PC_GPTW-Brujula-digital
PC_GPTW-Brujula-digital
Ahorrate Problemas 1000x155px
Ahorrate Problemas 1000x155px
Posición Adelantada | 14/02/2022

La izquierda y su obsesión con la desigualdad

Antonio Saravia
Antonio Saravia

La semana pasada estuvo cargadita. Declaraciones independientes de Choquehuanca, García Linera y Lula da Silva mostraron sin tapujos las intenciones de la izquierda en nuestra región. Los tres líderes zurdos volvieron a la carga como una cuadrilla de ladrones que no pierde de vista el botín.

Empezó Choquehuanca con su discurso el pasado martes durante las celebraciones de la gesta libertaria orureña: “Somos de la cultura de la redistribución, por eso nuestra lucha contra el capitalismo. No somos de la economía lineal, de acumulación capitalista en manos de unos cuantos. Somos de la cultura de la redistribución donde todo tiene que fluir…” Clarito, ¿no? A nuestro vicepresidente y su “cultura” no le interesan en absoluto la producción, el crecimiento o la creación de riqueza, lo que les interesa es redistribuir la torta. Supongo que Choquehuanca piensa que la riqueza se produce a si misma, que ya está ahí y que por lo tanto no vale la pena preocuparse por crearla. Lo que importa es quitársela a los que la generaron y dársela a los que no lo hicieron.

García Linera fue aún más explícito. El mismo martes dio una entrevista en la que admitió sin despeinarse: “Yo le apostaría a los impuestos a los ricos, aumentaría impuestos a los muy ricos, tienen que pagar más impuestos; a la banca, tienen que pagar más impuestos…” Como lo lee. García Linera quiere lograr, a punta de impuestos, lo que no logró en su época de terruco a punta de dinamitazos. De hecho, no pudo con su carácter y se mando una amenaza en honor a sus años mozos: a los empresarios que no regresen al país sus inversiones en paraísos fiscales “les caigo y les ajusto con expropiaciones.” Y remató: “No hay dinero para que nos preste el FMI, no hay dinero para que nos preste el Banco Mundial, el dinero tiene que salir de acá, hay dinero en pocas manos, en los muy ricos y en esos empresarios que han sacado su dinero.”

No queda, entonces, ninguna duda. Las intenciones de estos camaradas están clarísimas. A la izquierda solo le interesa usar el monopolio de la violencia para desposeer al empresario de su propiedad privada que es, al final del día, el fruto de su esfuerzo. La izquierda, a la que Choquehuanca y García Linera representan, quieren obligar a los virtuosos, a los que crean y a los que producen, a cargar en sus hombros los errores de sus gobiernos que han dejado un país sin gas, sobre-endeudado y sin reservas internacionales. La inmoralidad y la desfachatez son tremendas.

Pero además de querer robarle a la gente el fruto de su esfuerzo, la izquierda nos vende el cuento de que hacerlo es moral. Lula da Silva, el expresidente brasileño que se pasó varios meses en la cárcel por ladrón, dijo el miércoles pasado, tal como lo hicieron sus amigos en Bolivia, que de ser presidente otra vez, pondría más impuestos a los ricos. Y fíjense en su justificación: “Tenemos que tomar recursos de los más ricos y dárselos a los más pobres. Esto no es comunismo, es cristianismo.” ¿Se da cuenta? Ahora resulta que lo que proponía Marx, el mismo que dijo que la religión era el opio del pueblo, es cristiano. Ahora resulta que obligar a alguien a repartir su propiedad, contra su voluntad, es cristiano. ¿Por qué no nos cuenta una de piratas?

Aclaremos algunas cosas. La redistribución de la riqueza, como instrumento para disminuir la desigualdad económica, es una patraña. La desigualdad no importa, lo que importa es la pobreza. Preocuparse y querer acabar con la desigualdad es el resultado de pensar que la economía es como una torta de tamaño fijo. Si eso fuera cierto, entonces sí, cada vez que alguien se lleve un pedazo grande de la torta al resto nos tocaría menos. En otras palabras, cada vez que alguien se hiciera rico, los demás nos haríamos más pobres. Pero eso es una falacia. La economía no es una torta de tamaño fijo, es una torta que se incrementa año a año gracias a la actividad productiva y generadora de riqueza de los agentes privados. Cuando los empresarios, a los que García Linera quiere expropiar, producen bienes y servicios, no solo se hacen ricos ellos, sino que incrementan el tamaño de la torta beneficiándonos a todos. Es más, un estudio del premio Nobel de economía, William Nordhaus, encuentra que los innovadores tecnológicos (piense en los exitosos Microsoft, Google, Amazon, etc.) solo retienen el 2.2% del valor social de sus innovaciones. El incremento del tamaño de la torta que ellos generan es mucho mayor al incremento de su propia tajada.

Piense ahora en la consecuencia de apretar con más impuestos a los ricos empresarios. Lo único que lograrían Choquehuanca, García Linera y Lula si se salen con la suya, es reducir los incentivos a producir y generar riqueza. Si usted trabaja, produce e innova para ganar plata para usted y su familia, pero al momento de cobrar le quitan una gran parte de ese ingreso para que sea redistribuido, ¿tendrá los mismos incentivos a seguir produciendo? Por supuesto que no. Lo único que se lograría es que la torta dejaría de crecer y con eso nadie podría mejorar su vida. Se produciría menos, se tendrían menos opciones y se generaría menos empleo. ¿Por qué cree García Linera que los empresarios sacan parte de su plata de Bolivia? Precisamente por declaraciones como las que él mismo se manda. ¿Por qué tendrían ellos que dejar el fruto de su esfuerzo en un lugar en el que le cobrarán más impuestos y no le ofrecerán seguridad jurídica?

¿Propongo entonces acabar con todos los impuestos? No necesariamente. Existen buenas razones para cobrar impuestos y cubrir bienes públicos como la policía o los bomberos. Podemos además cobrar impuestos para proveer una malla de seguridad mínima que cubra necesidades básicas que mitiguen los efectos de la pobreza en personas mayores, con discapacidades o que tuvieron mala suerte en algún momento. Pero estos serían impuestos muy bajos con objetivos específicos y nunca instrumentos diseñados para eliminar la desigualdad.

La izquierda la tiene clara. Sabe lo que quiere. ¿Sabemos nosotros como no dejar que se salga con la suya?

Antonio Saravia es PhD en economía (Twitter: @tufisaravia)



300
300