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De frente | 26/11/2024

El puerto de Chancay y los desafíos para Bolivia

Oscar Ortiz
Oscar Ortiz

La reciente inauguración del puerto de Chancay, ubicado al norte de Lima, mediante un proyecto conjunto entre empresas chinas y peruanas, marca un nuevo hito en el desarrollo de la logística para el comercio exterior entre Sudamérica y las economías de la cuenca del Pacifico, así como en la búsqueda de concretar los corredores bioceánicos que conecten a Brasil con China, los dos gigantes de este intercambio comercial. Frente a ello, Bolivia continúa ausente, desperdiciando las oportunidades que ofrece nuestra ubicación geográfica para consolidar un corredor bioceánico por nuestro territorio.

En realidad, con la inauguración de la carretera Santa Cruz-Puerto Suarez hace una década, Bolivia ya tenía las condiciones de infraestructura física para poder consolidar el primer corredor bioceánico en el centro sudamericano, el cual además tendría las condiciones para convertirse en una óptima solución logística para los estados brasileños de Mato Grosso, Mato Groso do Sul y Rondonia, todos fronterizos con nuestro país, y que además se han convertido en grandes productores de granos a escala mundial, por lo cual requieren ganar eficiencias en tiempos y costos para la exportación de su producción.

Sin embargo, después de esperar más de 50 años para lograr la construcción de esa vía de transporte terrestre, el corredor bioceánico nunca se concretó por una visión política equivocada que planteó utilizar el acceso a esta ruta como un elemento de negociación para solucionar el diferendo marítimo con Chile, por lo cual Bolivia nunca avanzó con los acuerdos internacionales complementarios que se requerían para facilitar el flujo de personas, medios de transporte y mercadería por nuestro territorio.

Obviamente un corredor bioceánico también requiere otras condiciones, como estabilidad y seguridad para el transporte y acceso a combustible, por ejemplo, circunstancias que nuestro país no garantiza debido a la práctica de los bloqueos que continúa generalizándose, a lo que se debe sumar la falta de diésel.

El resultado es que Bolivia se encuentra cada vez más alejada de ser parte de uno de los correderos bioceánicos que debe atravesar Sudamérica, a pesar de tener la ubicación estratégica para convertirse en gran espacio de integración económica que genere prosperidad mediante la generación de servicios de apoyo a la logística internacional.

Desde niños somos educados en una cultura nacional basado en el lamento por las perdidas territoriales que el país ha sufrido desde la fundación de la República; pero solo quejarse por nuestro aislamiento y no trabajar por encontrar soluciones para integrarnos al mundo, solo provocará que los países vecinos consoliden rutas alternativas por el norte y el sur de nuestro territorio, lo que ya está sucediendo y, en los hechos, profundizará nuestro rezago y subdesarrollo.

En realidad, por nuestra mediterraneidad, los bolivianos debiéramos ser los más interesados en desarrollar condiciones que compensen esta condición con puertos, ferrocarriles y corredores terrestres y fluviales que nos integren con los países vecinos, y a estos con los mercados del Pacifico, el gran espacio económico del siglo XXI. Por el contrario, pareciera que la logística no nos interesa. En los últimos 20 años, los ingresos extraordinarios que recibió el país fueron despilfarrados en empresas estatales inviables y no se concretaron proyectos imprescindibles para el progreso nacional como el ferrocarril que una Santa Cruz con Cochabamba, el hub de Viru Viru, Puerto Busch o el desarrollo de la Hidrovía Ichilo-Mamoré.

Desde la antigüedad, las regiones y naciones que han progresado son aquellas vinculadas a los corredores del comercio internacional. La globalización ha profundizado y acelerado este factor de crecimiento, por lo cual las economías procuran constantemente nuevos proyectos que les permitan ganar eficiencias en la disminución de sus costos de transporte. Mientras los bolivianos continuamos encerrados en nosotros mismos, el mundo no nos esperará. Frente a una nueva crisis económica es tiempo de incluir entre las opciones para el futuro la liberalización del transporte por el territorio nacional para albergar un corredor bioceánico que impulse un verdadero desarrollo sostenible en el largo plazo. 



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