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17/06/2019

Orwell y los populismos del siglo XXI

“La guerra es la paz”
“La libertad es la esclavitud”
"La ignorancia es la fuerza”

Eran las consignas del Partido gobernante en la distopia orwelliana “1984” que describe una sociedad ficticia/totalitaria/posnuclear en la que el Estado había conseguido el control absoluto de los individuos y la adoración al sistema como condición sine qua non para sobrevivir. La “Policía del Pensamiento” estaba encargada de torturar a los que conspiraran contra el gobierno cuyo ejecutivo estaba compuesto por el Ministerio de la Verdad (dedicado a tergiversar la Historia y a la propaganda), el Ministerio de la Paz (para los asuntos de guerra), el Ministerio del Amor (encargado de sembrar el odio) y el Ministerio de la Abundancia.

Este relato podría resultar inverosímil si las circunstancias políticas actuales propiciadas por los populismos autoritarios del siglo XXI no hubieran puesto en boga nuevamente la obra de Orwell que nos abrió los ojos a cómo se manejan los regímenes totalitarios.

Hoy, a 70 años de la obra de Orwell, podemos hacer una lectura distinta de “1984”  para reconocer esa ruta al horror descrita por el autor que se traduce, por ejemplo, en la infinita sed de control absoluto que mueve a los gobiernos opresivos. En nuestra región, tenemos algunos posibles exponentes destacados; el Frente Sandinista en Nicaragua, el Partido Socialista de Maduro o el Movimiento al Socialismo en Bolivia que instalaron el control y lo expandieron a través del miedo, creando ellos mismos a sus enemigos.

Otro elemento de la obra de Orwell aplicable a nuestra realidad, es el de “los dos minutos de odio” que analiza cómo actúan las multitudes (ahora digitalizadas) y nos permite advertir lo que ocurre con éstos populismos y sus líderes que se dedican a alimentar sentimientos de odio y confrontación atizando todo tipo de emociones de las personas a través de la propaganda gubernamental. Quizás resulte caricaturesco, pero los líderes populistas y autoritarios de Nicaragua, Venezuela y Bolivia, bien podrían representar a la figura omnipresente de 1984, el “Gran Hermano” con ayuda de los medios de comunicación paraestatal, el “Big Data”, los celulares inteligentes y el internet; con sus evidentes escalas y matices.

En casa, vivimos un año electoral y la profundización de las prácticas orwellianas no se han dejado esperar. Aunque no hay un despliegue total de la campaña de parte del régimen autoritario masista, el anticipo son las noticias falsas en internet y la ya conocida industria de la manipulación informativa desde algunos Ministerios y Asambleístas convertidos y convertidas en Ministerios de la Verdad y policías del pensamiento.

Los dos minutos de odio de Orwell resultaron cortos para el actual contexto político, se han extendidos con presupuesto nacional para exacerbar el odio, la descalificación y sobretodo del miedo. El aparato estatal construye el relato sobre el temor al “posmasismo” cuya narrativa plantea el posible retorno al neoliberalismo, la desaparición de la inclusión social, la invasión de Estados Unidos, etcétera. Por supuesto que carece de fundamento lógico, pero a pesar de su falta de seriedad no deja de preocupar que esa sea la recurrente forma de apelación al miedo para consolidar el absolutismo en Bolivia a través de la permanencia del MAS en el poder.

La buena noticia es que al autoritarismo masista le queda muy poco tiempo en el poder, porque de nosotros depende que el empedrado al infierno se acabe. Como sociedad estamos cuestionando -con justa razón- todo lo que viene de esa vereda. La bronca a partir del desconocimiento de voto del 21F se ha traducido en un proceso de pedagogía de lo que queremos para Bolivia, donde la Democracia es el objetivo mayor y el amor es el ultra valor. ¿Qué es el respeto sino la obertura a la diferencia? ¿Qué es el civismo sino el amor al otro? preguntaría el profesor español Álex Rovira. Después de todo, luego de ésta tormenta -sin duda- nos esperan días mejores, de paz, libertad y conocimiento.

Paola Cortés es abogada, vocera de Comunidad Ciudadana.



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