Corría el año 2014, cuando el Comando General de la Policía Boliviana me invitó a un Acto en La Paz, para recibir -hasta ahora no sé por qué mérito- el honorífico título de “Amigo de la Policía Boliviana”, un galardón material acompañado de una gorra oficial de la Verde Olivo que con gusto recibí y hasta ahora conservo. Escribo esta columna bajo dicho rótulo, con un espíritu constructivo, en aras de poner paños fríos a un reciente acontecimiento que ha preocupado a muchos.
Un verdadero revuelo causó la noticia dando cuenta que el Gobierno entregó “equipamiento de alta tecnología” a la Policía Boliviana, por más de 157 millones de Bolivianos con miras a construir “la Policía del Bicentenario”. La justificación para una de las inversiones más altas de la historia en dicha institución fue que, era para impulsar la seguridad ciudadana, el ordenamiento público y la lucha contra la delincuencia (“Policía recibe una de las dotaciones de equipamiento más altas de la historia con miras al Bicentenario”, Ahora el Pueblo, 27.12.2023).
De ser esa la real motivación. ¿Alguien en su sano juicio podría oponerse a ello?
El Acto de entrega del equipamiento a la Policía Boliviana se dio en el Patio de Honor de la Academia Nacional de Policías (Anapol), en La Paz, donde se exhibió a los medios de comunicación, cajones y más cajones con equipos anti motín, granadas de aturdimiento, chalecos antibalas, escudos, visores nocturnos, máscaras antigás, spray lacrimógeno, cascos, protectores de rostro, coderas y canilleras antidisturbios -además de motocicletas todoterreno- imágenes que, literalmente, hicieron estallar las redes sociales, especulando muchos sobre el por qué; alarmándose otros; y, hasta mofándose algunos por la alta estatura de quienes vistieron el atuendo: Una suerte de Robocop boliviano que, a golpe de vista, resulta atemorizante, principalmente, por lo negro del uniforme y la máscara esquelético/robótica, para cubrir el rostro.
Hasta aquí, todo bien: Siempre dije que, frente a la amenaza de los delincuentes, en muchos casos armados hasta los dientes, la Policía Boliviana debe estar bien pertrechada; tener un buen estado físico para correr cuando corresponda; demostrar equilibrio sicológico para nunca perder los estribos; estar bien pagada para evitar los sobornos; y bien educada, para respetar y ser respetada -para cumplir y hacer cumplir las leyes- en orden a los sacrosantos “derechos humanos”.
Otro aspecto que llamó la atención de la prensa en el indicado Acto, que tampoco agradó a las redes sociales, fue la justificación, con argumentos económicos futuristas, de la cuantiosa inversión a favor de la Policía.
Justo cuando la gestión del Presidente Arce es “duramente criticada por el incremento de los niveles de deuda externa, la caída histórica de las Reservas Internacionales Netas y la disminución de los ingresos por la venta y producción de gas (…) problemas por la escasez de dólares en el mercado nacional y el desabastecimiento de combustible en varias regiones del país”, el Primer Mandatario salió a contrapelo diciendo que:
“En la medida en que el desarrollo vaya viniendo de acuerdo a lo programado en la gestión 2024-2025, donde se va a consolidar y plasmar en realidad todos los proyectos económicos que diseñamos desde el 2020, tendremos y necesitaremos una Policía también a la altura del desafío de esa nueva realidad económica con mayores ingresos. Una sociedad, donde va a haber más ingresos para todas las familias, va a requerir una mayor y mejor custodia de sus bienes por parte de nuestra Policía Nacional”, (“Arce dice que equipa a la Policía para que cuide la riqueza que la población tendrá el 2024 y 2025”, Agencia de Noticias Fides, 26.12.2023).
¡Dios quiera que nos vaya mejor en tan desafiantes años signados por las elecciones judiciales, el Censo Nacional de Población y Vivienda, las elecciones primarias para las Elecciones Generales, además de las reyertas al interior del partido de gobierno que podrían impactar negativamente sobre la economía del país! En todo caso, no se debería esperar a que la economía mejore para tener una mejor Policía, considerando sus ineludibles obligaciones constitucionales.
Pero, volviendo, al Acto en cuestión, el Comandante General de la Policía Boliviana, Álvaro Álvarez, a tiempo de reivindicar la tarea de su institución, de velar por la seguridad ciudadana, dijo que el equipamiento será distribuido en función a la demografía, el crecimiento vegetativo policial y la incidencia delincuencial, para bajar la sensación de inseguridad y, sentenció: “¡Es un honor ser policía!”.
Con semejante dotación, la Policía tiene hoy la inmejorable oportunidad de desvirtuar todo trascendido y ganarse el buen concepto de la ciudadanía actuando como corresponde en contra de los avasallamientos a predios productivos en el campo, que, como en los casos de Las Londras y Santagro, siguen sin castigo. Lo digo con el mayor respeto -agradecido, una vez más- por ser considerado “Amigo de la Policía Boliviana”.
Gary Antonio Rodríguez es Economista y Magíster en Comercio Internacional