Brújula
Digital|05|09|24|
Mientras se
discute sobre la redistribución de escaños y la pérdida de ingresos para
algunos municipios como resultado del censo de 2024, Enrique Velazco, director de INASET, plantea una reflexión
más profunda sobre las verdaderas causas de la crisis que enfrenta el país.
En su más reciente columna de Brújula Digital, Velazco considera que Bolivia está al borde de una crisis institucional, política y económica sin precedentes, y que los temas que ocupan el debate actual son, en comparación, de poca relevancia.
La historia
económica del país revela una dependencia constante de la explotación de
recursos naturales, como el estaño en los años 1950, el petróleo y el gas en
décadas posteriores, y ahora el litio, que aún es una promesa distante. Sin
embargo, la falta de recursos materiales tangibles hoy en día resalta el
verdadero problema: la incapacidad del sistema político y económico para adaptarse
a un modelo de desarrollo sostenible, dice el especialista en temas de desarrollo y empleo.
Velazco sostiene que la actual situación de crisis no es simplemente el resultado de la falta de recursos, sino de malas decisiones políticas acumuladas a lo largo de la historia. Las élites políticas han tomado decisiones que han perpetuado un modelo extractivista y centralizado, mientras que la sociedad, en gran medida, ha permitido que los políticos tomen el control sin exigir soluciones reales a largo plazo.
Esta dinámica ha llevado a una situación en la que la política se centra más en el reparto de poder y recursos entre grupos de interés, que en la resolución de los problemas estructurales del país.
El ejemplo de la discusión actual sobre los escaños es ilustrativo. Según Velazco, debatir si un departamento como Santa Cruz debería tener algunos escaños más en la Asamblea Legislativa no aborda los verdaderos problemas del desarrollo regional o nacional.
La asignación de escaños no tiene un impacto directo en la mejora de la calidad de vida de la población o en la promoción del desarrollo económico. Como señala el analista Jimena Costa, la representación parlamentaria de Santa Cruz se ha destacado más por sus ausencias que por su trabajo en beneficio de la región.
Otra preocupación en el debate del censo es la posible pérdida de recursos para 171 municipios debido a la caída de la población. Velazco cuestiona si esos recursos realmente han generado desarrollo en esas regiones. La misma pregunta se aplica a las gobernaciones y municipios que recibirán más ingresos: ¿han logrado mejorar significativamente su capacidad de gestión o aumentar su autonomía efectiva tras casi dos décadas de recibir recursos de coparticipación tributaria? La respuesta, según Velazco, es desalentadora.
El actual sistema de autonomías reproduce los mismos problemas del Gobierno central: una estructura ineficiente que despilfarra recursos y no promueve un desarrollo real en las regiones. Las transferencias de recursos desde el gobierno central, lejos de fortalecer la autonomía, han creado una dependencia que limita la capacidad de las Entidades Territoriales Autónomas (ETA) para gestionar su propio desarrollo. Además, el poder del gobierno central, que controla los recursos, exacerba las diferencias en capacidades institucionales y técnicas entre los municipios.
Velazco y el equipo de INASET proponen un replanteamiento radical del sistema de gobernanza en Bolivia, comenzando por el diseño de un "Marco Conceptual para los Planes de Gobierno" que priorice las necesidades de la gente sobre los intereses políticos.
Este marco debe romper con el paradigma extractivista y el "presidencialismo mesiánico" que ha dominado la política boliviana durante décadas, proponiendo en su lugar un camino alternativo que empodere a las regiones y municipios para gestionar su desarrollo de manera más autónoma y eficiente.
BD/RPU