Más allá de la afirmación riesgosa, para el historiador norteamericano Allan Lichtman, quien es conocido por emitir pronósticos por más de 40 años en las elecciones estadounidenses, habiendo fallado sólo una vez en 2000 cuando el republicano George W. Bush se impuso ante el demócrata Al Gore (este ganó en el voto popular) no hay duda: todo indica que Kamala Harris sería la primera mujer en asumir el cargo presidencial más importante y poderoso del mundo.
Esta hija de inmigrantes, de madre india y padre jamaicano, nació en Oakland (California) en una familia de clase media. Sus padres llegaron al país para seguir con sus estudios y pronto se divorciaron cuando ella apenas tenía cinco años. Su madre, Shyamala Gopalan Harris, se quedó a cargo de su crianza y la de su hermana pequeña.
A esta mujer le apasiona romper techos de cristal. Desde muy jovencita se inmiscuyó en el activismo político y fue una asidua participante en los clubs de debate, en los que destacó por su capacidad de argumentación. Estudió Derecho en la Universidad de California y construyó su carrera primero como fiscal en el condado de Alameda y, de 2004 a 2011, de la ciudad de San Francisco. Su siguiente ascenso fue como fiscal general de California, convirtiéndose en la primera mujer y la primera persona negra en serlo. Luego fue senadora.
Las rayas en la cacha de su pistola empezaron a acumularse. En los últimos meses logró recaudar más de 1.000 millones de dólares para su campaña en un tiempo breve, un récord en su país.
La candidatura de Harris adquirió en brevísimo tiempo una especie de furor esperanzador entre las mujeres, convirtiéndola en una abanderada de sus causas como el aborto.
En torno a esa ola de esperanza cerraron filas políticas muy reconocidas como Alexandra Ocasio-Cortez, Elizabeth Warren, Nancy Pelosi, Hillary Clinton y Michelle Obama. Debemos mencionar también a Taylor Swift, cuya comunidad en las redes sociales supera los 300 millones de seguidores sólo en Instagram.
Ya casi al cierre de su campaña, incluso llegó a decirles a sus seguidores que “algo mágico está pasando”.
Este martes 5 de noviembre sabremos si esa “magia” realmente sucedió o sólo fue un mal truco frente a la audiencia norteamericana y mundial.
Si Harris triunfa en los comicios de este martes asumirá el cargo en enero de 2025 y permanecerá en el poder por los próximos cuatro años, periodo altamente decisivo en el frágil equilibrio mundial. Putin y sus guerras, su misoginia y odio a Occidente y a la OTAN será la contraparte de Harris, quien además deberá plantarle cara a Xi Jinping en sus delirios imperiales y su deseo de invadir Taiwán y amenazar a Filipinas. Para no hablar del desquiciado Kim Jong-un en su loca carrera armamentista.
Lo mismo pasará con Israel y su guerra con países autócratas y terroristas como Irán, que tienen a todo el Medio Oriente frente a una inminente guerra total, lo que dispararía el precio del petróleo y causaría un descalabro humanitario sin parangón.
Otro tema será la frontera caliente con México y los cárteles de droga que llenan con fentanilo las calles gringas y que mata a millones de norteamericanos cada año.
El “método de las 13 llaves” de Lichtman considera que deben cumplirse al menos seis o más de estos puntos para que un candidato gane las elecciones. Y según él, Harris cumple con nueve de las 13 y Trump apenas cuatro.
Así que, sólo resta esperar –al igual que los norteamericanos, con una hamburguesa, papas fritas y una malteada– pegados al televisor y ver el desenlace de uno de los procesos eleccionarios más polarizados, enfrentados y divididos de Estados Unidos.