Por muchas razones, pero probablemente la más importante era su famosa idea de la “plusvalía.” Prestándose la idea del valor-trabajo de los economistas clásicos, Marx pensaba que los empresarios o burgueses solo podían acumular riqueza extrayendo del trabajador un valor que no les pertenecía y por el cual no proveían ninguna compensación.
Marx observaba que los trabajadores o proletarios trabajaban muchas más horas que los burgueses produciendo bienes y servicios y, sin embargo, recibían una tajada mucho más chica del ingreso que estos bienes y servicios generaban. Este valor extra o plusvalía que acaparaban los burgueses constituía, por lo tanto, una “explotación” del proletariado. La solución a esta injusticia era lógica e inevitable en los ojos de Marx: los proletarios del mundo deberían unirse y hacer la revolución. Este proceso acabaría con la propiedad privada y la burguesía, e instauraría el sistema socialista.
La idea de la plusvalía está, entonces, al centro del pensamiento marxista y su aplicación política. Su lógica es contagiosa y apela fuertemente a nuestras emociones. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez porqué es que los trabajadores ganan mucho menos que el dueño de la empresa cuando son los primeros los que hacen el trabajo más duro? Cuando uno ve a los trabajadores de una construcción trabajando de sol a sol mientras el dueño de la empresa ni se despeina en su oficina con aire acondicionado, uno se pregunta si Marx tenía razón y esos trabajadores que ganan un décimo de lo que gana el empresario no estarán siendo explotados. ¿No se han preguntado a veces cómo es que la familia Walton, dueña de Wal-Mart, es multi billonaria cuando los trabajadores que trabajan en sus almacenes tienen los sueldos más bajos del mercado?
La idea es tan atractiva que se ha instalado fuertemente en la cultura y el imaginario colectivo. La plusvalía de Marx nos hace ver a los empresarios burgueses como los malos de la película. Los empresarios son siempre caricaturizados como gordos, avaros y explotadores. Por eso las palabras “empresario,” “negocio,” “ganancia,” “lucro” o “privatización” se han convertido en malas palabras o insultos. Decimos despectivamente “todo es para negocio,” “solo quiere acumular ganancias” o “esos son privatizadores.” Karl Marx es el responsable de este paradigma cultural.
Pero ese paradigma cultural es una estafa. La idea de la plusvalía es una mentira más grande que una casa. Pensemos un ejemplo simple. El hotel Ritz Carlton, uno de los hoteles más elegantes y pomposos de Estados Unidos cobra $us 50 porque un encargado le parquee el auto cuando Ud. llega al hotel. El muchacho (o valet) trabaja varias horas parqueando autos y cobra $us 10 por hora. Al final de un turno de 5 horas de arduo trabajo, el muchacho habrá ganado $us 50. ¿Se fija?, el trabajador habrá parqueado cerca de 100 autos en ese tiempo, pero habrá ganado lo mismo que pagó uno solo de esos autos. ¿Quién se lleva lo que pagaron los otros 99 autos? El hotel, por supuesto. Es decir, el empresario que no movió un solo pelo parqueando autos. Enorme plusvalía, ¿correcto? Nones.
Lo que hay que entender es que el precio de $us 50 por parquear el auto en el hotel solo puede cobrarse porque se trata del estacionamiento del Ritz Carlton. Es decir, gracias a su inversión, instalaciones, reputación, excelentes restaurantes, etc., la gente demanda el servicio de ese hotel y valora muchísimo el hecho de poder parquear en su estacionamiento. El trabajador o valet no podría cobrar $us 50 por parquear autos en su casa. De hecho, probablemente no podría cobrar ni un solo dólar por parquear autos allí porque a nadie le interesa ir a su casa. El grueso de los $us 50, entonces, no se genera por parquear el auto, sino por toda la inversión que hizo el empresario en el hotel. Es una inversión que representa no solo un gran esfuerzo, sino además un gran riesgo. Si la gente deja de ir al Ritz Carlton porque se abrió un nuevo hotel a la vuelta de la esquina o porque la gente decide alojarse en departamentos rentados o Airbnbs, toda esa inversión resultará en una pérdida brutal. El trabajador, por su parte, no corre ningún riesgo. Si el Ritz Carlton quiebra él perderá su trabajo de $us 10 la hora, pero probablemente conseguirá otro similar en otro hotel o restaurante.
Marx estaba profundamente equivocado. La plusvalía no existe porque el empresario o burgués no se apropia de nada que no le pertenezca. El valor de los bienes y servicios no viene dado por el número de horas que se trabaja en ellos, sino por la valoración que los consumidores o clientes le dan a esos bienes y servicios. Y esta valoración es solo un reflejo de la inversión, las ideas, la innovación y el riesgo que asumen los empresarios.
Si la plusvalía no existe, la explotación del proletariado tampoco existe. Y si nadie está siendo explotado, nadie quiere hacer la revolución o instalar el socialismo (aparte, por supuesto, de políticos trasnochados). Eliminar la propiedad privada y eliminar, por tanto, al empresariado implica eliminar la mayor fuente de riqueza en una sociedad.
Antonio Saravia es PhD en economía (Twitter: @tufisaravia).