Este ingenioso vocablo, Evo-arrepentidos,
me fue obsequiado vía inbox por mi amiga Marcela Roca Sánchez. Rindo tributo a
su autoría y paso a tratar de ponerlo en boga mediante una audaz expansión de
sentido. Lo hago sobre todo, porque pertenezco
a la grey así bautizada, aunque acá me reservaré el derecho a no exhibir mis datos
personales. Me interesa el fenómeno en el que resulté catalogado, pero
aborrezco en general la exultación biográfica. Es más, mi introspección lleva
tal retraso que ni siquiera he podido fijar a cuál de las ramas de esta familia
pertenezco.
Siendo menos numerosas que las tribus de Israel, los Evo-arrepentidos formamos tres linajes diferenciados. Están quienes abominan el giro azul del país entero, los que se fastidian con el Movimiento al Socialismo (MAS) como proyecto político y los que solo se lamentan por la conducta atrabiliaria de Evo y su camarilla.
Para fines didácticos, asignémosles a cada uno una letra, con la ventaja adicional de que esta forma de ordenarlos sopesa el grado de frustración en curso. En los Evo-arrepentidos del tipo A, el desencanto es tamaño elefante y casi un motivo de auto-expatriación. Los del B alientan esperanzas en el nacimiento de un nuevo partido que corrija el rumbo equivocado, mientras los del C aguardan ilusionados el afianzamiento de Choquehuanca o la irradiación victoriosa de Eva Copa o Damián Condori.
Vamos ahora al detalle cada identidad.
Los del grupo A afirman que Evo y el MAS enterraron sus banderas, cometieron traición a sus ideales, pero que al hacerlo, tuvieron éxito y se hicieron viables. Los Evo-arrepentidos A miran con horror que el país haya aplaudido cada una de las claudicaciones y que muchos suspiren aliviados al ver que Evo no trajo el modelo cubano o soviético a la Bolivia plurinacional y capitalista de nuestros días. El diagnóstico que resume algo esta postura está en aquella frase estremecedora acuñada por Silvia Rivera: “Evo es la derecha”. Quienes evalúan las cosas de este modo no solo están enojados con el partido de Estado, sino que además se angustian porque la población boliviana haya terminado convalidando el giro del MAS al esquema depredador y expansivo.
Los Evo-arrepentidos del grupo B también piensan que Evo y el MAS incumplieron sus promesas, se burlaron de sus electores, cometieron traición a sus principios, pero que ante ello, una gran masa de desencantados está en la faena de reparar los daños y forjar una reconducción oportuna. Este segmento señala que el MAS se ha convertido en un partido tradicional, que ha escamoteado el vigor de las organizaciones sociales, a las que ha corrompido hábilmente, pero que en la base de la sociedad boliviana aún bullen recursos suficientes para desandar el camino y volver a plantar el programa de transformaciones abandonado en algún momento por sus portadores efectivos. Mientras los del grupo A afirman que el MAS ha tenido un comportamiento oportunista de adaptación a las nuevas circunstancias, los del B perseveran en subrayar la traición. Mientras los A miran resignados como el país y sus poderes fácticos han pervertido al MAS, los B sostienen que los verdaderos cambios están en la congeladora y que solo cabe esperar su reactivación milagrosa.
Pasemos ahora a la tercera familia. Los Evo-arrepentidos C sostienen que Evo y el MAS cumplieron con todas sus promesas realizables: nacionalizaron el gas, pusieron en pie lo plurinacional, aprobaron una nueva Carta Magna, vertebraron el país y abatieron la extrema pobreza. Éste sigue siendo no solo el mejor, sino además el único modelo realista para darnos patria. Sin embargo, ello no significa que ser C resulte confortable. Al contrario, los C no entienden cómo habiendo ampliado tanto las cuotas de bienestar de la gente, al MAS le haya hecho falta violar su Constitución y empujar al país a la polarización más cruel solo por el capricho individual de Evo de convertirse en presidente vitalicio.
Así, si los A miran con tristeza el país en el que nos hemos convertido, los B porfían en que las capas profundas de la sociedad mantienen su potencial transformador y que para desplegar su dinamismo anestesiado, solo requieren retirar aquel obstáculo enorme llamado MAS. Entre tanto, los C invierten toda su energía en incitar al MAS a convertirse en una entidad democrática, que termine repudiando a su caudillo y restableciendo asambleas y rotaciones que haga realidad aquel sueño de un instrumento político derivado de las organizaciones sociales.
¿Qué letra es la tuya?
Rafael Archondo es periodista y docente universitario