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Columna Abierta | 24/10/2023

Otro banquete de Tánatos

Carlos Derpic
Carlos Derpic

Carlos Derpic

La sorpresiva y execrable incursión del grupo de terrorista Hamás en territorio israelí el pasado 7 de octubre, que dejó como saldo más de 2.300 israelíes muertos, muchos de ellos ancianos y niños, en tanto otros dos centenares permanecen secuestrados en poder de este grupo, sacudió al mundo por la brutalidad con que fue perpetrada.

Esta acción abrió las puertas a una también brutal y despiadada reacción del Gobierno del ultraderechista Benjamín Netanhaju, cuyos miembros se expresaron de la peor manera sobre los palestinos en general y sobre los miembros de Hamás en particular. El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, ordenó comenzar un asedio completo: cero electricidad, cero comida, cero combustible … todo cerrado; “Estamos en guerra con unos animales humanos”, dijo alguien. Se otorgó un plazo de 24 horas para que un millón de palestinos que viven al norte de la franja de Gaza abandonen sus hogares, porque tendría lugar la invasión de ésta por el ejército israelí.

Nuevamente la mesa está servida para un banquete de Tánatos, la personificación de la muerte en la mitología griega, que se satisface devorando seres humanos y bebiendo su sangre, muchas veces inocente, derramada a diestra y siniestra.

¿Quiénes son los beneficiarios de todo esto? Hay varios. Primero, los países poderosos que siguen con la lógica de la “guerra fría”, pese a que esta terminó en 1991 con la caída del muro de Berlín y la posterior disolución de lo que fue la URSS y el bloque soviético. Pese a que el socialismo ya no existe, el gobierno de Rusia no pierde pisada ni mirada a lo que pasa en el mundo y no desaprovecha ocasión para mantenerse ahí, al acecho, atento a cualquier descuido para mejorar su posición geopolítica; no en vano invadió Ucrania en 2022. China también juega su papel en todo esto, aunque quiera mostrarse ajena y distante a lo que sucede.

Los fabricantes de armas son probablemente los más grandes beneficiarios de las guerras. Ganan trillones de dólares con la venta de armas, a unos y a otros, y les importa un bledo la vida, la seguridad, el buen vivir de los inocentes que no son más que carne de cañón de las guerras fabricadas. Las empresas que reconstruyen las ciudades arrasadas, tienen muchas veces firmados sus contratos antes de que se las destruya, lo mismo que los puentes, túneles y otras instalaciones que les procuran cuantiosos ingresos, son otras beneficiadas de las guerras.

Los muertos los ponen los pueblos, cuyos habitantes (hombres, mujeres, adultos mayores, niños, adolescentes) se ven obligados a soportar el horror de las bombas lanzadas indiscriminadamente a título de acabar con los terroristas, de la metralla asesina que tabletea día y noche aterrorizando a niños, adolescentes, adultos mayores, etc. ¿Nos imaginamos a nuestros hijos o nietos, a nuestro padres y abuelos sufriendo todo esto?

No se debe olvidar que el gobierno de Netanyahu basó la seguridad de Israel en la división de los palestinos (Franja de Gaza y Cisjordania) y que, a lo largo de los últimos 15 años, fortaleció a Hamás; a la vez, fue el pretexto de Netanyahu para negarse a negociar con los palestinos con el argumento de que no tienen un gobierno único. El gobierno de Hamás en la franja se hizo efectivo con la ayuda financiera del tristemente célebre Qatar, país en el que murieron decenas de trabajadores extranjeros en la construcción de los escenarios que cobijaron el último Mundial de fútbol.

Horroriza escuchar que el territorio en el que ahora se encuentra el Estado de Israel es la tierra prometida por Yahvé al pueblo judío en el antiguo testamento y que, por ello, nadie podrá despojarle de ella. Y horroriza más aún justificar el asedio que sufren hoy los palestinos en la Franja de Gaza, apelando a la comparación entre un león (Israel) que fue molestado y herido por un gato (Palestina), y reaccionó y seguirá reaccionando porque “es el pueblo elegido”.

¡Por favor! ¿A tanto puede llegar el fundamentalismo religioso de algunos sujetos? El judaísmo es una de las tres religiones monoteístas más importantes del mundo (las otras son el cristianismo y el islam), pero no es la única. Para convencerse de ello sería bueno que se lea al gran teólogo católico Hans Küng, que tiene una monumental obra titulada “En busca de nuestras huellas”, que da cuenta de la infinidad de religiones que existen en el mundo, ninguna de las cuales puede afirmar con certeza ser “la” religión.

No puede usarse al Dios de la Vida para justificar ningún tipo de terrorismo, ni el de Hamás o el de Hezbolá, ni el desatado por Israel para defenderse del ataque recibido. La legítima defensa siempre exige proporción racional del medio empleado y eso no está ocurriendo ahora en la franja de Gaza.

Sería bueno que, en lugar de tanto Tánatos, la humanidad buscara realizar el Eros, la personificación del amor, y ello diera paso a un mundo basado en las relaciones amistosas entre los pueblos, entre los hombres y mujeres que habitamos este destartalado planeta que está hundiéndose cada día más.



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