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07/03/2021

El problema no es la autonomía, es el cogobierno

Ante los lamentables hechos acaecidos en la Universidad Pública de El Alto (UPEA), algunos actores políticos intentan encontrar la causa de los conflictos que derivaron en la tragedia que se llevó la vida de siete jóvenes. Varios de ellos apuntaron a la autonomía universitaria como la posible causa del conflicto y que, por tanto, se debería hacer una revisión de ésta; sin embargo, esta es una percepción equívocada, porque el origen del conflicto no reside en la autonomía universitaria, sino en el cogobierno paritario.

El cogobierno paritario docente-estudiantil es uno de los principios expresamente descritos en el modelo de la universidad boliviana, aunque, dicho sea de paso, ésta es una forma de gobierno única en el mundo, no existe un modelo similar en ningún otro país de importancia. Este modelo sui generis otorga a los representantes estudiantiles un grado de poder similar al de los docentes en el gobierno de las universidades públicas, lo que en última instancia genera fuertes grupos de interés, pugna y resistencia, como los vistos en los últimos días. Los padres de familia de los estudiantes de la UPEA, de manera inequívoca y con mayor conocimiento de causa, han expresado su petición por el cierre de la FUL (Federación Universitaria Local, ente representativo de los estudiantes). Es cierto que la participación del estamento estudiantil en el gobierno de una universidad es importante, porque ellos son una parte fundamental de la vida universitaria y su voz debe ser escuchada y atendida, pero el poder paritario estudiantil “en todos sus niveles de programación y decisión de las actividades y políticas universitarias” (CEUB, 2011) parece ser la fuente de los conflictos de estos grupos de interés.

El modelo de la universidad pública de Bolivia ha tenido una fuerte influencia del movimiento de la Reforma de Córdoba de 1918, cuya agenda demandaba esencialmente la autonomía universitaria, el cogobierno, la gratuidad de la educación, entre otras; empero ni siquiera ellos, los argentinos, han implantado un modelo de cogobierno paritario docente-estudiantil. Tal vez un modelo de gobierno similar puede identificarse en las universidades medievales cuando docentes y estudiantes se asociaban para formar las iniciales corporaciones denominadas universitas magistrorum et scholarium en ciudades como Bolonia, París o Praga.

En la actualidad, no hay otro país con un modelo similar al cogobierno paritario; de hecho, los países con las universidades más prestigiosas del mundo tienen modelos de gobierno que se acercan más al principio teleológico de Aristóteles: ello significa que las universidades son gobernadas por quienes mejor pueden hacerlo y no por quienes tienen el mayor apoyo popular. En ese contexto, por ejemplo, las universidades en Estados Unidos prefirieron abrazar el modelo escocés, que procura encontrar al mejor hombre o mujer, aquel que tenga la mejor capacidad, para conducir los destinos de una universidad.

Las máximas autoridades de las universidades públicas de Bolivia seguramente coinciden en señalar, aunque no pueden decirlo públicamente por razones obvias, que el paritario poder estudiantil es uno de los frenos del desarrollo universitario boliviano y un espacio de pugnas de dominio y prebendas. Un rector, vicerrector, decano o director de carrera puede tener las menores intenciones, las mejores credenciales y las mejores ideas para el desarrollo de la universidad; no obstante, se verá atado de manos en la consecución de sus intenciones, obligado a buscar consensos con el poderoso estamento estudiantil; de lo contrario, podría ser blanco de acusaciones o bloqueo de su gestión. “El sector estudiantil estima que el cogobierno es responsabilidad de dos”: las autoridades electas en forma proporcional por docentes y estudiantes y los estudiantes” (Lamo de Espinosa, 1998). A esto se suma que los representantes estudiantiles tienen voz y voto en la designación de docentes, otorgación de becas y otros, lo que genera fuertes grupos de interés.

Por otro lado, la inestabilidad institucional ha sido una constante en la vida académica de la UPEA. Según un reporte de La Razón, hasta la gestión 2017, a solo 17 años de fundación, la UPEA habría tenido 19 rectores, 12 de ellos nombrados en calidad de interinos. Esto se debe, según relata La Razón, a que los rectores y vicerrectores son sometidos a referendos de ratificación si su informe anual es rechazado por la asamblea general docente-estudiantil (artículo 28, Estatuto UPEA). En estos referendos, las autoridades deben superar el 75% del voto popular si quieren continuar en el cargo, algo que en la práctica ha demostrado ser inalcanzable.

Las universidades públicas en Bolivia tienen un gran potencial para seguir aportando al desarrollo social, científico y tecnológico boliviano, pero los laberintos organizativos internos, como el cogobierno paritario, merman las energías, socavan la creatividad y distraen la gestión para resolver los verdaderos desafíos institucionales. El problema que trajo luto a la comunidad universitaria boliviana, en especial alteña, es una pequeña muestra de los problemas internos que tienen larga data y la resolución de este y otros temas debe ser tratado por las autoridades universitarias de manera urgente y efectiva; de no ser así, la propia ciudadanía juzgará conveniente que ante la inacción alguien debe hacerse cargo del problema, lo que legitimaría alguna acción del gobierno. La Universidad Boliviana, en el marco de la tradición y el prestigio académico, debe actuar conforme a las circunstancias.

Willy W. Chambi es licenciado en Ciencias de la Educación, magister en Administración Educativa de la Universidad de Illinois y docente universitario.



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