Las ideas definen la historia. Las sociedades se debaten entre las ideas que ganan adeptos, seguidores que en determinado momento acceden a posiciones de influencia sobre miles, o millones de personas, algunos como líderes de opinión, otros como gobernantes. El poder se define alrededor de ideas que algunos escribieron o difundieron desde años, o décadas anteriores. Las estrategias de comunicación, el relato, la narrativa, termina imponiéndose sobre la realidad objetiva.
Realizo estas reflexiones alrededor de una entrevista que sostuve con Axel Kaiser, intelectual chileno y gran defensor de las ideas de la libertad en Latinoamérica, quien venía advirtiendo desde el año 2007 que Chile caería en manos de grupos radicales debido a que ni la derecha, que había impulsado el modelo de economía de mercado logrando niveles de desarrollo sin precedentes en la experiencia de la región, ni la centroizquierda que gobernó 20 años Chile, adoptando este modelo y desarrollando la transición democrática, lo defendían frente a una intensa y sostenida campaña de desprestigio que promovía un resentimiento y malestar social que terminaría estallando años después.
Axel, autor de varios libros, y en particular uno que describía magistralmente este proceso, me refiero a La Fatal Ignorancia, advertía más de 10 años antes de la quema del metro de Santiago, que su país sufriría graves periodos de violencia por grupos radicales que desatarían enfrentamientos para desestabilizar a esa virtuosa combinación de transición democrática, economía de mercado, apertura a la inversión extranjera e integración con los mercados internacionales, que había generado las condiciones propicias para un progreso económico y social desconocido en la magnitud de su alcance, beneficiando a millones de familias que había salido de la pobreza.
Kaiser responsabilizaba de este proceso a la actitud vergonzante de la centroderecha y de la centroizquierda con relación a las reformas que promovieron y que impulsaron. Los partidos de La Concertación, que condujeron la transición democrática, avergonzados por haber asimilado la economía de mercado y la inserción internacional de Chile, y los partidos de centroderecha acomplejados frente a las acusaciones de los socialistas y populistas, a pesar de que sus ideas constituían un caso de éxito, cuya mejor fortaleza es que sus adversarios ideológicos se habían visto obligados a gobernar con ellas.
No era un tema de realidad. Como Axel Kaiser relata en la conversación que sostuvimos, el éxito de las reformas de mercado era incuestionable. La pobreza se redujo del 50% al 8%, la clase media se triplicó, el ingreso per cápita se cuadruplicó, se logró alcanzar el nivel de desarrollo humano más alto de Latinoamérica y a pesar de que la acusación estrella contra el modelo, la desigualdad, fue tan efectiva para desprestigiarlo, en los hechos la desigualdad se había reducido notablemente. Millones de personas se habían incorporado a la clase media alcanzando niveles de vida que sus padres y las generaciones que lo precedieron no habían alcanzado jamás.
Esta no es una discusión ajena a nuestra realidad. En Bolivia desde niños se nos inculca el resentimiento. Se nos enseña que somos pobres porque alguien se llevó nuestra riqueza, desde la plata de Potosí hasta el gas del Chaco. Se enseña generación tras generación que el estado y sus rentas podrían y debieran sostenernos. No se enseña ni se promueve la cultura del trabajo y la producción, sufrimos del aislamiento cultural, mirando siempre para atrás y culpando a otros de nuestro atraso y de nuestros problemas. No aprendemos a mirar hacía adelante, a alzar la vista hacía el horizonte, a buscar la modernidad y la prosperidad desde la educación, la cultura de trabajo y la visión compartida de búsqueda del desarrollo.
No es casualidad de que Santa Cruz sea actualmente el departamento con mejor calidad de vida y mayores niveles de progreso. Es donde menos calaron estas ideas. Es donde mayor arraigo han logrado las ideas de la libertad, la producción y el emprendimiento. Es lo que buscan cada año decenas de miles de familias que migran hacía Santa Cruz en busca de oportunidades de progreso, que generalmente vuelven realidad. Esta es la esencia del modelo cruceño, una cultura compartida sustentada en las ideas de la iniciativa privada, la búsqueda de la modernidad y la apertura a la inserción internacional.
*Oscar Ortiz Antelo ha sido senador y ministro de Estado.