¿Habrá o no un segundo aguinaldo en 2022? Esa era la gran incógnita en el país, siendo el INE el encargado de hacer el cálculo del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) al efecto, debiendo analizar su comportamiento en el período interanual predeterminado (julio del 2021 hasta junio del 2022). Cuando la prensa o las empresas me pedían mi opinión al respecto, sobre la base de la información oficial disponible, me la jugué animándome a vaticinar que había un 99,9% de posibilidades, de que no habría.
El segundo aguinaldo fue creado el 20 de noviembre de 2013 por el D.S. 1802, en plena bonanza mundial, estableciendo su pago cuando el PIB del país creciera por encima del 4,5% en el período interanual indicado.
Se esperaba que el INE informara la tasa de crecimiento el 12 de octubre pasado, como se anunció, pero no fue así. Se indicó como nueva fecha el 31 de octubre, prolongando la ansiedad en los trabajadores -de recibir dicha dádiva- y, también, la angustia del empresariado, dado que el Decreto es ciego al no considerar si la empresa crece por arriba o debajo del 4,5% -peor aún, si no crece o decrece- igual debe pagar sea cual fuere su situación financiera, una disposición discriminatoria, al dar un trato igual a diferentes.
Cabe recordar que el empresariado privado boliviano legalmente establecido, compuesto principalmente por micro y pequeñas unidades, para quienes rige tal obligación -no así para otras que, en la informalidad e ilegalidad ni tributan ni emplean como manda la Ley- nunca estuvo de acuerdo con dicha normativa considerando, además, la ilegal y desleal competencia del contrabando, como un ejemplo, de su trato doblemente discriminatorio.
Desde que fue emitido el Decreto, esta suerte de “segundo bono navideño” se efectivizó en 2013, 2014, 2015 y 2018, en los otros años no, porque la economía no creció lo suficiente. Hay que recordar que, a la conclusión del auge mundial, la tasa anual del PIB experimentó una desaceleración: 6,8% (2013); 5,5% (2014); 4,9% (2015); 4,3% (2016); 4,2% (2017); 4,2% (2018); 2,2% (2019); -8,7% (2020) y 6,1% (2021).
Ahora bien, pese a que se esperaba el dato del INE para fines de mes, fue el Ministro de Planificación del Desarrollo quien, en conferencia de prensa ofrecida el 19 de octubre, dijo que se descartaba el segundo aguinaldo porque la economía no había crecido lo suficiente. Analizando el Informe del INE titulado “Al primer semestre de 2022 la economía boliviana creció en 4,13% debido a recuperación económica”, se puede ver que el PIB experimentó el siguiente crecimiento: 5,48% (julio-septiembre de 2021); 0,23% (octubre-diciembre de 2021); 3,97% (enero-marzo de 2022) y 4,27% (abril-junio de 2022). Con tales números, la economía boliviana, en números redondos, creció apenas 3,5% en el período interanual, lejos del gatillador del pago del segundo aguinaldo.
Si bien este anuncio dio un respiro al empresariado, tales números deben llamar la atención, porque -aunque la economía del país está en crecimiento pese al difícil entorno internacional, capeando las presiones inflacionarias, devaluaciones generalizadas y la inflación mundial- que el PIB haya crecido 4,13% al primer semestre del 2022 dista mucho de la meta del 5,1% prevista para este año; de hecho, para lograrlo la economía debería crecer 12% en el segundo semestre, de ahí que los organismos internacionales pronostican un crecimiento del 4% o menos para Bolivia.
El propio Informe del INE muestra que sectores como Comercio; Servicios de la Administración Pública; Comunicaciones; Industria Manufacturera y Minería, no solo crecieron por debajo del 4% sino que el sector de Hidrocarburos decreció 9,81% entre enero y junio de 2022.
Lo que me alegró del documento del INE fue ver que, en la variación del PIB por tipo de gasto, brillan las Exportaciones con casi 17% de crecimiento, muy por encima del desempeño de la Formación Bruta de Capital Fijo; Importaciones; Consumo Final de Hogares y de la Administración Pública.
Y, aunque se dice que la demanda interna explica el 2,3% del alza del PIB y la demanda externa el 1,83%, qué bueno sería para Bolivia concentrar su atención en el “motorcito de la demanda externa” no solo para intentar crecer al 5,1% este año, sino, al 7% o más en función del ilimitado mercado internacional, máxime si al producir para la exportación se pagan sueldos y salarios que compran bienes y servicios, dinamizando así el “motorcito de la demanda interna”, además de traer divisas y crear empleos dignos en el país.
Gary Antonio Rodríguez es Economista y Magíster en Comercio Internacional