Brújula Digital|16|07|24|
Víctor Jemio
En Bolivia, la interacción entre la política y las Fuerzas Armadas ha sido un tema de constante preocupación. La influencia de la política en las FFAA no solo ha afectado la estabilidad y profesionalismo de la institución, sino que también ha socavado su papel fundamental en la defensa y seguridad del país. Este artículo intenta comunicar la percepción de un general jubilado sobre cómo la politización de las FFAA ha generado efectos perniciosos, erosionando la confianza pública y debilitando su capacidad operativa.
Históricamente, las FFAA de Bolivia han jugado un papel central en la política nacional. Desde el siglo XX, el país ha sido testigo de numerosos golpes de Estado en los que los militares, siempre con el apoyo de civiles, han derrocado gobiernos. Esta tendencia ha creado una cultura en la que las FFAA, que durante los últimos 42 años fueron ejemplo de respeto a la democracia, se han visto involucradas en un remedo de “golpe” que ha vuelto a minar su neutralidad y profesionalismo.
Uno de los efectos más nocivos de la politización es la interferencia en los ascensos y nombramientos dentro de las FFAA como el ascenso a general y nombramiento como comandante del Ejército de un oficial ubicado en el cuadragésimo octavo puesto de méritos de una promoción, como es el caso de Juan José Zúñiga. En lugar de basarse en el mérito y la competencia, los ascensos a menudo están influenciados por lealtades políticas obsecuentes de oficiales mediocres que se prestan a lesionar las virtudes castrenses por intereses exclusivamente personales. Esto no solo desmoraliza al personal militar, sino que también coloca a personas menos competentes en posiciones de liderazgo, debilitando la efectividad operativa de la institución.
La politización ha afectado negativamente la profesionalización y capacitación de las FFAA. Cuando los recursos se desvían hacia la promoción de intereses políticos, se reduce la inversión en formación y entrenamiento militar. Esto no solo limita las capacidades operativas de las FFAA, sino que avergüenza a los soldados que en nuestro tiempo tratamos de ser profesionales como estudiosos de la guerra y de la administración del conflicto.
Las consecuencias a largo plazo de la politización de las FFAA son profundas. A nivel institucional, la interferencia política ha creado un ciclo de inestabilidad y desconfianza que es difícil de romper. A nivel nacional, la percepción de las FFAA como una fuerza politizada socava su capacidad para cumplir con su misión principal de defensa y seguridad.
Para revertir estos efectos perniciosos, es esencial que las FFAA se despoliticen y se profesionalicen. Esto implica la implementación de políticas que promuevan la meritocracia, la independencia institucional y la transparencia. Solo así las FFAA podrán recuperar la confianza pública y desempeñar eficazmente su papel de proporcionar seguridad a la nación.
El esfuerzo por “deconstruir” a las FFAA “imperialistas” y ser reemplazadas por oficiales “originarios” con el programa de Igualdad de Oportunidades (PIO) ha dado resultado: la institución, en vez de ser vista como protectora de la nación y defensora de la soberanía, es percibida como actor político de los gobiernos de turno. Esto ha debilitado el apoyo popular y ha generado un escepticismo generalizado sobre su papel y motivaciones.
La politización de las FFAA en Bolivia ha tenido efectos negativos, minando su neutralidad, debilitando su capacidad operativa y erosionando la confianza pública. Para superar estos desafíos, es crucial adoptar reformas que promuevan la profesionalización y la independencia de las FFAA. Solo entonces podrán cumplir su misión de proteger y defender al país de manera efectiva y con integridad.
Víctor Jemio Oropeza es general (r).