Aclaremos un par de cosas. 1. El tipo de cambio fijo no es un control de precios como mucha gente supone. Al revés, es un instrumento que hace imposible que el Banco Central controle el precio del dólar. 2. La solución ante una crisis de balanza de pagos no es devaluar y abandonar el tipo de cambio fijo. La verdadera solución es hacer el ajuste necesario para defenderlo.
Empecemos por la primera. A pesar de su nombre y apariencia, el tipo de cambio fijo no es un precio controlado. Y no lo es porque el mercado del dólar no es un mercado normal. En un mercado normal como el de las naranjas, por ejemplo, el precio se determina por la oferta de vendedores y la demanda de compradores. La libre interacción y la competencia generan el precio de mercado o de equilibrio. Si el gobierno controla el precio de las naranjas e impide que la competencia arribe al precio de equilibrio, la cantidad demandada no será igual a la ofrecida y existirá sobreproducción o desabastecimiento. En un mercado normal como el de las naranjas, por lo tanto, el control de precios causa una mala asignación de recursos y es por eso que los economistas no oponemos vehementemente a él.
Pero el mercado del dólar no es como el de las naranjas. Piénselo, ¿cuál es la única forma de comprar dólares? La única forma de hacerlo es canjeándolos por Bs. La demanda de dólares (sea para importación, viajes o para protegerse ante la pérdida de valor de la moneda local) requiere siempre de Bs. para poder comprarlos. Si, por ejemplo, el Banco Central imprime muchos Bs., entonces los Bs. se harán relativamente más abundantes y perderán su valor. La gente entonces demandará más dólares para protegerse y el precio del dólar subirá. Si, por el contrario, el Banco Central imprime menos Bs. o los recoge del sistema subiendo la tasa de interés, la escasez relativa de Bs. subirá, la demanda por dólares disminuirá, y esto hará caer su precio. Con un tipo de cambio libre o flexible, por lo tanto, el precio del dólar estará fuertemente determinado por el monto de Bs. en circulación (la oferta monetaria) relativo al monto de dólares en el sistema. Pero ¿quién controla el monto de Bs. en circulación? El Banco Central. En otras palabras, con un tipo de cambio libre o flexible, el Banco Central no tiene límites para imprimir y mover el precio del dólar al nivel que considere conveniente. Pese a su nombre, entonces, el tipo de cambio flexible es un sistema en el que el precio del dólar está fuertemente controlado o manipulado por el Banco Central a través de la oferta monetaria. El tipo de cambio fijo, por el contrario, le quita al Banco Central ese poder.
Con un tipo de cambio fijo, el Banco Central no puede imprimir más (o menos) de lo que la paridad con el dólar aguante. Con un compromiso serio con el tipo de cambio fijo, el Banco Central debe tener mucho cuidado de no emitir más de la cuenta porque, de lo contrario, el tipo de cambio tenderá a devaluarse. Esta restricción impone, a su vez, disciplina fiscal. Sabiendo que el Banco Central no podrá emitir a menos que entren más dólares al sistema, el gobierno deberá tener cuidado de no acumular déficits altos porque sabrá que no le podrá pedir prestado al Banco Central. El tipo de cambio fijo no es, por lo tanto, un control de precios sino todo lo contrario, es un instrumento que evita que el Banco Central controle el precio del dólar a través de la oferta monetaria. Tampoco es solamente una política cambiaria. Es, en realidad, un acuerdo institucional que remueve mucho del accionar del gobierno en la economía a través de políticas públicas.
La efectividad del tipo de cambio fijo dependerá del compromiso de los políticos en defenderlo. Un ejemplo de falta de compromiso es el plan de convertibilidad argentino que usó un tipo de cambio fijo durante la última década de los 90. Aunque durante ese período la Argentina gozó de una inflación bajísima, el gobierno no ejerció la disciplina fiscal requerida y el 2001 el país tuvo que devaluar desatando una profunda crisis. Otro ejemplo es el caso nuestro en el que el tipo de cambio fijo funcionó bien anclando inflación y expectativas por casi dos décadas, pero el apetito voraz del gobierno y la consecuente dilapidación de RIN están poniendo esa estabilidad en jaque.
Esto es importante. El tipo de cambio fijo es un compromiso institucional y será efectivo en tanto y en cuanto esa institucionalidad se respete. Lo cual nos lleva al segundo punto que vale la pena aclarar: la solución ante una crisis de balanza de pagos no es devaluar sino hacer el ajuste.
El tipo de cambio fijo es como un cinturón. Una buena estrategia cuando queremos mantener un determinado peso y no hacer crecer la panza, es comprometerse con el cinturón. Elegimos el agujero del cinturón con el que estamos satisfechos y nos comprometemos a él. Pase lo que pase, no moveremos la hebilla de ahí. Si tomamos el compromiso en serio, nos esforzaremos por que nuestra alimentación y rutina de ejercicios sean las adecuadas para poder cumplir lo prometido. Si somos descuidados o irresponsables, sin embargo, la panza crecerá y mantener la hebilla en el mismo agujero será difícil. Si llegamos a un punto en que nos cuesta respirar, estaremos muy tentados a renunciar al compromiso y mover la hebilla un par de agujeros. Claramente, sin embargo, esa no es la solución al problema. La solución es mantener el compromiso, no mover la hebilla, y entender que el problema fueron nuestras propias decisiones. Esa reflexión debería llevarnos inmediatamente a cambiar nuestros hábitos de alimentación y a volver al gimnasio.
Lo mismo con el tipo de cambio fijo. La solución no es devaluar aceptando que hemos sido derrotados tratando de mantener la paridad de Bs. y dólares en el sistema. La solución es hacer el ajuste. Eso involucra dejar de gastar y eliminar déficits para dejar de dilapidar RIN (lo cual implica eliminar subsidios, empresas estatales, burocracia, etc.), y además recoger Bs. del sistema subiendo la tasa de interés para así volver a la paridad de Bs. y dólares que mantenía el tipo de cambio fijo. Hay que tratar también, por supuesto, de conseguir más dólares exportando más o atrayendo inversión extranjera, pero eso requiere políticas de mediano y largo plazo. En el corto plazo, no queda otra que hacer un ajuste fuerte de políticas contractivas. Sí, esto dolerá y mucho, pero es la única forma responsable de salir de la crisis. Devaluar, por el contrario, es mover la hebilla un par de agujeros para aliviar el dolor de hoy, pero sin solucionar el problema estructural que tarde o temprano nos pasará la cuenta.
Antonio Saravia es PhD en economía (Twitter: @tufisaravia).