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Tinku Verbal | 24/06/2019

¿Por qué un grupo domina a millones?

Andrés Gómez V.
Andrés Gómez V.

Veamos el caso del dictador socialista, Nicolae Ceausescu, y sus secuaces que dominaron durante cuatro décadas a 20 millones de rumanos. ¿Cómo lo hizo? Fue posible porque su organización ejecutó y garantizó tres condiciones vitales: 

1) Colocar a esbirros comunistas leales en el control de instituciones, como el Ejército y la Policía; en las organizaciones sociales y sindicatos e incluso las asociaciones deportivas. 

2) Impedir la creación de toda organización rival, ya fuera política, económica o social, que pudiera servir de base para una organización anticomunista (salvo aquellas agrupaciones funcionales que no significaban peligro para su dominio, por el contrario, legitimaban la dictadura socialista).

3) Fortalecer el apoyo de partidos comunistas hermanos de la Unión Soviética y de la Europa Oriental.

El profesor de historia israelí, Yuval Noah Harari, señala que los partidos comunistas de la Europa Oriental garantizaban que ningún extranjero metiera las narices en el paraíso socialista rumano; en consecuencia, los 20 millones de rumanos no podían organizar ninguna oposición eficaz.      

“Ceausescu solo cayó del poder (1989) cuando ya no se mantuvieron las tres condiciones”, subraya Harari. 

Con bastante lógica, dirías, Bolivia no es Rumanía ni Evo, Ceausescu. Y tienes razón, pero lanzo tres preguntas para ver si hay algunas similitudes: ¿hay esbirros del masismo en la COB, la Csutcb, FFAA, Policía e incluso clubes deportivos? ¿Deja el masismo nacer una organización que ponga en real peligro su permanencia en el poder? ¿Tiene el apoyo de partidos o gobiernos extranjeros de similares características?

Ahora, unos datos. En Bolivia, vivimos 11.307.000  personas. Supongamos que de 11 millones, 406.065 son masistas que apoyan a los candidatos inconstitucionales de su partido (me baso en los resultados de las primarias de enero pasado), aunque sabemos que de esos 406 mil, 242.978 son funcionarios que trabajan en ministerios e instituciones descentralizadas y empresas públicas (“La nueva burocracia plurinacional en Bolivia”, Ximena Soruco Soluguren).

Si restamos 242 mil funcionarios de 406 mil personas, quedan 163.087. De esta cifra, alrededor de 135 mil son del Trópico Cochabambino, base cocalera de Evo Morales. En conclusión, más de 100 mil personas se pavonean sobre más de 11 millones de bolivianos a tal punto que su principal dirigente, en su condición de presidente del Estado Plurinacional, puede violar la Constitución, violar leyes, reírse de los resultados de un referendo, controlar el Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo Electoral, el Ministerio Público, los tribunales de justicia, al Defensor del Pueblo y otras instancias del Estado.  

¿Cómo es posible ese dominio de miles de personas sobre millones (así fueran 406.065 militantes masistas y no sólo 100 mil fanáticos)? Esos miles están organizados; en cambio, los más de 11 millones, no. 

Es probable que respondas que el MAS no sólo tiene el apoyo de esas 406 mil personas, sino también el respaldo de la Constitución y la aquiescencia nuestra, expresada a través del voto en las elecciones nacionales de 2014. Lógica tu respuesta, pero te voy a hacer dos preguntas para ver si se sostiene tu razonamiento: ¿Puede un gobernante respaldarse en la Constitución después que la violó? ¿Puede reclamar consentimiento popular, verificado en el voto, después que desconoció millones de votos que le dijeron que se vaya en el referendo de 2016?

No creo que me respondas con el absurdo de que esos miles tienen el “derecho humano” de dominar a 11 millones. Te considero inteligente y serio y no puedes decaer al nivel de un sedicente demócrata masista.

Vuelvo al punto anterior. No es necesario que toda la sociedad esté organizada. Por ejemplo, en 1914, tres millones de nobles, oficiales y empresarios rusos señoreaban a 180 millones de campesinos (Harari, Homo Deus). De esos 180 millones, 23.000 eran miembros del Partido Comunista. Éstos derrotaron a aquellos tres millones porque estaban mejor organizados.

Si no queremos para Bolivia a un Ceausescu o Fidel Castro por las próximas cuatro o más décadas, debemos organizarnos como sociedad y más allá de las elecciones de octubre con un solo objetivo: recuperar la democracia para garantizar la felicidad y paz de nuestras familias. Sólo entonces veremos que el Señor Cocalero y Presidente que no quiere irse de Palacio no tiene más poder que 11 millones de bolivianos.

No importa si somos tres gatos en cada barrio, pero gatos organizados atrapan más ratas.

Andrés Gómez Vela es periodista.



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