En política comunica todo. ¿Dos policías encapuchados y con
armas que matan para presentar al ciudadano Mauricio Jara que mintió en
ejercicio de su libertad de expresión? Paradójicamente, la foto da la razón al
ciudadano detenido y protagonista central de la misma foto que calificó al
gobierno de “tirano, dictador y golpista”. El gobierno transitorio no es “tirano
ni dictador”, pero esta acción y esta imagen comunican que sí lo es.
¿De qué acusan a Mauricio Jara? De sembrar odio, de identificarse con el MAS, de atacar al gobierno transitorio calificándolo de “tirano, dictador y golpista”; en suma, de mentir. ¿Acaso nuestra presidenta Jeanine Añez no mintió cuando dijo que no iba a ser candidata y luego cambió de opinión?
La mentira no se penaliza porque no es un delito, sino un pecado. Si fuera delito, ¿cuántos políticos estarían presos?
Sí. Ninguna libertad es absoluta y no hay libertad sin ley. Precisamente por ello, sabiamente, la Ley de Imprenta, que no sólo se aplica a periodistas sino a “todo hombre que tiene derecho a publicar sus pensamientos” (Art.1), limita la libertad de expresión y establece como máximo una sanción civil, mas no un castigo penal a los excesos de un ciudadano contra la constitución, la sociedad y personas (Arts. 10, 11, 13 y 15).
En mi condición de ciudadano con pensamiento liberal defiendo el derecho del ciudadano boliviano Mauricio Jara a pensar de manera diametralmente opuesta a mi persona porque la libertad de expresión nos permite encontrar la verdad en el mercado de ideas donde la mentira sucumbe ante la contundencia de la razón.
“Es una muestra de sentimentalismo huero el que la verdad, meramente en cuanto verdad, esté dotada de algún poder inherente y que le haya sido negado al error de prevalecer frente a la mazmorra y la hoguera”, diría John Stuart Mill.
“El bien primordial que se persigue se alcanza mejor mediante el comercio libre de ideas: que la mejor ‘prueba de verdad’ es la capacidad del pensamiento de hacerse aceptar en la competencia del mercado”, escribió a comienzos del siglo XX Oliver Wendell Holmes, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia de EEUU.
¿En qué medida debe ser libre la expresión? ¿Cómo debe ser la expresión libre? ¿Cuánta libertad debe haber tras la expresión? Ni las respuestas ni los límites corresponden al Estado, tampoco a un gobierno, sino a los ciudadanos libres y con pensamiento democrático que tienen el deber de defender, incluso, a ciudadanos como Mauricio Jara, contrarios a la democracia liberal.
¡Que la razón democrática libere a Mauricio del pensamiento tirano que lo encarceló!
Andrés Gómez es periodista.