Cruza todos los sectores, actividades, credos, ideologías, grupos etarios, clases sociales y áreas geográficas. El no saber qué pasará con la economía, la política y la vida en sociedad a corto plazo tiene a muchos sin poder dormir, desde quienes tienen a su cargo la economía familiar hasta quienes tienen bajo su responsabilidad grandes inversiones privadas o decisiones institucionales cruciales para el futuro inmediato del país. La incertidumbre está carcomiendo a los bolivianos.
La confesión del presidente de YPFB al diario El Deber de que los dólares que consigue su gobierno, —raspando la olla—, garantizan el abastecimiento de carburantes para dos o tres días transformó la incertidumbre en angustia, sobre todo para miles que generan ingresos con el transporte de pasajeros —en todas las modalidades—, el transporte de mercancías y hasta el servicio de delivery en las capitales, solo por citar algunos sectores que en el último mes han engrosado las filas kilométricas de vehículos en todos los surtidores del territorio nacional.
Ni hablar de los agropecuarios del oriente que necesitan diésel para cosechar ¡ya! cerca de 400.000 hectáreas de soya antes de que las lluvias arrecien y vuelvan inservibles los cultivos, y sembrar hasta el 30 diciembre 1,5 millones de hectáreas para evitar que la campaña de verano fracase y sea el antecedente inmediato de una severa crisis alimentaria en 2025 por falta de carburantes y de imaginación en el Gobierno para encontrar salidas como la que propusieron expertos y productores, y que se tradujo en un decreto de semilibre importación y comercialización de combustibles.
Entre 2023 y 2024, la incertidumbre económica alcanzó niveles superiores por la incapacidad gubernamental para que los dólares retornen al sistema económico, la inflación deje de crecer al doble de lo presupuestado, los empleos dignos sean creados sobre todo para las nuevas generaciones, la dependencia de la exportación de recursos naturales se reduzca al mínimo y la vulnerabilidad del país a cambios en los precios internacionales desaparezca.
La incertidumbre es hoy el ingrediente infaltable en las preparaciones y conversaciones familiares que generalmente derivan en gestos de frustración y silencios prolongados al no encontrar respuestas razonables. Es también el motivo de discusión en reuniones empresariales que, en algunos casos, han presupuestado la importación de insumos y equipos durante la próxima gestión con un dólar estadounidense acercándose a los 20 bolivianos. Y es que se hace difícil prever cómo se comportará la economía en 2025, año electoral.
Pero, ¿están garantizadas las elecciones generales del próximo año? La incertidumbre también ha fagocitado a la política. Por primera vez en la corta historia de la elección por voto popular de los magistrados de los altos tribunales del país —2011, 2017 y posiblemente el 15 de diciembre de 2024—, ésta última se efectuará de manera fragmentada, protegiendo a los prorrogados del Tribunal Constitucional, sobre todo a Yván Espada y Gonzalo Hurtado, lo que ha generado dudas generalizadas en torno a la realización de los comicios generales en agosto de 2025.
¿Cree usted que el plan de Luis Arce Catacora es prorrogarse en el Gobierno?, preguntamos Amalia Pando y este servidor a los seguidores del streaming Último Momento y las respuestas confirman la incertidumbre sobre la próxima cita con las urnas para elegir presidente, vicepresidente, senadores y diputados. De 2.400 participaciones, el 87% respondió que sí existe un plan prorroguista desde la Casa Grande y el 13% piensa que no se atentará contra la democracia.
¿Cree usted que el Tribunal Supremo Electoral ha sido tomado por el arcismo? Fue una siguiente pregunta a los consumidores del streaming. De 2.900 participaciones, el 93% respondió que sí y solo el 7% contestó negativamente, pensando en que aún existe plena imparcialidad en el Órgano Electoral. Es otro síntoma de la incertidumbre relacionada con una institución clave en tiempos electorales.
Superar la incertidumbre económica, social y política en Bolivia requiere un enfoque integral que aborde de manera simultánea los principales desafíos. A corto plazo, es imperativo implementar políticas económicas que restablezcan la estabilidad, el control de la inflación, la diversificación de la economía y la generación de empleos mediante incentivos a pequeñas y medianas empresas. Además, hay que fortalecer los sistemas de salud y educación para reducir las brechas sociales.
En lo político, habrá que defender el derecho de ejercer el voto libre e informado, restaurar la confianza ciudadana en los gobernantes, superar la inestabilidad política y solucionar la crisis de gobernabilidad. Es evidente que esas tareas pasan por impedir la consumación de un plan de prórroga presidencial y la verdad no advierto otro camino que no sea la movilización social en defensa de la democracia.
Paradójicamente, eso pondría a pititas y evistas en la misma trinchera, enfrentando un claro intento dictatorial, similar al instaurado en Nicaragua y Venezuela, que, sustentado en los prorrogados del TCP, podría desatar una ola represiva para acabar con 43 años de democracia, rescatada de las dictaduras militares a principios de los 80. ¿Ocurrirá este escenario catastrófico? La maldita incertidumbre da para pensar en que los causantes del descalabro económico y la inestabilidad política podrían aparecer como los salvadores de la patria, perpetuándose en el poder.
Edwin Herrera Salinas es periodista y analista.