sorpresa y preocupación que la Corte, por 12 votos contra tres, decidiera que Chile no tiene obligación de negociar con Bolivia una salida soberana al mar.
Evo Morales (centro) oye la decisión del Tribunal Internacional de Justicia.
Brújula Digital|10|01|24|
Raúl Peñaranda U.
El 1 de octubre de 2018, hace exactamente seis años, se produjo un tsunami que dejó a Bolivia con escasas posibilidades de seguir insistiendo en la negociación marítima con Chile: ese día, un fallo del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya rechazó la hipótesis de que nuestro país podía forzar a Chile a negociar un acuerdo al respecto.
Fue uno de los fracasos más sonados del largo Gobierno de Evo Morales, que impulsó esa negociación y que la politizó a niveles extremos. El plan fue apoyado por casi todos los expresidentes, excancilleres y especialistas. Hubo escasas disidencias, notablemente las de la excanciller Karen Longaric y de Jaime Paz.
A seis años del fallo
se puede decir que Morales no ha sufrido mayores consecuencias políticas por haber
promovido la peor derrota diplomática boliviana de su historia, poco después
ratificada por otra, la pérdida de la hipótesis de que el Silala está formado
por bofedales y que no es un cause internacional. La caída de popularidad de
Morales se debe a otras razones, como angurria de poder y otras, pero no necesariamente
por esta.
Pero en general hubo consenso entre los partidos políticos, medios de comunicación y analistas sobre llevar a Chile a La Haya.
Por ello causó honda sorpresa y desilusión que la Corte, por 12 votos contra tres, decidiera que Chile no tiene obligación de negociar con Bolivia una salida soberana al mar.
El país había apostado por la doctrina de los Actos Unilaterales de los Estados, es decir que las promesas escritas y verbales de un país deben ser considerados con fuerza legal y comparables a un tratado escrito.
Pero la Corte de La Haya expresó que en el caso entre Bolivia y Chile, ello no podía cumplirse y que esas promesas chilenas solo debían ser consideradas como partes inacabadas de un proceso de negociación, sin que se sepa cómo terminaría.
Ese tsunami le permitió a Chile señalar que el tema marítimo estaba totalmente cerrado. “Este tema está finalizado” dijo el excanciller Heraldo Muñoz, que resintió los ataques del Gobierno de Morales.
La esperanza boliviana se basaba en parte en la tradición de que La Haya suele dar veredictos “intermedios” en los que ninguna de las partes queda realmente afectada. El caso boliviano fue una excepción, puesto que el fallo es exclusivamente favorable a Chile.
Morales dijo, tras la lectura del fallo, que Bolivia nunca renunciaría al mar, pero su rostro indicaba lo doloroso que implicó el desenlace de la demanda.
Junto con la desazón generalizada en Bolivia, en Chile se vio una situación de contraste absoluto, con gente celebrando y ondeando banderas chilenas hace seis años. Sus autoridades también mostraron amplia satisfacción, sobre todo porque Morales había realizado declaraciones muy hostiles, fuera de toda norma internacional, respecto de ese país.
BD/RPU