Una de las principales paradojas de la economía boliviana es que sobran dólares en la economía informal y faltan divisas para la economía formal. El estado lleva años perdiendo reservas, debido a la caída de las exportaciones, especialmente en el área de hidrocarburos. Esta situación nos debe llevar a entender que es imprescindible desarrollar una política de estado que priorice el desarrollo de condiciones propicias para que el sector privado pueda invertir en rubros orientados a la exportación, generando de esta forma divisas y fuentes de empleos formales y sostenibles.
Defino a esta situación como de imperiosa necesidad porque las tendencias en el mediano plazo son preocupantes debido a que surge la incertidumbre sobre cuales serán las fuentes de generación de divisas que permitirán sostener la estabilidad de la economía boliviana, debido a que se proyecta una creciente dificultad para afrontar necesidades como la importación de energía, el pago de deuda externa o la importación de tecnología e insumos para la producción, todos los cuales requieren divisas que ingresen al país por canales formales.
Obviamente, para ello tenemos que poder discutir seriamente a nivel de estado las dificultades que plantean el marco normativo de minería e hidrocarburos, de tal forma de poder asegurar la seguridad energética del país atrayendo nuevas inversiones que permitan asegurar el desarrollo de nuevas reservas en materia de energía, así como la búsqueda de proyectos mineros que permitan compensar la próxima declinación de San Cristóbal, al igual que el aprovechamiento de los recursos de una cordillera que a Chile y al Perú les permite ingresos que multiplican por diez los obtenidos por Bolivia. Obviamente, para ello se debe afrontar el entrampamiento ideológico de la actual normativa, la cual no ha permitido el desarrollo de nuevos proyectos en ambos rubros.
Sin embargo, aunque se lograra cambiar las condiciones y se tuviera éxito en atraer nuevas inversiones para minería e hidrocarburos, el tiempo que se precisa para la exploración y el desarrollo de nuevos proyectos que incrementen significativamente los volúmenes de producción y exportación es muy largo, cercano a una década, por lo que continúa siendo necesario desarrollar otras fuentes de divisas para el país.
La tentación de los próximos años será apostar nuestro futuro al litio de nuestro salares, especialmente de Uyuni, por la inmensa cantidad de reservas que contiene y por la creciente demanda de litio en el mundo, lo que está llevando a un notable incremente en su valor. Obviamente, hay que aprovechar esta riqueza, aprendiendo de nuestros vecinos, Chile y Argentina, que llevan más de cuarenta años proveyendo al mundo la materia prima para la fabricación de baterías mientras nosotros perdimos el tiempo en proyectos que buscaban ir directamente a la fabricación de batería, un mercado de difícil acceso y en el cual existen pocos jugadores a nivel global.
Por ello, debemos mirar con urgencia a otros sectores que ya tienen capacidad instalada y experiencia empresarial desarrollada y lo que necesitan es que se les faciliten las condiciones, tanto en materia de seguridad jurídica, como por ejemplo la certeza de que si invierten podrán exportar su producción, como en materia tributaria, para asegurarse que podrán competir con las condiciones que países vecinos y otras naciones latinoamericanas ofrecen a sus exportadores.
Oportunidades no faltan. La primera mirada obviamente se debe dirigir al sector agroalimentario, el cual ha demostrado su inmenso potencial productivo y su capacidad de producir sosteniblemente. En el fondo lo que necesitan es que le levanten las barreras autoimpuestas por nuestro propio país, como las limitaciones a la biotecnología, los cupos de exportación y el control de precios, puesto que la mejor forma de asegurar la soberanía alimentaria es incrementar la producción, como lo viene demostrando sostenidamente el Brasil, uno de los grandes exportadores de alimentos a escala mundial y que no experimenta escasez alimentaria.
Otros sectores con potencial de reacción inmediato están vinculados a los servicios, como el turismo y la exportación de software, los cuales precisan que se les de un auténtico trato de exportación, así como el desarrollo sostenible del sector forestal y el aprovechamiento de la biodiversidad. Oportunidades no faltan, depende de nosotros abrirnos a ellas.
Óscar Ortiz Antelo ha sido senador y ministro de Estado.