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Interfaz | 15/10/2025

Negociaciones: MIR vs. MIR

Edwin Cacho Herrera
Edwin Cacho Herrera

El Movimiento Nacionalista Revolucionario de Víctor Paz Estenssoro y luego de Gonzalo Sánchez de Lozada; el Movimiento de Izquierda Revolucionaria liderado de principio a fin por Jaime Paz Zamora; y Acción Democrática Nacionalista, surgida por voluntad de Hugo Banzer Suárez, después de la época dictatorial, fueron considerados como el “sistema solar” de la política boliviana en la década de los 90.

Los satélites resultaban ser UCS, Condepa, MBL, NFR, PDC y el FRI, entre otros partidos de menor peso político, aunque con notables liderazgos. La prioridad, en la mayoría de los casos, era obtener representación parlamentaria y, a partir de ello, negociar políticamente y sumarse de manera pragmática a coaliciones gubernamentales que caracterizaron la etapa neoliberal.

Tres décadas después, en las elecciones generales de 2025 con primera y segunda vuelta el cuadro de situación de lo que fue el “sistema solar” político del país se resume a que el MNR decidió mantenerse al margen del actual proceso electoral por sus escasas perspectivas. ADN reapareció y perdió su personalidad jurídica con la alianza Libertad y Progreso ADN que obtuvo el último lugar en la carrera electoral del Bicentenario. A UCS, partido dirigido por Johnny Fernández Saucedo, le pasó algo similar.

El MIR perdió su sigla hace muchos años, pero sus principales figuras y estructuras partidarias siguieron en la actividad política asesorando candidaturas, promoviendo alianzas o sumándose de manera individual o en grupos a otras organizaciones partidarias. Lo mismo ocurrió con conocidos movimientistas y adenistas, en elecciones nacionales y regionales. ¿Entrismo? No habría que descartarlo, pero hay mayores indicios de subsistencia y de habilidad para cambiar de camiseta partidaria las veces que sea necesario.

Este miércoles 15 de octubre acaba una extenuante campaña electoral para Jorge Tuto Quiroga que empezó la carrera hacia la presidencia 2025-2030 la noche del 17 de diciembre de 2024, cuando fue proclamado en La Paz como candidato presidencial de una alianza de corte liberal, cuyo principal componente partidario es irónicamente el Frente Revolucionario de Izquierda, experto en negociar desde que era conducido por el fallecido Óscar Motete Zamora.

Más extenuante ha sido seguramente para Rodrigo Paz Pereira, hijo del expresidente 1989-1993. El candidato-senador ha reiterado que llegó a 220 de los 340 municipios del país, recorriendo más de 230 kilómetros en viajes terrestres en los últimos cinco años para conocer las urgencias del país que no es advertido desde los núcleos del poder.

Lo curioso, llamativo, pero también estratégico, es que en la alianza Libre y en el PDC juegan roles importantes figuras del mirismo, expertos en abordar y realizar negociaciones políticas. No por nada hicieron que Paz Zamora, tercero en las elecciones de 1989, sea ungido como presidente del país en una alianza impensada: el Acuerdo Patriótico forjado entre ADN y el MIR, cruzando los ríos de sangre que los había situado en riberas opuestas, durante las dictaduras militares y la lucha por la recuperación de la democracia, en la segunda mitad del siglo XX.

Luis Vásquez, jefe nacional de campaña de Libre, y Carlos Saavedra Bruno, uno de los principales operadores políticos de Tuto Quiroga, entre otros destacados miristas que forman parte de los equipos de negociadores de cara a la urgente gobernabilidad que requiere el tutismo en el Legislativo y en los sectores sociales. 

En el caso de Rodrigo Paz, la presencia e influencia del mirismo son más acentuadas, empezando por los roles que han asumido Jaime Paz Zamora y Óscar Eid Franco, uno y dos del partido de los gallos. Otras figuras como Sergio Medinaceli y los hermanos Oviedo han hecho lo suyo en estos últimos meses.

La actuación de conocidos miristas, divididos en su tiempo entre obispos y cardenales o entre dignos e indignos, será gravitante en la fase de la negociación que no esperó a la votación del 19 de octubre y se abrió en las últimas semanas intercambiando criterios con otras las fuerzas que lograron representación parlamentaria, es decir la alianza Unidad de Samuel Doria Medina (35 legisladores), y APB Súmate del alcalde cochabambino Manfred Reyes Villa (7 parlamentarios).

Doria Medina tiene previsto presentar una propuesta de agenda parlamentaria para la nueva composición de la Asamblea Legislativa que tiene como plato fuerte la reforma parcial de la Constitución. Eso quiere decir que Doria Medina, también de raíces miristas, intentará influenciar en las negociaciones políticas buscando los necesarios dos tercios de votos.

En medio de este panorama, no sería extraño enterarnos de reuniones al más alto nivel de los cuatro partidos que pueden formar parte de un Acuerdo Nacional para superar la crisis multidimensional, instaurar un nuevo tiempo largo en la política del país y, por supuesto, evitar una pronta resurrección del masismo. La larga campaña electoral del actual proceso electoral provocó heridas profundas entre los líderes, pero en más de una ocasión demostraron que el pragmatismo lo soluciona todo.

El MIR, en todas sus corrientes, está demostrando otra vez que los “cadáveres insepultos” pueden llegar a ser definitorios en la inauguración de un nuevo ciclo en la política y economía del país, tras el hundimiento del populismo autoritario y hegemónico del MAS. Es de esperarse que añejas máximas como aquella de que “se gana con un programa y se gobierna con otro” vuelvan a imponerse y los planes de gobierno de unos y otros resignen posiciones para el surgimiento de otro, mediante un Acuerdo Nacional. Estaremos atentos.

Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista y analista.



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