Brújula Digital|14|09|24|
Rodolfo Eróstegui T.
Recuerdo a la Central Obrera Boliviana (COB) de Juan Lechín, de Simón Reyes; también la de Oscar Salas, Víctor López y Edgar “Huracán” Ramírez. Dirigentes históricos de una clase trabajadora combativa e inclaudicable y quiero quedarme con ese recuerdo.
Esos grandes dirigentes estuvieron acompañados de otros que no desentonaban, me refiero a Walter Delgadillo, Daniel Santalla, Noel Orozco, Guillermo Dalence, Juan De La Cruz, Carlos Camargo, Felipe Tapia, José Pimentel y muchos otros. La característica de estos dirigentes es que muchos de ellos cursaron una carrera universitaria. En realidad, el movimiento sindical estaba dirigido por un grupo de intelectuales con raíces obreras. Creo que no se puede decir lo mismo de los de ahora.
El objetivo trazado en los estatutos aprobados en 1952 en su congreso fundacional es buscar la emancipación de los trabajadores bolivianos, por la defensa de los derechos fundamentales laborales, por la liberación definitiva de los explotados, marginados, oprimidos y el pueblo boliviano. Por este ideario cobista muchos se levantaron en armas en la década de los sesenta y setenta. Llevaban su posición política hasta las últimas consecuencias.
Juan Lechín fue el máximo dirigente, desde 1952 hasta 1987. Nunca fue acusado de prorroguista porque los estatutos lo permitían y porque buscaba cumplir con el mandato que las “tesis política” aprobadas en los distintos congresos se cumplieran.
Víctor López en la COB era el primero en llegar y todos los dirigentes del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), tenían que firmar el libro de asistencia y si salían, debían comunicar qué trámite y a qué sindicato estaba apoyando. Eran tiempos distintos. Seamos o no simpatizantes del sindicalismo los extrañamos.
Pero de un tiempo a esta parte la COB fue perdiendo prestancia y autoridad social y, por decirlo de alguna forma, señorío. Ahora nuestra COB parece que perdió su rumbo y anda como Barita en la calle Yungas de La Paz o en las Siete Calles de Santa Cruz en días de alto tráfico en el que pierde autoridad y toca su pito y hace señales con las manos y los carros pasan cuando pueden y a la fuerza a pesar de ese esforzado policía.
Algunos cuestionamientos a la central laboral, sobre todo por los que nunca fueron afiliados a esta organización, piden que la COB actúe intransigentemente (así les decían a los dirigentes históricos), pero con la finalidad de que esta organización sea la punta de lanza contra el masismo. Otros con mayor conocimiento de la COB los increpan porque dejaron a un lado la independencia política que históricamente tenía la COB y los estatutos señalan. La actual dirigencia se entregó de cuerpo entero al gobierno y se convirtieron en sus defensores a cambio recibieron una serie de prebendas que ahora no vale la pena enumerarlas, pero consisten en edificios, vehículos etc.
En otros tiempos lo que se hacía era cuestionar por ejemplo el crecimiento de la deuda externa, que ahora, según la Fundación Jubileo, la deuda per cápita creció. Pasó de 231 dólares registrado en el año 2007 a 1.108 dólares en 2022. Esto significa que cada bebé que nace debe 1.108 dólares. No habría problema si es que el país se dirigiera a un norte viable que pueda producir los recursos para enfrentar dicha deuda. Pero al parecer, así lo dicen los observadores de estos temas, no. Bolivia parece un bote a la deriva que se mueve en la dirección que sopla el viento.
Ahora esa dirigencia, acompañada de aproximadamente 500 personas, hace vigilia para que los asambleístas aprueben créditos externos. ¿A qué se debe esta actitud que además muestra su debilidad al convocar a muy pocos trabajadores? Al parecer esta actitud se debe a que el Gobierno necesita que hagan olas para confundir a la población ante su incapacidad de encontrar soluciones verdaderas.
@brjula.digital.bo