La situación política venezolana a día de hoy lleva a extremar esfuerzos para que la verdad prevalezca sobre la impostura totalitaria criminal arremetiendo por todos los frentes. En efecto, después de tres semanas de las elecciones presidenciales donde ganó contundentemente la oposición a la tiranía madurista, aliados importantes de ésta dijeron sucesivamente que los resultados tendrían que ser respetados, que el organismo electoral debía mostrar las actas para probar los porcentajes anunciados la noche del 28 de julio y, hace cinco días que “debe haber nuevas elecciones en Venezuela”. Aunque no tardaron en desdecirse. Sin embargo, parece recomendable repetir cuantas veces sea necesario los datos fehacientes que configuran la verdad.
Habrá que recordar que las elecciones del 28 de julio en Venezuela no se realizaron en el contexto de una democracia, con límites al poder en resguardo de la libertad y los derechos de las personas, bajo garantías de su respeto, con justicia independiente y separación de poderes públicos, con sistema electoral libre, igualitario, imparcial, seguro y transparente y con pluralismo ideológico político. No. Se realizaron bajo un régimen criminal tiránico en busca de perpetuarse, maquillado de democracia reducida a elecciones controladas, desiguales, parcializadas, inseguras y opacas.
Se tendrá que reconocer que, a pesar de ello, María Corina Machado cumplió democráticamente el deber cívico más alto: derrotar a la tiranía con sus propias reglas de juego espurias, con una estrategia de seis etapas que ella presentó el 15 de agosto pasado en una conferencia de prensa virtual, de las cuales cuatro se cumplieron ya:
1. La recuperación del sentido de lucha, de entusiasmo, de movilización y de unión de la sociedad venezolana.
2. La legitimación de un liderazgo en las primarias, ciudadanas, sin interferencia del Consejo Nacional Electoral (CNE). Machado obtuvo en ellas el 90% de votos.
3. La conformación de una alternativa electoral con respaldo de todas las fuerzas democráticas venciendo la inhabilitación arbitraria a María Corina, la negativa a inscribir a Corina Yoris para finalmente inscribir a Edmundo González. “Con una campaña sin plata, con una censura total (…) 10 años sin aparecer en alguna entrevista en televisión nacional, ni un programa de radio importante a nivel nacional, con toda la represión en contra (…)” en voz de la líder venezolana.
4. La comprobación de la victoria pese a la manipulación de centros de votación, traslados intempestivos de electores en ellos, exclusión de cuatro millones de venezolanos en el exilio y jóvenes dentro de Venezuela, el acoso y la represión permanentes. Dice María Corina: “Han sido 25 años de elecciones tramposas (…) y nos preparamos durante más de un año armando equipos y con expertos que han dedicado años de su vida a entender la ingeniería electoral que había aplicado el régimen (…). El 28 de julio hubo más de un millón de voluntarios organizados con tareas específicas”.
Así, la MUD puso a disposición del mundo entero a través de recursos tecnológicos verificables y seguros, más del 83% de las actas que revelan que Edmundo Gonzáles Urrutia ganó por casi el 70% de los votos. Ante ello, el CNE declaró ganador al tirano, “en una servilleta, sin presentar un solo número, de ningún centro, de ninguna mesa”, pues la tiranía decidió quedarse por la fuerza. Añade Machado: “Si el 100% que falta, con cero abstención, Maduro saca el 100% de los votos, no llega a 3,5 millones, con lo cual no hay manera que pueda ganar (…) esto es una victoria monumental que todo el mundo lo sabe”.
El avance exitoso en la ejecución de la estrategia de la PUD hasta aquí tiene como eje fundamental la competencia política de María Corina Machado, cuyo liderazgo ha trascendido hacia las esferas de la sensibilidad y la espiritualidad, logrando una íntima conexión personal con la gente de todos los sectores sociales venezolanos. Es parte de la verdad.
Las etapas pendientes de esta estrategia son la negociación para la transición y la transición. Su desarrollo y culminación requieren la contribución activa del mundo democrático a través de sus líderes – aquellos que gozan de sus plenas facultades mentales, por cierto-, la abstención de los amigotes de la tiranía por su propio interés político y el apoyo militante de la ciudadanía activa, comprometida con la defensa de sus mismos derechos y los de sus descendientes.
“La verdad es la realidad” recuerda Antonio Escohotado. Y en este caso la verdad es que Edmundo González Urrutia, hombre decente y bueno, profesional prestigioso y demócrata en las palabras y los hechos, ganó las elecciones habiendo sido ungido presidente de Venezuela por una mayoría aplastante de votos. Siendo así, se trata sencillamente del reconocimiento de esa VERDAD y, como dijo María Corina Machado, llevar adelante “una negociación para la transición ordenada, estable y pacífica” hacia la democracia, porque “Venezuela ya decidió y es hasta el final”.
Gisela Derpic es abogada.