BBC Mundo ha publicado en días pasados una entrevista al expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, que contiene variedad de temas interesantes: la vida (“tengo que gritarle ‘gracias’ a la vida”, dijo), la muerte (“sal de la vida. (…) “Es una señora que no nos gusta y que no queremos, pero que inevitablemente va a llegar en algún momento. Entonces hay que resignarse”).
Dijo también que el premio de tener conciencia permite a los seres humanos formular un proyecto de vida, aunque no necesariamente lo ejerciten: “A veces sí, a veces no”.
Preguntado sobre si su prédica contra el consumismo es una batalla perdida, dice que sí, que por ahora es una siembra intelectual. Y añadió que el grueso de nuestras sociedades está sometido a una autoexplotación, porque “lo que gana tiende a no alcanzarle, porque todo está hecho como para que nunca le alcance. Y tiene que conseguir más, y trabaja más y más y más, porque gasta cada vez más. ¿Y con qué paga? Con el tiempo de su vida, que lo gasta para producir valor para poder pagar”.
“¿Cuándo soy libre?”, se pregunta, y responde: “Cuando me escapo de la ley de la necesidad. Si la necesidad me obliga a gastar tiempo para conseguir medios económicos con los que tengo que pagar el consumo que tengo, no soy libre. Soy libre cuando gasto tiempo de mi vida en lo que a mí me gusta y se me antoja. Eso sí, porque es mío. Es para lo que menos tiempo tiene la gente hoy”.
Es frecuente el tema: "Yo no quiero que a mi hijo le falte nada. Sí, pero pelotudo, le faltás vos, porque nunca tenés tiempo para tu hijo”.
Añadió que, si en todo el mundo subdesarrollado se llegase a consumir sólo como los europeos (ni siquiera como los yanquis), el planeta no resistiría; necesitaríamos tres planetas, para señalar luego que la humanidad está despilfarrando un disparate de cosas, y ese despilfarro se vuelve a la larga contra nuestra especie.
La sobriedad y la prudencia son ventajosas por varias razones, dijo, aunque reconociendo que éste es en un tiempo en que la gente no le va a entender, porque la cultura de esta época es un logro formidable del capitalismo, que ha creado una cultura subliminal en que tenemos que ser todos compradores compulsivos. Afirmó: “Todos los economistas del mundo siempre están desesperados por que la economía crezca. Eso está impuesto, todo lo que yo digo es contrario a eso”.
Dijo que a diario lo sorprende la naturaleza y que teme que la humanidad camine a una especie de Holocausto ecológico como se lo dijo el escritor Nuval Harari, que le hizo conocer su temor de que la humanidad no tenga tiempo de arreglar los desastres que ha hecho.
Considera a la democracia afirmó que es el mejor sistema que se ha inventado hasta ahora, aunque es una porquería que promete jurídicamente una cosa que después está lejos de concretarse. “Somos iguales ante la ley, sí, pero no somos iguales ante la vida: hay algunos que son más iguales”, afirmó, añadiendo que, a pesar de todo eso, hay que defenderla, porque hasta ahora es lo mejor que se ha podido lograr.
Dio a conocer su respeto a muerte por las religiones, aunque él no sea creyente, señalando que no tiene ningún derecho a poner en duda lo que la gente cree. Afirmó que filosóficamente es un estoico por su manera de vivir y por los valores que defiende, que no encajan en el mundo de hoy. “Ello no es ser marxista porque el estoicismo es más viejo que el cristianismo, una concepción de la vida”, añadió.
Esta su autoidentificación con el estoicismo nos lleva a recordar que los estoicos fueron filósofos griegos y romanos que vivieron después de que las ciudades-Estado griegas desaparecieron y fueron reemplazadas primero por el imperio de Alejandro Magno y luego por el imperio Romano. Fue un momento de tremenda crisis para esa sociedad, que dio lugar al florecimiento de nuevas ideas y nuevas formas de vivir.
Predecesores de los estoicos fueron los cínicos (nada que ver con los masistas y otros sinvergüenzas de la actualidad), a uno de los cuales (Diógenes, el que vivía en un tonel) hemos tenido oportunidad referirnos, recordando su respuesta a Alejandro Magno, el más poderoso de esa época, cuando éste le preguntó qué quería: “Que te retires y no me quites el sol que no me has dado”, fue la respuesta contundente del cínico.
Zenón de Citio, Cleantes, Crisippo, Panecio, Posidonio, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio fueron algunos de los estoicos. Al contrario de lo que muchos creen, no plantearon replegarse a la intimidad y vivir una vida ascética para escapar de la nueva realidad que se vivía, sino una nueva forma de vida, más cercana al estado de naturaleza, en la cual todos debían ser iguales. No en vano entre los estoicos estuvieron un esclavo como Epicteto y un emperador como Marco Aurelio, ambos autores de extraordinarias reflexiones.
Decían que el ideal de hombre sabio es aquel que ha vencido todas las pasiones y se ha liberado de las influencias externas, obteniéndose así la verdadera libertad. Reconocían la existencia de una ley universal y afirmaban que el precepto supremo de la ética es vivir conforme a la naturaleza. El hombre es un ciudadano del mundo, afirmaban, superando la noción de homonia de Alejandro, por la humanitas, la humanidad.
Las ideas de los estoicos no han perdido vigencia, pese al tiempo transcurrido desde que las formularon, y fueron seguidas, entre otros, por san Ambrosio de Milán, uno de los padres de la Iglesia, al cual nos referiremos en otra oportunidad.